Desde que el hombre empezó a andar vivió a los tropezones.
Transcurrió el tiempo y el hombre se multiplicó en millones. Creció en proyectos, abrió caminos en todo el mundo y se afincó bajo la idea del progreso…, pero siguió a los tropezones.
Alguna vez vadeó el Ctalamochita desde Villa Nueva para transitar la llanura y, más tarde, echó a rodar el tren por Villa María para alcanzar la lejanía…, siempre a los tropezones.
El reciente año, que ya es historia, volvió a chocar con el mismo error.
Esta vez nos “gastamos” 365 días atormentados por la angustia y el dolor, confrontados en un mar de reproches, para repetirnos 1.010 veces en siniestros que, esta vez, arrojaron en el umbral de la puerta 1.286 víctimas.
EL DIARIO tiene la esperanza de que, al llamar con esta segunda entrega a esa misma puerta, podamos en el futuro “volver la vista atrás” sin tener que llorar a nuestros muertos y heridos que quedaron sin tiempo al hacer caminos.
El tiempo dirá si aprendimos a andar sin tropezones.