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Los pueblos hablan. En voz baja, normal o alta. En silencio o a los gritos. Hablan.
Con la mirada, con la expresión de incertidumbre, con el temor, con movilizaciones o con los siempre lamentables escraches.
Hablan...
Demuestran su falta de fe, la esperanza que, según dicen, nunca se pierde. Su frustración, su decepción y hasta su indiferencia.
Los pueblos hablan y sus susurros recorren el suelo que pisamos. Su tensión puede olfatearse, sus sueños pueden palparse y sus ilusiones perdidas pueden verse deambulando por los rincones.
Su memoria, esa que dicen que no existe, se activa en los momentos claves. Nada desaparece en los vericuetos del cerebro. Posiblemente, se transforme.
Los pueblos hablan.
La mayoría no quiere que le rematen el patrimonio, que unos pocos hagan grandes negocios y unos muchos bajen la persiana de su magra economía.
La mayoría no acepta que la corrupción sea el estilo de vida habitual, que la venganza recorra las calles y que los dirigentes se peleen por banalidades mientras la pobreza crece.
La voz de la comunidad
Los pueblos hablan.
El 12 de febrero, hablará en Oliva. En voz alta, con energía intentando defender su patrimonio.
Más allá del valor económico de las 400 hectáreas del Vidal Abal está el sentimiento hacia un lugar que fue parte de la comunidad desde principios de siglo.
En la colonia trabajaron los padres, los hijos, los nietos.
En la colonia, el cartel “Se
vende” es casi una bofetada.
Y la “defensa del patrimonio” deja por un momento de ser esas frases hechas tan comunes a la dirigencia para convertirse en el dulce tono de la voz de un pueblo.
La música más maravillosa
“Me llevo en mis oídos la más maravillosa música que es, para mí, la palabra del
pueblo argentino”. Lo dijo Juan Domingo Perón.
Y paradójicamente, es el propio peronismo quien a veces peca de sordera.
¿Qué les pasa a los conductores de ese partido popular que no se detienen a escuchar?...
¿En qué momento perdieron el hilo de Ariadna en el laberinto del poder del Minotauro?
En la década pasada se vendió el patrimonio. Las empresas del Estado pasaron a manos privadas y hoy estamos viendo las consecuencias. Los mismos que levantaron la mano y avalaron las medidas tomadas por un presidente peronista hoy se rasgan las vestiduras hablando de los “fracasos” de antaño.
Sin embargo, las joyas que quedaron (en su mayoría inmuebles) hoy están en el rubro de las ofertas.
Los pueblos hablan. A veces gruñen, otras rugen.
Pueden comportarse como ovejas o como leones.
La paz social
“Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz.” Palabras de Juan Pablo II.
¿Tendrán nuestros dirigentes la valentía de cuestionarse su modo de administrar el poder?
¿En algún momento, se mirarán al espejo y harán el balance de los errores cometidos? Los logros viven difundiéndolos.
¿Entenderán en algún momento que liderar no es imponer?
Queremos creer que sí.
Necesitamos una democracia fuerte con conductores honestos. Y la autocrítica es parte de la honestidad.
Los pueblos hablan. Cuidado. Y los dirigentes tendrán que aprender a escucharlos por el bienestar de todos, por el camino hacia la paz social.
Caso contrario, corren el riesgo de caer en las garras del Minotauro.
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