La llegada de la Navidad y el Año Nuevo transforman el paisaje urbano de algunas ciudades, con luces, pistas de hielo o gigantescos árboles.
La fisonomía urbana de ciudades como París, Nueva York, Viena, Río de Janeiro y Moscú cambia con una ornamentación para esa ocasión, que reinterpreta sus principales obras arquitectónicas y, a la vez, atraen a miles de turistas.
París se distingue por su arquitectura gótica, de hecho, la Basílica de Saint-Denis es la primera que se construyó bajo este concepto en toda Francia.
Durante muchos siglos, la ciudad se distinguió por sus calles estrechas y callejones, pero las cosas cambiaron después de 1852, cuando el Barón Haussmann ideó un plan urbanístico que demolió gran parte de la ciudad, para conformar amplias avenidas alineadas con edificios neoclásicos de piedra destinados a la nueva burguesía.
Esa arquitectura se ve realzada en Navidad, cuando París se vuelve más especial. Las principales avenidas, como Campos Eliseos, se llenan de luces y es posible ver un árbol de grandes dimensiones frente a la Catedral de Notre Dame. Además, el espectáculo de fuegos artificiales sobre el río Sena hacen de esta fecha algo inolvidable.
Conocida como la Gran Manzana, Nueva York es una de las urbes más reconocidas por la modernidad de sus construcciones, sobre todo por lo alto de sus rascacielos; tiene alrededor de 4,493 edificios de gran altura, más que ninguna otra ciudad del mundo. Además, sus edificios tienen diferentes estilos arquitectónicos, como el Woolworth, de estilo neogótico, o el Chrysler, de art decó.
En sus distritos residenciales destaca la piedra arenisca color marrón y el ladrillo, que era traído de las zonas aledañas.
En esta ciudad, desde mediados de noviembre las luces blancas y azules adornan las principales calles, jardines y parques esperando la Navidad. La gente patina sobre pistas de hielo al aire libre, ubicadas en los lugares más públicos. Para las fiestas, todo un espectáculo es ver cómo encienden el árbol de Navidad del Rockefeller Center, uno de los más tradicionales del mundo.
En Viena, Austria, abundan los palacios aristocráticos con una arquitectura barroca que aún permanece hasta la actualidad. La ciudad incluso, tiene edificios diseñados por varios premios Pritzker, como el Haas-Haus, construido por Hans Hollein, quien fue el primer austríaco en recibir este galardón en 1985.
El Haas-Haus es uno de los inmuebles más emblemáticos del país y es de arquitectura posmoderna. Fue construido entre 1985 y 1990 y tiene dos fachadas: una de cristal y la otra formada por una estructura de casetones (adornos huecos geométricos) de estilo romano.
Otras importantes construcciones de Viena son el Museo Albertina, la reforma del Hilton Viena, la Media Tower, el Centro de Arquitectura de Viena, el Palacio de Shönbrunn y el Palacio Imperial Hofburg.
Cada uno remarca su fisonomía para la llegada de las fiestas de fin de año, pero especialmente el Palacio de Shönbrunn y el Palacio Imperial Hofburg iluminan sus representativos jardines con luces de todos los colores para esta fecha.
En Viena, durante la Navidad, los comerciantes instalan mercados por toda la ciudad, algo que también aporta luz y color, transformando el paisaje cotidiano.
Sumado a la ornamentación, para despedir al Año Viejo hay muchas celebraciones formales y de gala, uno de los eventos más importantes es el concierto que ofrece la Orquesta Filarmónica de Viena. Además, en el Ayuntamiento de Viena se imparten talleres para niños donde aprenden a hacer sus propios regalos de Navidad.
Moscú tiene diferentes estilos arquitectónicos: renacentistas, barrocos, pero también de arquitectura moderna. En el centro histórico predominan los edificios prerrevolucionarios, cuya construcción data de finales del Siglo XIX y principios del XX. Entre otros, se encuentran "Las Siete Hermanas", que son los siete rascacielos que existen en Moscú, llamados también rascacielos estalinistas.
En esta ciudad, que es lo más fiel a la representación de una blanca Navidad, pues la nieve la cubre para esta época del año, cada cúpula, cada calle y cada plaza se ilumina y se engalana para realzar su arquitectura.
A diferencia de otras ciudades, en donde las temperaturas bajas engalanan las fiestas de diciembre, en Río de Janeiro, Brasil, el calor es algo que acompaña la Navidad y el Año Nuevo.
La arquitectura moderna de esta ciudad está desarrollada frente al mar, mientras que la precaria está en las laderas de la zona. Entre sus monumentos principales está El Cristo Redentor, levantado en 1926 en el cerro de Corcovado; el Ministerio de Educación y Salud, considerado el primer edificio moderno de oficinas en Sudamérica, y el Museo de Arte Contemporáneo, que es una representación de su arquitectura futurista.
Más allá de la iluminación con la que se adornen los edificios, algo típico que caracteriza a la ciudad es el árbol de Navidad gigante que año tras año se enciende en la bahía frente al Cristo Redentor.
Durante la Nochevieja, los habitantes tienen la costumbre de cargar pequeños barcos con regalos, pues es símbolo de buen presagio si la marea se los lleva. Durante la Nochebuena se puede disfrutar de los fuegos artificiales en las principales playas.
Fuente www.obrasweb.mx
El árbol más grande, en Italia
El árbol de Navidad más grande del mundo, de 950 metros de alto y 450 de ancho, se encendió el 8 de diciembre pasado en las laderas del monte Ingino que domina la ciudad italiana de Gubbio, ubicada 230 kilómetros al norte de Roma. El encendido del árbol, realizado con un clic sobre una tablet y aguardado por cientos de personas congregadas en el lugar, fue realizado por el director de Cáritas Italia, Francesco Soddu.
Soddu aseguró que con esto, se busca resaltar el mundo del voluntariado -al cual pertenece esta iniciativa-.
Esta particular tradición navideña, que hace 22 años entró en el libro Guinness de los Récords, colecciona números impresionantes: más de 1.040 puntos de luz de neón conectados por 19 kilómetros de cables eléctricos que hacen iluminar a su vez 850 lamparitas sobre el árbol y 190 en la estrella cometa, que cambia de color cada cinco minutos y mide mil metros cuadrados.
El árbol colorea desde hace más de 30 años el monte de la ciudad medieval de Gubbio, desde el atardecer hasta bien entrada la noche y estará prendido hasta el próximo 10 de enero. La figura, que desde el año pasado cuenta con una instalación fotovoltaica que le permite alimentarse con energía solar, otorga un efecto cromático único para Gubbio, bellísima ciudad medieval trepada a la montaña y célebre por el "hermano lobo" que atemorizó a la población en los tiempos de San Francisco de Asís.
Durante más de tres meses, 40 "alberalioli" voluntarios se encargaron de trabajar en la instalación y decoración del árbol.
Además, fue inaugurado el pesebre del histórico barrio de San Martino, compuesto por más de 120 estatuas de terracota de altura natural. Junto a las tradicionales escenas de la Natividad fueron reconstruidos los talleres de los trabajadores de las artes y los antiguos oficios medievales de Gubbio.