El sábado pasado se llevó a cabo la avant premiere del destacado largometraje documental titulado “Copamiento 10-08-74” en el Centro Cultural Favio.
A sala llena se apreció el trabajo fílmico elaborado por Mariana Britos y Mauro Pérez como tesis de grado de la Licenciatura en Producción Audiovisual de la UNVM, que rindieran semanas atrás con diez de puntuación.
La película, que fuera seleccionada por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), se determina elegir un tema álgido y caro a los villamarienses.
Lo primero y fundamental es la decisión de contar la toma de la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos, sucedido el 10 de agosto de 1974 a cargo del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Para ello la dupla directiva, que demandaría un lustro en investigar y desarrollar la producción, opta por comprender la mayor cantidad de testimonios posibles y de todas las partes involucradas, para poner al espectador al tanto de los hechos ocurridos bajo una tutela cronológica de los protagonistas. Asimismo, contextualiza la época y la atmósfera histórico-política con profesionales de historia. De esa manera se recuerda a Perón en el gobierno y su posterior muerte, a Obregón Cano y Atilio López en el Gobierno provincial y la intervención del “Navarrazo”; el nacimiento del huevo de la serpiente la triple A. Recurriendo a increíbles archivos de viejos noticieros y diarios de la época, rememora cuando el ERP primero asalta al motel alojamiento El Pasatiempo en Villa del Sur -con todas las parejas ocasionales amuchadas en la administración- para luego acceder a la toma de la Fábrica. Las entrevistas oscilan entre el “Turco” Dayhub, quien en ese entonces era dueño del motel, hasta un policía que se enfrentó con el grupo guerrillero, pasando por Jorge Alamo -quien era el deejay de la fatídica noche- exguerrilleros que en ese entonces tenían sólo 18 años o dos fuentes reservadas que pertenecieron al ERP. El hallazgo del filme es haber incluido una ficcionalización lograda del copamiento en acción, que ayuda a visualizar las circunstancias, y haber dado voz también a los hijos de Larrabure, el entonces director del establecimiento que -según los registros oficiales- termina suicidándose.
En el epílogo se remarca que las voces participantes se hacen cargo de sus acciones. Mientras que las reflexiones van desde la justificación, el dolor y sobretodo abonan la no violencia.