La costanera ofrece año a año nuevos atractivos desde la gestión pública, pero también de parte de aquellos emprendedores que deciden apostar por la ciudad.

Así es que algunos jóvenes hallaron la veta para sumar alternativas al paso del agua en el que la gente decide aliviar el calor y disfrutar.

Se trata de “Me Matan Limón”, “Puerto Madero” y “Thelma y Louis”, algunos de ellos con vasta trayectoria de ambos lados del Ctalamochita y otros nuevos, que toman valor en esta temporada de verano.  

Montan un espacio donde los visitantes pueden sentarse, consumir bebidas, escuchar música o, en algunas oportunidades, bandas en vivo. En fin, emulan un bar, un lugar de encuentro en medio del escenario de pasto o arena, dependiendo de la zona. 

En el año 2007, Matías Malfante fue el iniciador con una propuesta presentada ante el municipio. “En un principio no conocían de qué se trataba, entonces nos pidieron que nos presentáramos en concurso, fuimos los únicos, a partir de ahí logramos la habilitación”.

Este permiso debe tramitarse en la Municipalidad y a través del Ente de Deporte y Turismo, lo solicitamos, una vez otorgado funciona como la habilitación de un local comercial, se debe presentar un informe técnico de seguridad, de estructura con el espacio delimitado, seguro médico y ante riesgo de incendio, Libreta de Sanidad, certificado de buena conducta de los propietarios, entre otros puntos (que en total son veinte). Renovando año a año entre noviembre y diciembre todos los requisitos para reabrir. 

Con todo ello, el ámbito ya puede funcionar diariamente en los horarios permitidos, de 9 de la mañana a 2 de la mañana, excepto los fines de semana, media hora más. 

La habilitación va desde el 15 de diciembre al 15 de marzo, porque se considera que allí transcurre la temporada de verano y pagan un canon por el espacio de bajada al río que ocupan. 

Cabe destacar que, como se trata de una actividad comercial, pueden vender únicamente bebidas dentro del predio delimitado con rejas o madera. Y tienen que poner a disposición al menos dos baños químicos. Manteniendo la limpieza del lugar.

Además, en caso de que se quieran realizar espectáculos artísticos, deben elevar un permiso especial al municipio, contemplando los horarios y el nivel de decibeles permitidos, porque es importante tener en cuenta que se hallan en las inmediaciones de zonas habitadas por vecinos que no tienen por qué ser molestados.

El parador ubicado en “Puerto Madero”, funciona desde hace tres años, a cargo de Javier Montuori quien comentó “nosotros abrimos todos los días desde las 14 hasta las 2.30 y es increíble como año a año se suman más personas a este sector de la costanera, que antes parecía muy alejado. Nosotros ofrecemos bebidas con y sin alcohol, agua caliente para el mate, pero lo que más se vende es la cerveza y el fernet”. 

Respecto a la afluencia de público dijo “estos primeros días estuvo muy tranquilo porque el clima nos viene ayudando mucho, pero esperamos la llegada de turistas de la región para el Festival de Peñas o los que vienen de paso de Buenos Aires a las sierras porque copan el lugar y se van encantados con la ciudad”. 

Matías Malfante, propietario de “Me Matan Limón” logró trascender el parador y desde hace un año abrió un local homónimo en una de las esquinas de la plaza principal de Villa Nueva. Sobre esto adujo “cuando empezamos hace seis años con este proyecto nunca pensamos alcanzar todo lo que conseguimos. Comenzamos como un hobby y hoy se volvió una fuente de trabajo”. Consultado acerca del sostenimiento de los dos espacios dijo “tengo un socio y nos repartimos uno cada semana, además durante el año yo trabajo en mi profesión así que es realmente un gusto poder concretarlo. Y cuento con un grupo de amigos que sostenemos el proyecto”. Admite que mirando hacia atrás crecieron mucho “aprendimos a manejar el tema de proveedores, de permisos, contamos con el apoyo del Ente de Turismo y, sobre todo, el ambiente es muy lindo, crecimos con el gusto de la gente”. 

La nueva alternativa que se presentó este año es “Thelma y Louis”, cuya representante es una joven llamada Leisa, quien describió la idea “yo venía pensándolo desde hace mucho tiempo y en agosto presenté a la Municipalidad por medio del Centro Cultural Comunitario, un proyecto recreativo y de cuidado del medio ambiente, estamos reciclando toda la basura que genera el local”. Así, se pudieron observar vasos realizados con botellas de vidrio, ceniceros con latas de gaseosas y juntan tapitas, botellas plásticas y papeles para donarlos.  

Los tres proponen espectáculos con bandas en vivo por las noches, en un formato acústico por las delimitaciones en los decibeles. Además, en “Thelma y Louis” la semana próxima pintarán un mural.  

Otros locales que se encuentran en algunas de la playas, como es el caso de la “Zeta” con “Puerto Escondido”, decidieron no abrir más como parador.

Su propietario, Marcelo Brun, explicó las razones “yo tengo mi local comercial con su habilitación que justo coincide con una bajada al río, pero para mí es más conveniente estar en esta situación y no pagar el canon. No pasa por una cuestión económica, sino porque se llenaba mucho de chicos y siempre teníamos problemas con los vecinos, el barrio terminaba rodeado de policías”.

Al respecto agrega “ahora yo manejo mi comercio y puedo controlar el público que ingresa, lo que por supuesto no significa que no puedan pasar al río que es público, pero evito responsabilidades”.

Comentó que ofrecen música, canchas de vóley, pelotas gratis y que también tiene alquiler de kayaks por recorrido. 

 

El consumo de alcohol

 

Un tema relevante es sobre las bebidas alcohólicas, según comentaron en los tres paradores está prohibida la venta fuera del espacio delimitado del predio. 

En este sentido, es importante destacar que en Villa María rige una ordenanza desde la gestión de Nora Bedano en la Intendencia, llamada “Ley Seca” que no permite el consumo de alcohol en espacios públicos, por eso es que dentro del ámbito cercado -por ser privado- se puede, pero no en la playa y muchos menos dentro del río.

Lo mismo ocurre con los menores, a los que no se les puede vender. 

Malfante cerró con la idea: “Nosotros somos muy respetuosos de ese pedido del municipio porque no pretendemos que los chicos estén alcoholizados en la calle, además nosotros no podemos controlar lo que ocurre fuera de nuestro espacio, entonces es preferible evitar todo inconveniente que le quite a nuestra gente las ganas de distenderse y pasar un buen rato”. 

Montuori sentenció: “Nosotros nos hacemos responsables de no vender alcohol fuera del local ni a menores, pero llega la gente con las conservadoras llenas, es parte de la cultura y tienen que tomar conciencia”. 

 

Los paradores habilitados este verano