Y pensar que cuando don Manuel Anselmo Ocampo anduvo en trámites para donar sus tierras a fin de fundar Villa María (1867) todavía el mundo no hablaba del ADN, descubierto dos años después (1869) por Friedrich Miescher.
En tanto, dos años antes del arribo del tren a Villa María (1865) se publicó el artículo científico que dio cuenta del inicio a los estudios sobre genética.
Es más, transcurrieron sólo tres años de la existencia de nuestra “Villa” cuando Luis Pasteur (científico que aún espera que se inaugure el nuevo hospital que lleva su nombre), junto a Robert Koch publicaron la teoría microbiana de las enfermedades infecciosas.
Corría el año 1895, en el país persistía el fraude electoral y un conocido nuestro, Wilhelm Röntgen, descubrió los Rayos X para observar lo que nunca antes se había visto: el cuerpo humano vivo por dentro.
Sepan los pacientes de todos los médicos, en su día, que el archiconocido estetoscopio fue inventado por Rene Laennec en 1816, es decir, el mismo año que nuestro país declaraba la independencia.
Entre tantas historias paralelas hallamos un par de paradojas: por un lado, la dictadura cívico-militar duró en Argentina más que la viruela, mientras aquí el retorno a la democracia se registró en 1983, la mencionada enfermedad fue definitivamente erradicada en 1980 en todo el mundo; por otro, al mismo tiempo que en 1990 se fundó el Proyecto Genoma Humano, en Argentina el Gobierno neoliberal de Carlos Menem expulsó a los científicos porque no había lugar para la investigación.
Donde no encontramos historias paralelas fue al saber que datan del 3000 antes de Cristo las primeras evidencias de trepanaciones, con supervivencia del paciente, en la cuenca del río Danubio. La historia nada dice de lo que ocurría junto al río Ctalamochita.