El exintendente Horacio Cabezas preparó un discurso y luego no leyó en el acto conmemorativo por los 30 años de democracia, pero que quiere compartir con nuestros lectores:
“Bien merece este acto de evocación, la fecha que significó una fuente de esperanzas e ilusiones para el pueblo argentino. Vivíamos sofocados por la restricción de las libertades más elementales, por la comisión de un insoportable terrorismo de Estado que arrastró y significó martirio a tantos argentinos que padecieron torturas, vejámenes y muerte. Se comprende entonces la sed de paz y libertad que desbordaba las ansias de gran parte del pueblo argentino. Las heridas cometidas por ese régimen, perverso y criminal, no han sido aún restañadas en su totalidad
La Justicia se cobró en parte los crímenes de lesa humanidad, pero la horrenda pesadilla y realidad que significó la tragedia argentina iniciada en 1976 no ha terminado aún y será difícil predecir hasta cuándo perdurará
En aquel lapso de silencio, hubo penurias para muchos sectores, sin que se vislumbrara un acontecer más noble y feliz, pero los infortunios no fueron suficientes para abatir la fe, cuyos impulsos no fueron otros que el ansia de llegar a la recuperación de los valores fundamentales del hombre, el anhelo de vencer un descreimiento generalizado, la sed de justicia social y el recupero del ideario nacional iniciado en mayo de 1810, afirmado en la Asamblea de 1813 y en el Congreso de Tucumán, como fuentes auténticas de nuestra nacionalidad y en las relaciones efectivas de los gobernantes que ejercieron sus mandatos con inspiración patriótica y aferrados al credo de la Constitución Nacional
La voluntad soberana del pueblo expresada en memorable jornada, de la cual resultaron ungidos presidente y vice de la Nación, los dignísimos ciudadanos Raúl Alfonsín y Víctor Martínez, así como los ciudadanos Eduardo Angeloz y Edgardo Grosso en nuestra provincia de Córdoba, fue el inicio de una esperanza nueva que tenía como soporte la honorabilidad de las autoridades electas que habían de asumir la responsabilidad de gobernantes en los distintos estamentos en que se gradúa la organización política de la Nación.
En el renacer de esa esperanza y los esfuerzos posteriores que la acompañaron es justo reconocer la participación que tuvieron las expresiones políticas, la comprensión y apoyo con los que la ciudadanía acompañó a los gobernantes cuando éstos manifestaron ponerse al servicio de los intereses comunitarios sobreponiéndose a la tentaciones del favor partidario o sectario.
Durante el lapso de 30 años transcurridos en las políticas asumidas por los sucesivos gobiernos han quedado muchas insatisfacciones, pero no es la democracia la que ha incurrido en faltas. La democracia es un estilo de vida que nos induce a forjar altos ideales. Somos los protagonistas que obramos en el ejercicio de sus prácticas o en las funciones públicas los que han incurrido en incumplimientos o gestiones negativas que conducen a situaciones no queridas, cuando no reprobables. Es cierto que como todo ideal, no le es dado al hombre realizarlo en plenitud, pero valen sí la sinceridad de sus propósitos y el esfuerzo por alcanzarlo.
El pueblo de la Patria, a través de denodado esfuerzo, sacrificio y dolor, había logrado recuperar su legítima potestad. Lamentablemente, quizás por el ímpetu de las ansias legítimas de los ciudadanos o por errores desgastantes de la credibilidad general se hayan visto malogradas muchas esperanzas contrariando de una u otra forma las comprensibles expectativas de los ciudadanos. No creo que se trate ahora de distribuir culpas o reclamar glorias. Por el contrario, habrá que afirmar cada vez más los esfuerzos para restaurar los ideales y enmendar los errores para que la democracia y la forma republicana de gobierno reencuentren un camino perfectible.
Desde esta honrosa tribuna siento la vehemencia de agradecer al pueblo de la ciudad de Villa María por el fervor respetuoso y patriótico con que se acudió a la consulta electoral constituyéndose en el fermento inicial y perseverante que permitió a través del tiempo mantener y fortalecer el ideario democrático en el lapso de los 30 años transcurridos desde una jornada memorable hasta nuestros días. Seguramente que las sucesivas generaciones han de trabajar por el perfeccionamiento de las prácticas que requiere su ejercicio en miras al fortalecimiento de las potestades que ella nos brinda a todos los argentinos en términos de igualdad.
No crean ustedes que mi conciencia es ajena al reconocimiento y comprensión de los desaciertos cometidos por comisión o por omisión de caminos valederos. Pero percibo que la generosidad de mi ciudad me ha redimido de los muchos errores, impulsándome a seguir trabajando por su gente, colaborar con las sucesivas autoridades y alentar el progreso de la ciudad en todas las circunstancias.
Gracias por vuestro tributo de recordación y homenaje. Es un honor, un mensaje y una reflexión para nuestras vidas y conductas ciudadanas.
Formulo mis más fervientes votos para que nuestra ciudad, la provincia y la Patria toda sigan el derrotero de grandeza, para que sus habitantes se sientan atraídos para realizar los mejores emprendimientos al compás de los preceptos constitucionales y para que las autoridades no desmayen en sus propósitos de trabajo y sean agraciados con las mejores ideas en pos de la felicidad del pueblo.
Gracias infinitas a toda la gente de mi ciudad”.