La otra Villa, la de la falta de oportunidades está allí. Más cerca de lo que uno piensa. Está. No siempre las miradas la alcanzan pero respira, late, tiene un corazón marginal, desencantado a veces, esperanzado otras.
“Viajamos a Río Cuarto y cuando volvimos el lunes nos habían desalojado, nos habían tirado todo a la calle”.
María Izaguirre, Jorge Bustos y sus dos niñitas dijeron esas palabras al llegar a la Redacción de EL DIARIO.
Los detalles de la situación que los encontró en la calle no necesitan de una explicación pública ya que se trata de un conflicto de la vida privada familiar.
Sí, intentaremos narrar la desesperación de una pareja con dos pequeñas que se encontró sin techo en plena tormenta de la noche del lunes.
“Nos sentimos desesperados. Armamos un ranchito en el patio con unos palos y una chapa. La Municipalidad nos dio un lona para cubrir el techo y me llevaron dos colchones. Le estamos agradecidos a la asistente social que se preocupó por nosotros pero necesitamos un lugar dónde vivir”.
María Izaguirre habló. Con dolor, con incertidumbre, con bronca en algunos pasajes de su relato.
Conteniendo las lágrimas afirmó: “Se nos mojó todo, la ropa, los muebles. Nos quedamos sin nada. Necesitamos ayuda”.
Fue un pedido de auxilio.
“Hace dos años que vengo peleando por una casa, no nos alcanza con una lona, eso debe entender la Municipalidad. Pero nos dicen que no hay viviendas, que no hay terrenos...”
La mujer contó también su situación económica. Sin trabajo fijo, viven de changas y no pueden afrontar el pago de un alquiler.

Si alguien puede ayudarnos...

El “ranchito” como ella le llama está en un patio de Neuquén 50 de barrio San Martín.
“Si alguien puede ayudarnos, ahí nos encontrará”, señaló.
Dolida por lo que le toca vivir en este momento pero con mucha fuerza (confesó) para salir a pelear por un techo.
“Yo te digo, si tengo que salir a encadenarme o a quemarme para que (el municipio) nos dé una casa lo hago...lo hago”.
Una pausa, unas masitas para las nenas que poco entienden de la preocupación de sus padres.
“Nos ofrecieron llevarnos por unos días al Hogar de Ancianos. Pero no es solución, son unos días y después otra vez a la calle...”
Es la otra Villa. La que espera soluciones que no llegan.
La que está allí y todavía espera.
N.M