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El autor, primero de la derecha, junto a otros miembros de la iglesia local |
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El doctor Luis Pérez Seggiaro se acerca como otros y con natural regocijo a la celebración del primer siglo que la Iglesia Evangélica en Villa María cumpliera el año anterior.
Lo hizo con la publicación del libro "Así fue", un importante documento histórico, que nos lleva a recorrer cien años de presencia evangélica en nuestra ciudad.
La obra es para leerla, releerla, sentirla, demorarse en cada párrafo y disfrutar con ese manojo de recuerdos cuando la fuerza evocativa de este médico hace resurgir viviente a una legión de cristianos identificados con el espíritu de servicio o de trabajo, a semejanza de aquel Divino Obrero que ofreciera treinta años de su vida como una parte del precio de la redención consumada en el Calvario.
Muchos de los nombrados en los diferentes capítulos han trabajado o están trabajando con amor cristiano para la Iglesia.
Otros ya no están en este mundo, pero sí permanecen en el corazón y en la memoria de quienes le conocieron.
Ellos fueron como una buena vitamina para el espíritu y nada más justo que homenajearlos.
Por eso, este médico y pastor de la Iglesia (ubicada en calle General Paz 260) escribe estas páginas.
Para que no queden envueltos en el polvo del olvido esos animadores del cristianismo y que además cumplieran significativos papeles en el medio.
En sus escritos Luis Pérez honra la memoria de aquellas almas sensibles que fueron sembrando su actividad apostólica y su ayuda traducida en la palabra buena o reconfortante, como así también en hecho de labor asistencial, atendiendo enfermos gratuitamente, sirviendo a sus vecinos, visitando gente temida en las cárceles, acercando provisiones a los privados de lo elemental, inaugurando dispensarios y comedores comunitarios en barrios pobres, organizando campamentos o meriendas para niños carenciados y extendiendo cada día su mano a los necesitados.
También el autor señala la relación de los miembros de la Iglesia con las experiencias misioneras ya en el Chaco Salteño o en la tierra colorada de Chubut, donde reina la más penosa miseria.
Ahora bien, la obra del doctor Pérez Seggiaro no se reduce sólo a nombrar a los hermanos que se "metieron" por caminos de entrega y servicio asistencial. El nos presenta asimismo la relación de la Iglesia con la música y allí nos regala la emoción de encontrarnos con intérpretes fraternos y sonrientes que desparramaron por mucho tiempo su caudal de música.
Además, en esta memoria se relaciona la Iglesia con las letras y así rememoramos la fecunda y valiosa producción de conocidos escritores villamarienses. No falta tampoco la correspondencia o conexión de los miembros con el deporte, la política, los medios de comunicación, el teatro, los encuentros con otras iglesias y el humorismo de ciertas anécdotas para traer la presencia de esa sonrisa necesaria.
Todo escrito con la responsabilidad de un historiador pero, sin que el autor incurra en la frialdad de contar sólo una historia. Todo está escrito con amenidad y soltura.
Saludamos con alegría la aparición de esta obra que discurre un siglo de historia y, donde, con sencillez y sentimiento este médico tan querido en nuestra ciudad habla de la sustanciosa enseñanza de cuánto puede el amor del hombre cuando se funde con el amor de Dios.
Puqui Charras
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