Otro año escribiendo historias de la ciudad. Si bien 2013 fue accidentado para este pequeño espacio dedicado al pasado local y regional, llegamos a diciembre luego de publicar varias notas contando cosas de nuestro terruño. Repasando lo publicado aquí desde 2005 vemos que no es cierto que en nuestra Villa María “nunca pasa nada” como suele escucharse por ahí. En realidad es muy rica la historia de esta ciudad y los hombres y mujeres de este pueblo han protagonizado hechos de importancia tal, que trascendieron los límites de la región. Claro que el repaso de nuestra historia nos enfrenta a acontecimientos, y procesos, que no siempre son de lo más positivo. Pero si algo puede leerse como continuidad a lo largo de los años que lleva creada Villa María, es la valentía de ciertos sectores populares que han sabido, muchas veces en contra del pensamiento que predominaba en el momento, defender aquello que tiene que ver con el bienestar de las mayorías, con la justicia y la libertad. Y generalmente estos sectores han estado integrados por hombres y mujeres provenientes de la clase trabajadora. Con diferentes ideologías políticas supieron, incluso no siempre de acuerdo con sus dirigentes locales, dar lucha por sus ideales. Por sólo recordar algunos pensemos en los socialistas y radicales peleando contra los fascista en los años 30; antes los anarquista luchando por los derechos de los trabajadores; los comunistas defendiendo sus ideas a pesar de la persecución sufrida en tiempo del primer peronismo; la militancia de los peronistas aunque estuvieran convertidos en mala palabra luego del golpe del 55; los radicales tachados de “radicales comunizantes” antes de ese mismo golpe de Estado; los jóvenes y los trabajadores organizados trayendo el eco del Cordobazo a las calles de Villa María en el mismo mayo del 69; los grandes gestos de valentía de aquellos que se opusieron a la dictadura desaparecedora de personas y sus colaboradores locales en el Gobierno municipal. Podríamos continuar repasando la historia de nuestra ciudad y trayendo a la memoria cuestiones parecidas a las mencionadas, pero para esta nota dominical elegimos recordar tres acontecimientos que consideramos de gran significancia.
El primero de ellos fue cuando el golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 llegó a nuestra ciudad. Fue cuando cayó un gobierno de muchos bajo el golpe asestado por quienes representaban a esos pocos que no querían la continuidad del radicalismo en el poder. El presidente Hipólito Yrigoyen había sido elegido por el voto popular y luego derrocado por los militares al servicio de sectores sociales privilegiados que no toleraban más un gobierno democrático. Cuando en Villa María el capitán, retirado, Juan Carlos Montes destituyó al intendente municipal Ernesto Díaz, todo lo que recordaba al presidente de la Nación recientemente derrocado fue retirado cuando no destruido por quienes usurpaban el poder político en la ciudad. La persecución desatada contra los radicales también llegó a villamarienses como el propio Sabattini, Salomón Deiver, Antonio Sobral, Juan Arregui y otros. Algunos de éstos participaron en la preparación del fracasado contragolpe previsto para diciembre de 1930. Esos fueron tiempos muy duros para los radicales. Para dimensionar puede recordarse que el 8 de septiembre la Jefatura local de Policía recibió la orden de fusilar a Amadeo Sabattini donde se encontrara si hacía algún tipo de manifestación acerca de cualquier cosa. Entonces los adherentes del pensamiento de Yrigoyen debieron soportar la persecución y la destrucción de los símbolos relacionados con su líder y partido, pero igual continuaron militando por sus ideales.
El otro acontecimiento que elegimos recordar nos lo contó hace poco, en oportunidad de reportearla, la militante peronista Elvira Montenegro. Estando ella en las inmediaciones donde actualmente se encuentra la Estación Terminal de Omnibus, vio venir gente desde el barrio Evita (actual San Justo), que traía arrastrando símbolos peronistas, enfrentó a los manifestantes logrando rescatar un pequeño busto del general que había sido arrancado en el mencionado barrio. En oportunidad de entrevistarla, lo sacó de una caja llena de recuerdos, de rostros fijados en el papel fotográfico y dedicatorias a la “compañera Elvira”. Extrajo de allí la cabecita dorada de Perón y con cariño la puso sobre la mesa de la cocina. El delicado gesto contrastaba con la violencia de aquellos que lo arrancaron de un lugar público.
El tercer acontecimiento que elegimos recordar sucedió en la oscuridad de la dictadura desaparecedora de personas, cuando sus colaboradores locales dispusieron deshacer un homenaje realizado por un gobierno constitucional el 25 de julio de 1973. En esta fecha el Concejo Deliberante de la ciudad presidido por Rogelio Sánchez, mediante Ordenanza 1.401, nombró “General Juan José Valle” a una calle de esta ciudad. Fue un homenaje a quien fuera fusilado por haber encabezado un movimiento que en 1956 pretendió restituir la vida democrática al país. La dictadura no toleró que existiera homenaje a un hombre que, enterado de la detención de sus camaradas, se entregó para asumir su responsabilidad y luego fue fusilado sin miramiento alguno.
La historia de nuestra ciudad está plagada de hechos positivos, quién sabe quizás llegue el día en que la militante Elvira pueda depositar con cariño el pequeño busto de Perón en un museo de la ciudad para que todos recordemos qué pasó; en un mismo lugar donde los militantes radicales puedan ver reflejadas sus luchas. No ha de estar lejos ese día, como tampoco el que se restituya el nombre a la calle Juan José Valle que está ubicada en la bajada del puente Alberdi, cerquita del lugar que un proyecto dormido en el Concejo Deliberante propone hacer la Plaza de la Militancia, para que los partidos políticos, gremios y organizaciones sociales puedan rendirle homenaje a sus militantes, que sin haber llegado a ningún cargo debieron defender sus ideas en contextos adversos.