Desde el momento en que nace un hijo con deficiencia cognitiva y es traído para la casa, el clima emocional de la familia se transforma. Gran parte de la reacción inicial será determinada por el tipo de información proporcionada, la forma en que ésta es presentada y la actitud de la persona que hace la comunicación.
Estos aspectos citados serán bastante relevantes, pudiendo determinar la aceptación de este niño en el núcleo familiar. Es poco adecuada la actitud de los padres en intentar disfrazar los hechos con el fin de disminuir el choque de los familiares, principalmente en relación a los niños, que conocen tan bien la "psicología" de los padres y sienten cuando están siendo engañados.
Todos los padres que esperan el nacimiento de un hijo idealizan ese niño que está por venir al mundo, sea en los aspectos físicos o comportamentales de este nuevo ser. En los primeros días después del nacimiento del niño es importante que los padres puedan conciliar la imagen del bebé que se formó en el período de gravidez (bebé idealizado) con las impresiones que ellos pasan a tener de este bebé real. En el caso de las parejas que tienen un niño con cualquier deficiencia, este momento es mucho más difícil. Así, algunos mecanismos de defensa surgen en el psiquismo de estos padres y se manifiestan en comportamientos tales como:
• Negación: los padres niegan la importancia del problema. Después del alta de la maternidad, los médicos los encaminan para una evaluación del niño en un centro de rehabilitación y los padres no realizan tal cosa.
• Proyección: los padres proyectan la propia culpa en personas próximas, generalmente en los profesionales involucrados con el niño. En algunos casos depositan la culpa en el propio cónyuge.
• Rechazo: los padres se alejan del bebé, no porque no se preocupen, sino porque les es muy doloroso preocuparse tan profundamente y sentirse al mismo tiempo tan completamente impotentes.
Los hijos cuyos padres presentan este comportamiento de rechazo pueden desarrollar sentimientos que interfieran en su propio comportamiento, tales como: ansiedad, tensión, sentimientos de inferioridad, autoconcepto negativo, inseguridad, falta de confianza en sí mismos o falta de iniciativa.
• Sobreprotección: la madre (generalmente se nota este tipo de comportamiento en las madres) no permite que el hijo sufra un mínimo de frustración, la cual es importante para su desarrollo. De esta forma, la madre deja de lado su vida y pasa a enfocar toda su atención a ese hijo. Frecuentemente esta mujer pasa a tener dificultades en su relación conyugal y con sus otros hijos. Ella no se siente digna de tener un momento para sí, no consigue una descarga adecuada para sus tensiones y su conflicto aumenta.
El niño cuya madre manifiesta este tipo de conducta puede desarrollar comportamientos como posesividad y egocentrismo, baja tolerancia a la frustración, rebeldía o apatía. Es común observar en estos padres sentimientos naturales de miedo, dolor, desinterés, culpa, vergüenza, frustraciones y una sensación general de incapacidad e impotencia. Todos esos sentimientos son naturales, pues son raros los seres humanos que podrían aceptar de inmediato un hijo portador de una discapacidad.
Inspirando y motivando: Reconocéte en tu hijo
Todos quienes lo hemos vivido lo describimos de diferentes maneras, pero todos llegamos a la misma conclusión: “No hay momento más duro ni más confuso que cuando compruebas que el bebé con el que tanto has soñado tiene una condición especial de vida”.
Para muchos, la primera preocupación es lidiar y enfrentar rápidamente los retos médicos. Comienza la presión y el nerviosismo de someter a nuestro pequeño bebé a un sinnúmero de pruebas, evaluaciones, buscar recursos, sentirnos abatidos, deprimidos y tan ocupados, que a veces olvidamos que lo más importante es regocijarnos en él y hacer a un lado la lógica disfrutando de su calor.
Pero eso no significa que no exista el amor, ni que tu hijo no se parecerá a ti; tu hijo se parecerá a lo más hermoso y a lo más sagrado que ha concebido el amor y así como los días se deshojan como una mañana de otoño, el amor seguirá creciendo, sobreponiéndose a los temores iniciales y haciéndote sentirte el padre más bendecido y más orgulloso.
Y el día más feliz de tu vida será el día aquel que mires a tu bebé y veas el fruto que unido genera el amor. En otras ocasiones descubrirás que aunque totalmente extraños unos con otros, los niños con Síndrome de Down tienen una similitud física y espiritual que te acercará a sentirte parte de la vida de muchos otros que podrán estar geográficamente lejos, pero tal vez sean los más cercanos a tu corazón.
Mientras muchos siguen pensando que los hijos con necesidades especiales son simples errores genéticos, otros hemos tenido la dicha de sentir el milagro que han creado en nuestras vidas y en la vida de quienes tienen el corazón dispuesto a recibir y dar amor.
Y no es que para ser “especial” se requiera tener una condición médica. Para ser “especial” se necesita simplemente ser puro y tener el deseo de amar más grande que la capacidad de razonar.
Ese nuevo hijo, ese pequeño regalo, esa luz que ilumina tu vida se parece tanto a vos, que te sorprenderás un día en el que descubras que tu hijo es simplemente el reflejo de todo lo que le das a cada segundo del día.
¿Y el "Síndrome de Down"? Dejará de ser la parte más importante de tu vida, porque tu hijo se encargará de llenar ese espacio con cada nuevo logro, con cada sonrisa, con cada caricia y con todo su amor.
Y una noche cualquiera, cuando el día esté finalmente llegando a su fin, podrás sentarte a la mesa con la satisfacción de sentir que has dado lo mejor de ti y probablemente sientas el incomprensible deseo de invitar al Síndrome de Down a tomarse un café contigo y ya nunca más le tendrás temor, ni resentimiento, ni dolor y aprenderás que forma parte de tu vida como el aire, como la lluvia o el sol y te darás cuenta de que nada en esta vida es del todo bueno o malo y que toda experiencia es una oportunidad para crecer y reforzar el amor. Ese día llegará cuando estés listo y habrás vencido una nueva batalla, ¡porque habrás liberado para siempre tu corazón!
Amá a tu hijo y reconocéte en él. ¿Estás listo para ganar la batalla?
Centro Integral de Preparación para el Parto (Cippar).
Patricia Rodríguez de Vodanovic - Lic. en Educación Física,
Kinesiología y Fisioterapia. MP 5215 - rodriguezpatriciac@hotmail.com