SE SUCEDIERON: 129 colisiones, vuelcos y caídas con heridos y muertos
Fue durante los meses del otoño pasado cuando se produjo una verdadera explosión de accidentes de tránsito en Villa María y Villa Nueva.
Tanto en marzo como en mayo, pero sobre todo en abril, la estadística demuestra que los accidentes de tránsito, en los que se registraron víctimas que debieron ser trasladadas al Hospital Regional Pasteur o a algún otro nosocomio de ambas ciudades, no bajaron del centenar de casos.
Los datos concretos revelan que durante marzo se produjeron exactamente 100 accidentes con heridos, entre los cuales uno perdió la vida; al mes siguiente dicha cifra se elevó a las 129 colisiones, vuelcos y caídas, en tanto, en el quinto mes del año se observó una reducción del número de siniestros, aunque de todas maneras ascendieron a 104 hechos.
Es decir, durante los tres meses mencionados las dos “Villas” fueron escenarios de nada más y nada menos que de 333 accidentes viales, lo que permite deducir que, cada dos jornadas, al menos siete personas resultaron levemente lesionadas, gravemente heridas o, por desgracia, elevaron considerablemente el número de fallecidos.
Los datos expuestos, por otro lado, también reflejan que en el período que se extendió entre el tercer y quinto mes del calendario 2013 se observó la mayor concentración de episodios accidentales en cuanto al tránsito de vehículos y peatones.
Tal fue la magnitud del problema, que durante marzo, abril y mayo se produjo casi un tercio (exactamente el 32,87%) de los choques, tumbos y pérdidas de control de rodados ocurridos durante todo el año pasado.
Tan grave fue lo que ocurrió en abril pasado, en materia de accidentes de tránsito en Villa María y Villa Nueva, que usted se levantaba para ir a trabajar y los bomberos ya habían trasladado a alguna persona herida al Hospital Regional Pasteur.
Más aún, cuando se acercaba el mediodía otra ambulancia retornaba del mismo nosocomio luego de ingresar a otro lesionado en un choque.
Por entonces, usted, de retorno a su hogar y luego de una siesta reparadora, se enteraba de que los bomberos volvían al centro de salud regional transportando a otro accidentado.
Para más asombro, al atardecer nuevamente escuchaba la sirena de una unidad de emergencia cuya dotación viajaba en búsqueda de otro transeúnte herido.
Pese a tanto trajinar, aún restaba el último accidente del día (mejor dicho, de la noche). Usted se disponía a dormir. En el Hospital los médicos de la Guardia atendían nuevamente a otra persona herida.
Así fue abril: un accidente con heridos cada cuatro horas y cincuenta minutos.