¿Qué es lo que en realidad sucede para que en muchas (demasiadas) ocasiones los usuarios de tarjetas de débito deban ir de un banco a otro de la ciudad a probar suerte en los diferentes cajeros automáticos para hacerse con dinero que les pertenece? Son muchos los factores que confluyen para que usted salga del Nación y vaya a intentar en el Patagonia, vuelva sobre sus pasos para ver qué pasa en el Nuevo Santa Fe y se dirija luego a ver cómo están las cosas por el HCBC. Los “paseos” de ese tipo se repiten y suelen ser más tediosos si el usuario se encuentra en puntos alejados del microcentro que cuentan con cajero, como la estación de servicio ubicada en la salida hacia Bell Ville por ruta 9 o el supermercado situado en la salida hacia Arroyo Cabral por ruta 158. En fin, usted sabe que la tarea no es sencilla y que en esta época del año se complica todavía más.
Para entender por qué pasa lo que pasa, antes que nada echemos un vistazo al cajero por dentro. En el interior encontramos que tiene cuatro gavetas o “cartuchos”, en los que originalmente se ponían fajos o “balas” de billetes de baja y alta nominación (10, 20, 50 y 100 pesos). Actualmente, la mayoría de las entidades de la plaza opta por colocar únicamente fajos de papeles de 100 pesos, “con el propósito de que la cantidad de dinero sea mayor y alcance para más usuarios”. Otros todavía cargan billetes de 50 pesos en dos cartuchos y de 100 pesos en los otros dos. En estos casos, una de las explicaciones es que “no solamente existe una resolución (de septiembre de 2001) por la cual los sueldos deben estar bancarizados, sino que hasta la Asignación Universal y los subsidios, que son montos sensiblemente menores, se pagan a través de los bancos, por lo que puede suceder que a una persona los 50 pesos le signifique mucho más que a otra”.
¿Cuánto dinero hay adentro?
Así, los cajeros automáticos de las entidades de la ciudad arrancan generalmente a las 14, con cantidades que van desde los 600 mil (con billetes de dos nominaciones) a los 800 mil pesos (con billetes solamente de la mayor nominación). Un banco que cuenta con dos cajeros tendrá una disponibilidad de entre 1,2 millón y 1,6 millón de pesos, un banco con cuatro cajeros pondrá a disposición entre 2,4 millones y 3,2 millones de pesos y así sucesivamente. Claro que para que las multiplicaciones arrojen los resultados deseados, todas las máquinas deberían estar en funcionamiento, algo que no siempre (o casi nunca) sucede.
El conjunto de los casi cuarenta cajeros automáticos (de entrega de dinero, quitando los de depósito) con los que cuenta Villa María expresa una oferta diaria posible de unos 28 millones de pesos. La palabra “posible” está indicando que, para que así sea, todas las máquinas deberían estar en funcionamiento y todas deberían se recargadas cada jornada.
La extracción promedio
Ahora, si se toma en cuenta que los ciudadanos bancarizados tienen topes diarios de extracción que van de los 1.000 a los 5.000 pesos, según su sueldo, “podríamos establecer un retiro promedio del orden de los 2.000 pesos”, coinciden los bancarios. Y entonces comprendemos rápidamente que un cajero automático recién cargado servirá para atender la demanda de aproximadamente 400 personas. Los cuarenta cajeros alcanzarán a entregar dinero a 16 mil personas (en la Villa residen unas 80 mil, a las que se suman cada jornada unas 10 mil que llegan por asuntos relacionados a los negocios, la educación, la salud…). Y no resulta conveniente en este caso ceñirnos a la población económicamente activa, por cuanto, por ejemplo, en una sola entidad de la ciudad, especializada en el pago de jubilaciones y pensiones, se encuentran bancarizados nada menos que 10 mil pasivos.
Hay otros aspectos que convergen en la explicación de las dificultades que trae aparejado el operar con estos cajeros. Uno de ellos, para comenzar, es que a diferencia de los pesos Ley 18.188, de los pesos argentinos, de los australes… a la moneda actual nunca le fueron quitados ceros o agregados billetes de mayor nominación, con lo que el de 100 “se quedó chico” a raíz de la inflación acumulada durante más de 20 años (desde 1991, cuando la Ley de Convertibilidad de Menem y Cavallo le “arrancó” cuatro ceros a la moneda anterior para crear la presente sobre la base de la ficción de que un peso era iguala a un dólar).
Usar más el débito
Pero, además, los directivos de los bancos coinciden en señalar que “lamentablemente no está arraigada la idea de manejarse con la tarjeta de débito, una herramienta que si es utilizada como método de pago en los negocios debe ser tomada como efectivo”, porque “en el mismo acto el dinero pasa automáticamente de la cuenta del comprador a la del vendedor”.
“Los clientes vienen al cajero a sacar 500 pesos, se cruzan luego a hacer la compra o a cargar nafta y entrega esos 500 pesos, cuando podrían ahorrar tiempo y, en algunos casos, un porcentaje importante de dinero si tomasen en cuenta las promociones que tienen los diferentes plásticos”, señalan.
Las fuentes tienen coincidencia también a la hora de señalar que “hay algunos comercios que se aprovechan de cierto desconocimiento e intentan cobrar una suerte de plus por el uso del débito, aunque cada vez son menos, porque la gente que ya adquirió el hábito sabe perfectamente que eso es ilegal y no hace la compra en ese lugar”.
“Inclusive, algunos clientes ya se acercan a la sucursal para formular la denuncia correspondiente, que le hace caer el servicio al comerciante que incurre en esa deslealtad”, señalaron desde una de las entidades.
Hay otras cuestiones adicionales que ayudan al “mal de los cajeros”, algunas de las cuales suceden justamente en esta parte del año: por un lado, las empresas depositan el sueldo y el aguinaldo y, por el otro, los clientes necesitan más cantidad de dinero. Es decir, el movimiento es mucho mayor y la capacidad de satisfacerlo es la misma.
La recarga de los“cartuchos”
La recarga de las gavetas o “cartuchos” con fajos o “balas” de 50 y 100 pesos se realiza mientras el banco está abierto. Cuando el tesoro se cierra, por los mecanismos de retardo de apertura ligados a la seguridad, se deberá esperar hasta la jornada siguiente.
“Nosotros tenemos estipulada la hora 14 para la recarga, pero podemos adelantarlo a las 8.30 si vemos que están vacíos, algo que ocurre generalmente los días lunes”, comentan desde una de las entidades. Y enseguida apuntan: “Esto sucede porque todo el fin de semana, desde las 14 del viernes hasta las 8 del lunes, cuenta como una sola jornada. Es decir, si una persona tiene un límite de extracción de 3.000 pesos y saca la totalidad el día sábado, ya no podrá sacar el domingo. Todo el fin de semana cuenta como una jornada. Sí podrá sacar 3.000 pesos el lunes, 3.000 el martes, 3.000 el miércoles, siempre que su saldo se lo permita”.
Hay bancos locales que tienen contratadas empresas de caudales para recargar los cajeros automáticos que están fuera de su sede y, en estos casos, el horario de recarga es diferente al “generalizado” de las 14.
Fuera de servicio
A tal panorama podrían sumarse “detalles” como la falta de eficiencia a la hora de reparar algunas de las máquinas, algo que se puede comprobar prácticamente a diario (hay oportunidades en las que aparece el cartelito de “Cajero fuera de servicio” y otras en las que ni siquiera eso). Y un dato no menor, como el que dice que algunas entidades todavía no disponen de un grupo generador para situaciones de corte de energía, con el dato añadido de que sus sistemas informáticos no “levanta” automáticamente, es decir que se hace necesaria la intervención de un empleado para “subirlo”. Y sin sistema, no hay cajero. O sea, aguarde unos minutos más.
Así las cosas, si usted por fin consiguió introducir la tarjeta, el pin, la cantidad deseada… espere, no festeje; siempre puede aparecer en pantalla el “Disculpe, por el momento no podemos entregar dinero”.
Sea como sea, ¡vermut con papas fritas y good show! ¡Gran año para todos!
S. V.