Lucía Gigena es luz en tanto dolor, madre de un joven fallecido en un accidente de tránsito promueve acciones de concientización en la ciudad a través de la agrupación “Estrellas Amarillas” y consultada sobre el tema, se animó a asegurar con un halo de enojosa ternura “los que no usan casco son unos burros”.

Sobre este 2013 comentó “pintamos 70 estrellas amarillas en Villa María y en algunos pueblos porque si bien no nos correspondería nos arreglamos para llegar y acompañar a las familias en el dolor”.

Así, explica: “Los padres generalmente piden pintarlas para recordarlos, nosotros para concientizar. Estas estrellas en las calles o rutas son una señal de peligro”.   

Sobre esta cifra alarmante se refiere a otra “que haya un promedio de tres accidentes de motos por día en la ciudad es una locura. Por eso insistimos tanto con el uso del casco”.

Es por ello que iniciaron una tarea conjunta con Carlos De Falco, secretario de Prevención Comunitaria y Derechos Humanos de la Municipalidad. Durante el año entregaron cascos de manera gratuita y trabajaron en distintos MuniCerca realizando campañas y tienen pensado reiterarlas el año próximo, además de impulsar la utilización de la pista de conducción que se encuentra en el predio del Subnivel. 

Sobre este último punto comentó “las escuelas no se interesan y los padres ni siquiera firman la autorización para que puedan concurrir, pero luego los domingo cuando está cerrada los hacen saltar las rejas para jugar, entonces les enseñan una nueva infracción. Es por eso que en 2014 comenzaré a recorrer escuelas para lograr que vayan a la pista porque es una iniciativa muy importante para que la población se la apropie e incorporarán colectivos urbanos gratuitos para el traslado”. 

Además, quiso dejar en claro que ellas trabajan de manera mancomunada con el municipio porque reconocen que sino es muy complejo conseguir apoyo, pero “no pertenecemos a ningún color político, los muertos no tienen color”.  

En ese sentido, adelantó que para el año próximo intentarán traer de Córdoba la personería jurídica porque que las “Estrellas Amarillas” de aquí responden a la asociación con sede en la capital. “Yo no quiero separarme de ellos porque compartir mi experiencia allá fue lo que me salvó la vida, pero hay cuestiones burocráticas que necesitamos resolver acá, sobre todo para obtener ayuda de algunas instituciones porque no tenemos fondos”.

 

El tránsito es responsabilidad de todos

 

Consultada sobre las pautas de manejo de los villamarienses comentó: “La responsabilidad del tránsito es de cada uno, más allá que el Estado lo tenga a cargo, si se suben a un vehículo y juegan a la ruleta rusa no hay mucho que pueda hacer”.

Entonces, entiende que a la lucha la tenemos que tomar todos sin excusas. Agrega otra idea “somos muy individualistas, no pensamos en los demás y si no queremos nuestra propia vida, menos nos va a importar la de los demás”. 

A la falta de responsabilidad y el individualismo suma un tercer factor “estamos viviendo en una sociedad violenta que traslada su ira al tránsito. Considero que la violencia que se vive hoy en todos los hogares es un foco de reacción luego en la calle”.  Mientras que descarta otro, “en Villa María podes poner un gendarme en cada esquina y cometen infracciones lo mismo, no es la culpa de los agentes de tránsito. Además, la clave es educar no presionar”. 

Por otra parte, se le preguntó sobre las fiestas en dos sentidos. Primero, la percepción acerca de los accidentes en estos días a lo que respondió “son fechas en las que la gente se relaja, toma alcohol y no deben olvidarse que cualquier vehículo es un arma. Más aún en el caso de los jóvenes decirles que nadie les pide que no beban, al contrario, pero que no conduzcan y a los padres que no les den las llaves si los ven alcoholizados. Siempre tienen temor de que los chicos se enojen, pero están evitando un mal irreparable y ellos tienen que respetarlos”. Culmina aconsejando “yo siempre propongo que este fin de año o Navidad sea una fiesta y no una tragedia. La vida es el único regalo que te dan una sola vez”.

Segundo, desde el dolor de la pérdida de su hijo y como es sabido estas ocasiones especiales despiertan aún más la sensibilidad: “Cuando un hijo se va queda el dolor en la familia y ésta se destruye porque cuesta alcanzar un equilibrio. Yo puedo levantar una copa a las 12 de la noche, pero el dolor no se supera”.