La “Cooperativa 7 de Febrero” es una organización de la ciudad que autogestiona sus actividades con ayuda de subsidios del municipio. Su secretaria describió las complicaciones por las que están pasando, sobre todo porque no tienen un trabajo bien remunerado.

Otra cuestión relevante es que González admite que ellos no están en pasando un buen momento, porque compara con otras de la ciudad que funcionan mejor. “Nosotras tenemos una presidenta, una vice, secretaria y siempre nos reunimos pero no nos rinde”.

Un detalle interesante es que la planta de reciclaje, de donde perciben los mayores ingresos, está a merced del convenio que el municipio sostiene con la empresa de recolección privada de residuos, Cotreco. “Nosotros recibimos siempre tarde los residuos y todo mezclado, además nunca nos envían los secos, que son los que trabajamos”. Agrega que “la Municipalidad cobra de parte de Cotreco un millón de pesos y a nosotros nos da quince mil, que tenemos que repartir entre todos los miembros”.

Es de notar que todo lo que ellos reciclan se vende a instituciones privadas que lo requieran.

Pero “el precio del kilogramo del papel o el plástico es muy bajo y no nos deja un margen de ganancias”.

Una solución posible que encuentran al problema es que planean para este 2014 conseguir un camión o un carro con un caballo para recolectar ellos mismos la basura, “si nosotros pudiéramos hacer eso, sería mucho más trabajo podríamos tomar más gente y asegurarnos de recibir la basura a término para su tratamiento”. 

Hasta admitió que estarían dispuestos a recibir ayuda particular que colabore con algún transporte, pero entiende que es costoso sostenerlo por los costos de combustible, seguro, entre otros. 

Suma otro tema “cuando nos mandan todo mezclado pasan por las cintas de las máquinas no sólo los fardos de plástico, sino escombros y otros restos que dañan nuestras herramientas y no tenemos cómo pagar la reparación”.

Además, entiende que sería mejor si pudieran verdaderamente autogestionarse, pero por ahora necesitan la colaboración de la Municipalidad.

Pero “es complejo porque nosotros elevamos reclamos, por ejemplo, del estado de los baños o pedimos más seguridad, porque en las noches nos roban y rompen todo, y no recibimos respuestas”. 

Sobre este aspecto destaca que si bien los baños fueron pintados en noviembre, la mayoría ya están destruidos porque, según comprende, la gente no sabe cuidarlos.

En el caso del de los niños es aún más complicado porque la infraestructura no responde a las necesidades de los más chicos y en ninguno hay rampas para discapacitados. Además les exigen a ellas que controlen que no ingresen adultos, pero es difícil cuando se trata de los padres.

Detalla que los únicos que están más cuidados son los del Polideportivo porque están más expuestos a la vista de todos. 

 

El bajo salario 

 

A las dificultades que tiene la cooperativa, suma que las mismas trabajadoras están cobrando muy poco en relación con la cantidad de horas que están abocadas en sus puestos. Aclara que otras cooperativas le brindan a sus empleados por ley un básico de dos mil pesos, pero ellas (hay sólo dos hombres) no pueden alcanzar esa cifra.

“Nosotros nos encargamos de la limpieza de todos los baños de la costanera, en el del gaucho, del Polideportivo, de los niños y en los químicos que el municipio colocó por toda la costanera”. 

Explica que ellos gestionan el dinero que les ingresa especialmente de la planta recicladora que poseen y de los subsidios que la Municipalidad les expide. Pero el monto total es escaso para repartir entre los veinticuatro trabajadores que dependen de la cooperativa. 

Todos perciben un sueldo que dividido en quincenas es de 850 pesos, para las encargadas de limpiar los baños y 1.500 para las que limpian el cementerio o trabajan en la planta recicladora.

“El problema es que trabajamos muchas horas y el salario es muy bajo, las que estamos en los baños, que somos cinco en total, entramos a las 9 y salimos a las 23.30. También podemos quedarnos con la colaboración de la gente, pero es muy poca”.  

Además, se hacen cargo de insumos de limpieza e higiene para los baños, más el mantenimiento de la planta.

Lo único que rescata de positivo es que cada uno conoce su trabajo y delimitan sus espacios sin invadir al otro.

Además, a veces colaboran en otras actividades si los requieren de la parte privada o del municipio como ocurrió cuando tiraron los fuegos artificiales la noche del 30 de diciembre, que fueron a limpiar el predio junto a otras cooperativas.  

De hecho, ellos participan de distintos encuentros en el país. 

Hace un mes viajaron a Rosario a una reunión de cartoneros donde tuvieron la posibilidad de conocer otras experiencias y ponerlas en común. “Ahí nos dimos cuenta de que hay otros que están mucho peor que nosotros, al menos tenemos el galpón. Hay algunas cooperativas del norte del país que trabajan al aire libre con altas temperaturas”.

Por último, hace alusión a “las pocas ganas que tiene la gente de trabajar porque la cooperativa podría tener más miembros, pero no les gustan los horarios ni los sueldos”.