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8 de Diciembre de 2013
Coleccionable - Transitando los caminos de la historia
Raúl Alfonsín por villamarienses
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Camilo Rodríguez y Miguel Olaviaga

NOTA Nº 355: Escribe Jesús Chirino

 
Por estos días se cumplen 30 años de la asunción del Gobierno con el cual iniciamos el camino democrático. Si bien no creemos en un padre de la democracia, pues pensamos que la misma se logró a partir de un proceso histórico del cual participaron diferentes actores sociales, tampoco puede negarse la importancia que tuvo Raúl Alfonsín como líder político en ese momento histórico. Por ello entrevistamos a dos dirigentes de la ciudad que están entre los villamarienses que más conocieron a ese hombre, que fue presidente de la Nación cuando la interrupción de la vida democrática era una posibilidad concreta refrendada cada vez que había un planteo del sector militar, que aún conservaba mucho poder.
 
Los llama el presidente
Nos encontramos por separado con Miguel Ángel Olaviaga y Camilo Rodríguez. Dos hombres provenientes del sindicalismo. El primero de ellos durante la dictadura, siendo secretario general del Centro de Empleados de Comercio de Villa María y de la Intersindical de la ciudad, estuvo encarcelado a disposición del Poder Ejecutivo desde marzo de 1976 hasta marzo de 1977. Preso en varias cárceles, en la de Villa María, UP1 de San Martín en la ciudad de Córdoba y luego en el penal de Sierra Chica. Durante la democracia fue electo y asumió como diputado provincial entre 1987 y 1991, senador provincial desde 1999 hasta 2001 cuando se volvió a reformar la Constitución de Córdoba conformándose la unicameral. También llegó a estar frente a la organización de los trabajadores radicales cuando la Unión Cívica Radical (UCR) incorporó a su estructura a los trabajadores como parte de su funcionamiento orgánico. Por otra parte visitó varios países y asistió a organismos internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ejerciendo la representación presidencial.
Por su parte Camilo Rodríguez fue asesor gremial del presidente Alfonsín, también  participó de reuniones de organismos internacionales. Inició su militancia gremial en el sindicato de los empleados municipales, fue secretario adjunto de la organización gremial de los trabajadores radicales  nivel nacional y también secretario general de la Confederación General del Trabajo  (CGT) de la ciudad en tiempos de la dictadura y de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) de Villa María en tiempos democráticos. En lo político fue candidato a legislador en las elecciones de 1983. En esa campaña conoció a Alfonsín, iniciando una relación que terminaría llevándolo a Buenos Aires para trabajar cerca del entonces presidente de la Nación. Recuerda que “un día, vinieron Zanotti y Nito Botta a decirme que Alfonsín quería hablarme y allí fui con Miguel. Nos dijo que nos quería cerca de él”. Por su parte Olaviaga había conocido a Alfonsín en el año 1981 cuando éste vino a Villa María para presentar su libro “La cuestión Argentina”. Por entonces era transportista, comisionista con su vehículo. El también recuerda que luego del triunfo de octubre de 1983, una noche lo visitó el legislador electo Nito Botta para hacerle saber que Alfonsín lo esperaba junto a Camilo, en el Hotel Panamericano de Buenos Aires. 
 
Un demócrata
Estos dos hombres compartieron muchos momentos con Alfonsín, trabajando, viajando y en diferentes momentos de la vida del líder radical cuya figura ha comenzado a ser rescatada por los medios masivos. Camilo lo describe como un hombre de gran memoria: “No se olvidaba de las caras, siempre recordaba la gente que conocía, aparte a una conversación podía traer lo que había dicho hacía meses. Tenía una memoria privilegiada”. También lo pinta como una persona muy agradecida: “A Nito Botta le debía el gran gesto de ayudarlo cuando era perseguido por la Triple A. No olvidaba esas cosas y manifestaba su agradecimiento. Fue el villamariense que más conoció a Alfonsín. “Yo sentía que me quería, tuvo muchos gestos de amistad conmigo, pero a Miguel lo respetaba mucho, escuchaba con interés todo lo que decía”. Camilo recuerda cuando una vez el presidente le preguntó si conocía a un dirigente gremial de extracción peronista de la provincia de Buenos Aires: “Cuando le respondí que sí conocía a ese dirigente, me dijo que entonces tenía que encargarme una tarea. ‘Andá y decile que quiero comer un asado con él porque cuando en plena dictadura iba a su ciudad él era el único que me abría las puertas de su sindicato para que pudiera hacer un acto’”.
Rodríguez también señala otros aspectos de la personalidad de Alfonsín, diciéndonos que cuando trabajaba “era un hombre detallista, de carácter fuerte. No un gritón, para nada, pero te hacía saber con firmeza lo que no le gustaba”. En muchos de esos momentos ponía en juego su memoria, recordando lo dicho en reuniones que se habían realizado hacía meses. Olaviaga también pinta un Alfonsín respetuoso de su interlocutor, atento a quien le hablaba y con la serenidad de un hombre de Estado. Recuerda una vez que estando reunido con el presidente de la Nación sonó el teléfono: “Debe haber sido una línea especial, pues directamente atendió él”. Eran tiempos de problemas con grupos de militares de la Armada, Olaviaga recuerda que luego de escuchar, Alfonsín contestó “que los lleven a la alcaldía”. Volvió a escuchar y reafirmó su orden señalando: “Dije a la alcaldía”, luego cortó y reanudó la conversación “con la serenidad de un estadista que podía estar conversando con dirigentes del interior del interior, levantar el teléfono y no sólo ordenar,  sino también reafirmar  lo que había dispuesto, para luego retomar la conversación con  total serenidad”.
Los dos tienen muchas anécdotas con el expresidente, demasiadas para ser contadas aquí y, por otra parte, algunas de ellas reservadas a la privacidad de las mesas compartidas con amigos. Pero rescatan muchos aspectos de su personalidad. Por ejemplo, Camilo lo describe como valiente, cálido, afectuoso. En tanto Olaviaga lo presenta como un hombre con un discurso atractivo y abierto al diálogo. Recuerda que aquel día que lo conoció en el cine de la calle Entre Ríos su hablar lo impactó, “porque era un discurso diferente el que planteaba, desde una cuota muy grande de voluntarismo, en realidad costaba asumir en ese momento tan ríspido de la vida política nacional que alguien se atreviera a hablar de luchas de masas y de la presencia del pueblo en las calles como expresión de defensa de la Constitución Nacional”. No había muchos presentes, “con generosidad puede decirse que aquella vez la mitad de las butacas del Cine Rex estaban ocupadas”. Había llegado a la ciudad con un portafolio “que después me enteré era todo lo que lo acompañaba. Era un portafolio con una camisa adentro”. Un hombre modesto. Terminada la charla, Olaviaga se le acercó en la vereda “para decirle lo interesante de su charla”, se cruzaron a la librería que enfrente tenía Daniel Baysre y “allí estábamos Osvaldo Samuel, Daniel Baysre, Alfonsín y yo. Conversamos y me preguntó si era radical, le dije que no tenía ninguna identificación partidaria... Expresamente me pide que lo acompañara”. Le habló de la necesidad de recuperar los partidos políticos. Algunos bienintencionados amigos decían a Olaviaga que ese hombre que le había hablado a un reducido auditorio era algo campechano, pero el dirigente villamariense dice que ya lo había conquistado y él contestaba que “si bien era un hombre que hablaba suave, p decía cosas fuertes”.
Estos dirigentes tuvieron mucho que ver con el proceso de reconocimiento del INESCER como una institución pública de nivel nacional. Camilo recuerda cuando le pidió al presidente que firmara el decreto y luego la reunión en que el propio Alfonsín entregó la pieza legal en manos de Ángel Diego Márquez.
El recuerdo del líder radical emocionó a los entrevistados y se dieron generosos a la narración de innumerables anécdotas de ese hombre alejado de los personalismos, de los lujos,  un demócrata de abrazos cálidos. Para cerrar esta nota elegimos  una frase de Olaviaga que dijo “lo más trascendente es la búsqueda de una democracia social profundamente enraizada y sostenida por los sectores populares con un alto nivel de conciencia… No siempre el partido fue comprensivo con Raúl Alfonsín y de la misma manera que en otras épocas, en la literatura de los ´60 ó del ´70 se hablaba de que la revolución se comía los mejores revolucionarios, pues casi que podemos decir que en el caso de la democracia a veces se come a los mejores demócratas. Hubo manifestaciones, respecto a la valía de Alfonsín y la transparencia de su propuesta verdaderamente descalificantes, a veces desde los mismos sectores radicales”. 

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