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22 de Diciembre de 2013
Denuncia - Su expareja la agredió, pero por denuncias cruzadas terminó ella sin techo y el agresor en la vivienda familiar
La ley de violencia fue usada contra una mujer golpeada
Lorena Benítez fue agredida por su expareja. Si bien la Justicia actuó restringiendo el acercamiento del agresor, sus familiares presentaron denuncias cruzadas y hoy es ella la que está en la calle
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Fotografías: 1) Por la quebradura del tabique nasal, se tuvo que operar, aseguró Lorena Benítez 2) La familia de su expareja presentó una denuncia cruzada y ella, que fue agredida, debió dejar la casa que habitaba con sus hijos

 

“Un mes me duró la confianza en el sistema”, dice Lorena Benítez (38), una mujer que el 5 de octubre, denunció haber recibido una paliza de parte su expareja y padre de sus tres hijos, que le provocó hematomas en el rostro y la fractura del tabique nasal.
Su calvario comenzó tal vez antes, pero se desató con la fuerza de un tornado ese día y desembocó en que hoy sea ella la obligada a dejar la casa en la que vivía con sus hijos.  Pese a que trabajó toda la vida, debe deambular por distintos domicilios de familias y amigos, sin tener aún un lugar fijo.
 
Su historia
 
Benítez vino de su Pampayasta natal a estudiar Magisterio en Villa María. De su pueblo conocía a Carlos Angel Torres (43), con quien hace 16 años comparte la vida.
 De esa unión nacieron los tres hijos de la pareja, la mujer de 16 años y dos varones de 14 y 10.
“En realidad, él siempre fue violento. Una vez, porque dijo que yo me estaba poniendo pesada, tiró al suelo la mesa en la que estábamos todos comiendo”, dijo.
En otra oportunidad, le dio un cabezazo porque ella había decidido separarse hace unos siete años atrás.
“Yo siempre lo justificaba, pensaba que había cosas que lo ponían mal y decía: ‘Eso lo raya’ o ‘se levantó con el pie izquierdo’”.
Pero el 5 de octubre, fue más lejos de lo imaginable. “Yo llegué a mi casa y él me recriminó que había usado el auto. Sin discutir, le entregué las llaves y me calzó tres trompadas. La última me hizo caer y golpear contra algo. Yo me vi en el suelo, llena de sangre”, recordó.
Lo peor fue cuando la hija mayor, al escuchar los ruidos, se despertó. “En un segundo él se hizo la víctima y le dijo que yo estaba borracha, que me había caído por eso”, relató.
Sabía que ese límite no podía dejarlo traspasar e inmediatamente llamó a sus amigas y se fue a la Policía a radicar la denuncia. De ahí al Hospital a recibir las curaciones. “Me hicieron unos puntos en la nariz y después una placa, donde me confirmaron que tenía el hueso quebrado, además de los traumatismos en ambos ojos producto de las trompadas. Por la quebradura tuve que operarme, dado que me había quedado el tabique desviado y no podía respirar”, agregó.
Hizo lo que se debe hacer en estos casos. Denunció y logró que su expareja tuviera una orden de restricción para que no pudiese acercarse al hogar conyugal.
“Sentí un alivio porque entendí que la Justicia protegía a las mujeres golpeadas. Yo les dije en Tribunales que vivíamos en una casa que es propiedad de mi suegra y me dijeron que en lo inmediato no me hiciera problema, porque un juicio de desalojo dura bastante. Yo trabajo como portera en una escuela y sabía que tenía que comenzar a alquilar. Obvio que no me importaba si eso significaba vivir en paz, pero necesitaba tiempo”. Poco le duró la ilusión.
 
La trampa
 
Pasó un mes y medio de aquella brutal agresión, cuando su suegra -propietaria de la vivienda- llegó a la casa y les dijo que se iba a quedar a vivir allí. Pidió unas llaves y a los tres días, un oficial de Justicia, el mismo que había presentado la orden de restricción contra su expareja, tocó el timbre para decirle que la suegra la había denunciado por maltrato y que en consecuencia ahora era ella quien debía dejar la casa.
Se fue sin nada. Desesperada, sin saber a dónde ir y sin entender que había caído en una trampa. “En Tribunales no averiguaron si era verdad lo del maltrato que denunció mi suegra, algo que no ocurrió. Tampoco supieron que ella no vivía en esa casa, aunque fuera la propietaria. Estuvo todo armado para sacarme de ahí”.
Cabe señalar que la Justicia tiene en la ley de violencia de género una herramienta para actuar con celeridad frente a estas denuncias.
Esto permite dictar en cuestión de horas la orden de restricción y prohibición de acercamiento del supuesto agresor. Se hace sin ahondar en la denuncia, dado que es una medida que procura prevenir mayores males para las víctimas de violencia doméstica.
Luego de esa medida, tienen que citar a una audiencia, donde comienzan a investigar la denuncia.
“La audiencia a la que me citaron cuando denuncié a mi marido me la dieron a los 10 días. Pero no se pudo concretar porque había asamblea de los trabajadores. Ahora, estoy citada a la audiencia por la denuncia de mi suegra, pero es recién en febrero”, informó Lorena Benítez.
Es claro que la misma ley que la liberó de la presencia del agresor fue usada un mes después en su contra para dejarla en la calle.
 
¿Y mientras tanto?
 
En este lapso, Lorena con su hija mayor deambulan por distintos hogares. “Mi mamá vive en un monoambiente, así que paramos ahí cuando ella está trabajando. Después vamos a casas de amigas”, señaló.
Ahora encontró un lugar para alquilar, algo que pensaba hacer con más tiempo. “Me encuentro con otro problema, porque si bien toda la vida trabajé, siempre pagué cuentas o compré cosas para la casa. Hoy no tengo ni una colchoneta para llevar a la nueva casa”, argumentó.
Se agolpan las palabras para entrelazar el relato de lo que vivió con los temores por el futuro. Uno de sus principales miedos es que “pongan a los chicos en mi contra”.
Por lo pronto, muestra algunos comentarios de su expareja en Facebook, en el que la descalifica. “Dice que me operé la nariz por estética, me trata de cualquier cosa. Ojalá que haya justicia”, deseó.
Se animó a hacerlo público después de ver la valentía con que Vanesa Bertotto, otra mujer agredida por su expareja -Diego Pujol, hoy demorado en la Comisaría- y para que “no haya más personas que justifiquen el accionar de los violentos”. Y también, para que la Justicia le dé una respuesta a la pregunta acerca de por qué la dejaron en la calle, cuando fue ella la que sufrió los golpes. Hasta ahora, a esa respuesta no la tiene.

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