Da lástima ver cómo se desgrana nuestro querido Hospital Pasteur.
El Hospital no es ni más ni menos que un grano de arena en el gran montón.
Da lástima ver cómo se desgrana el contrato social y, aunque no me crean, un contrato social es una hipotética estrategia de los estados para organizar una sociedad. Recuerdo sin entrar en un análisis de profundidad que la convertibilidad fue un contrato social que duró muchos años, era un contrato social de poder económico. Cuando triunfó Alfonsín en las primeras elecciones posprocesos militares fue un contrato social, ya que la gente depositó su confianza en el poder político, pero veo que siempre son transitorios, ya que terminamos desconfiando de nuestros políticos y se cae el tejido social que nos permite estar contenidos por el Estado, ya sea nacional, provincial o municipal.
La conducción del Hospital, que en definitiva son políticos que responden a las políticas sanitarias de la provincia de Córdoba como delegados del Ministerio de Salud, no está a la altura de las circunstancias actuales por las que atravesamos, no solamente no tiene peso en su área, sino que se ha encargado de destruir lo que muchos de los que ahí trabajamos habíamos logrado, por sobre todo un recurso humano con ansias de crecer hacia adentro y dar respuestas a la comunidad.
Paulatinamente nos han ido diezmando hasta llegar a la impotencia casi total y sucumbir ante la conducción, ya no sólo no damos respuestas a los pacientes, sino que también estamos perdiendo las residencias médicas que, en definitiva, son nuestra fuente de crecimiento.
Ni que hablar del tema de estructura edilicia, no soportaría una inspección de arquitectura. Ni hablar de la falta de insumos y la calidad de los mismos, sólo por mencionar algunos de los déficits.
Desde hace varios años no veo políticas públicas adecuadas en seguridad, educación y salud y tampoco hay una estabilidad económica que nos contenga, no podemos entender cómo los gobernantes no entienden que la inclusión social no significa gastarnos las reservas del país en resolver el tema de los más necesitados, pero resulta que estamos dispuestos a ayudar a los que menos tienen y como los gobernantes ya no tienen más dinero del baúl, empezaron a aplicar impuestos cada vez más masivos: al valor agregado, a las ganancias, a la compra de vehículos, al cigarrillo, al combustible, a los servicios. Alrededor del 57% de nuestros ingresos se destina a los mismos.
¿No les parece, señores políticos, que ya es hora de cambiar de rumbo de este tipo de política económica tipo keynesiano? A decir verdad, esto genera aumento del déficit fiscal y del gasto público para sostenerlo. España y Grecia son los últimos fracasos de la macroeconomía de Keynes y nosotros seguimos tras la misma historia.
Se está acabando el tejido social, se está acabando el contrato social.
Ustedes miran para otro lado. Por favor, salven al Hospital, pero sobre todo, salven al país.
El dinero para la salud no es un gasto, es una inversión. La gente no tiene acceso a la salud gratuita, pero tampoco a una educación adecuada, seguridad ni justicia. ¿Qué les queda a los pobladores? Ser cada vez más intolerantes, agresivos, porque no saben qué pueden hacer para cambiar la historia.
Generemos conciencia entre la población, acérquense al Hospital a darle una mano, les pedimos a la gente simple que vive de su trabajo que nos acompañe. Sólo nos queda pacíficamente manifestar u expresarnos.
Víctor Scocozza
DNI 11.257.506