Luis Emanuel Cecchini, en su muro de Facebook, escribió una reflexión sobre el cuidado de la ribera del Ctalamochita. La opinión, que lleva el título “Nueva costanera, viejas costumbres”, expresó lo siguiente:
“No es una novedad decir que es mucha la cantidad de gente de Villa María y la región que se acerca diariamente -sobre todo los fines de semana- a nuestra costanera.
Lo que sí es nuevo es que a la ya habitual belleza del paisaje ribereño villamariense se ha sumado un nuevo atractivo: el sector recientemente inaugurado detrás del llamado Palermo Bajo. La zona ha quedado muy linda, con forestación, bancos, mesas, asadores, estacionamiento, juegos para niños y hasta baños.
Ayer recorriendo la zona, se pudo observar una gran cantidad de familias disfrutando de un domingo al aire libre, en una jornada que se presentó con temperatura apacible. No obstante, algo que también se evidenció fue una vez más, y pese a la colocación de cada vez más cestos para el depósito de residuos, la vieja costumbre de arrojar la basura donde no se debe: desde envoltorios de comida, restos de alimentos, cáscaras de frutas y verduras, bolsas de plástico y de papel, botellas, cartones y vidrios, hasta pañales de bebés.
Por supuesto, no puede faltar la caca que hacen caros y refinados perritos sin que a sus dueños se les mueva un músculo para juntar.
Y resulta muy penoso ver cómo grandes y chicos tiran impunemente y sin un mínimo de cuidado, respeto por la naturaleza y conciencia ambiental basura a lo largo de toda la costanera, inclusive, teniendo un tacho de basura a pocos metros.
Es un despropósito, una actitud altamente repudiable y hasta ridícula, una conducta que debemos modificar los grandes para dar el ejemplo a los más pequeños y los chicos -tal vez con más conciencia- enseñando a los adultos.
Desde la Municipalidad se emiten de forma permanente comunicados de prensa, se distribuye folletería informativa, se realizan campañas de concientización en los distintos medios, al tiempo que se colocan agentes para controlar que la gente cuide.
Pero esas voluntades no alcanzan si por cada metro hay 10 o 20 personas desaprensivas y con mala educación que están esperando que el que cuida dé la espalda para arrojar basura al piso.
No alcanzan los controles si no empezamos por tomar conciencia cada uno de nosotros. No se puede poner un cesto de basura cada un metro. No puede haber un millón de cuidadores.
Y así lo dispusieran, seguramente habría gente que seguiría tirando cosas entre medio de los tachos, sólo por no caminar unos metros hasta el depósito.
Es fundamental que todos colaboremos, que todos seamos un poco más solidarios y cuidadosos para que la natural belleza de la costanera se potencie con orden, limpieza y cuidado del medio ambiente”.