Sr. director
Hace tres meses mi hija María Belén Dacal se dirigía a su lugar de trabajo a las 3.40 de la madrugada, cuando su vehículo fue embestido brutalmente en la intersección de 25 de Mayo y Sarmiento, sufriendo politraumatismos y corriendo peligro su vida.
Hoy quiero agradecer, con todo mi corazón, en primer lugar a Dios que permitió que María Belén esté viva, ¿de qué manera lo permitió? Haciendo que los Bomberos llegaran a tiempo para rescatarla, que mientras todos los transeúntes testigos del hecho la calmaran, ya que estaba atrapada en el vehículo y se dificultaba poder sacarla del mismo.
La atención del Hospital Pasteur donde se le practicaron los primeros estudios para después derivarla a la Clínica San Martín, lugar donde quiero hacer hincapié con la rapidez que actuaron para poder salvarla.
Por eso, no me va a alcanzar la vida para agradecer a los médicos que estuvieron con ella en el quirófano, a los médicos que la atendieron en terapia intensiva y a los que la atendieron en el piso, a los fisioterapeutas, a las enfermeras y enfermeros que la contuvieron y la atendieron con cariño y respeto.
Al personal de limpieza y mantenimiento que respetaron sus tiempos, realizando su trabajo sin hacer ruido en sus momentos de mucho dolor, al personal administrativo que en todo momento trató de solucionar los trámites para que nosotros nos dedicáramos a la atención de nuestra hija.
También quiero hacer extensivo mi agradecimiento a la solidaridad de la gente cuando solicitamos sangre y la ofrecieron desinteresadamente, a familiares y amigos que nos acompañaron en tan difícil momento. Que Dios los bendiga a todos, siempre van a estar en nuestro corazón y en nuestras oraciones.
Felices fiestas.
Cecilia de Dacal y familia