En Villa María hay 56 restaurantes y cantinas, a los que se suman nada menos que 185 bares, cervecerías, cafés y similares, de los cuales más de 120 ofrecen a sus clientes algún tipo de plato de comida. Los servicios gastronómicos para megaeventos, la música, las luces... Y una escuela de chefs que se apresta para dar salida a su Promoción número 13. La ruta de los cubiertos fue avanzando en los últimos años en distintas direcciones para salir del microcentro, recorrer prácticamente todo el largo de la costanera y señalar paradas en los puntos más impensados de la ciudad. La gastronomía local, arte y negocio
Escribe Sergio Vaudagnotto
Fotos Víctor Alvez
En los registros del rubro “Restaurantes y cantinas” de la Administración Municipal de Ingresos Públicos estaban inscriptos hasta el viernes último 56 establecimientos. A ellos se suman nada menos que 185 bares, cervecerías, cafés y similares, de los cuales más de 120 ofrecen a sus clientes algún tipo de plato de comida. Al revisar los números queda en claro que la oferta gastronómica villamariense tiene una dimensión de singular importancia, aún cuando dejemos afuera del recuento otros datos suministrados desde ese organismo público y que corresponden a rubros como “Venta de pizza, empanadas y afines” (16) y “Confiterías, servicios de lunch, salón de té” (6).
La que podríamos denominar como ruta de los cubiertos fue avanzando en los últimos años en distintas direcciones para salir del microcentro, recorrer prácticamente todo el largo de la costanera y marcar paradas en puntos de la ciudad en los que años atrás “nadie daba dos pesos” por una carta de comidas. Y donde en otras épocas contábamos con un restaurante (Corrientes, entre Rivadavia y Belgrano, por ejemplo), ahora tenemos tres.
El fenómeno pasó poco a poco a incluir algunos datos curiosos como la existencia de seis parrilladas ubicadas a lo largo de una misma arteria (Perón-Alvear-España), un comedor temático para los hinchas de Boca y otro dedicado exclusivamente al sushi, tres que se hacen fuerte con la comida “casera” y otro que, de tan casero, se encuentra “disimulado” dentro de una casa de familia, donde adaptaron una habitación en la que te agasajan con unas pastas im-pre-sio-nan-tes. De todo, absolutamente de todo puede degustase en la “Villa del Señor”. Aunque siempre es mejor reservar con tiempo.
Hay 1.200 mesas para seis mil comensales
Así es, los fines de semana en Villa María los vecinos y los turistas que quieren elegir el lugar a compartir en familia o con amigos se ven obligados a llamar o pasar con antelación para explicar que “vamos a ser siete... y por favor, si puede ser, una de las mesas que están junto al ventanal”. Es que a pesar de contar la ciudad con unas 1.200 mesas disponibles para más de seis mil comensales, durante buena parte del año la noche de los días viernes y sábado suele comenzar con “todo reservado” en la treintena de cocinas más reconocidas. En esos lugares “de moda”, por así decirlo, si no se hizo la reserva, la alternativa es anotarse y esperar que terminen de cenar aquellos que llegaron al comienzo o trasladarse hasta otro local a probar suerte.
Si convenimos un precio promedio por cubierto del orden de los 130 pesos -como surge de la consulta con empresarios del sector en los niveles A, B y C- y tomamos una ocupación media los días viernes y sábado en torno al 75%, tenemos que en la ruta de los cubiertos de Villa María se mueve tan sólo en la noche de esas dos jornadas una cifra de alrededor de 1.170.000 pesos. “Es complicado establecer lo que uno pretende sacar de un cubierto, porque está el que te pide un Rutini sin mirar la carta y el que no pide postre para no salirse del presupuesto, por lo general a fin de mes, pero si le calculás 130/150 pesos por persona, está bien”, nos aclararon. De cualquier manera, se trata de más de sesenta millones al año, solamente computando las noches de los viernes y los sábados.
Este verdadero oleaje gastronómico vino acompañado de otros buenos datos y entre ellos destaca la calidad de las cartas existentes en tan vasto mercado; concretamente, la calidad de la comida. En este punto debemos señalar que jugó un papel muy importante la Escuela de Gastronomía con la que cuenta la ciudad, conducida por Wilma de Schoulund.
Los chefs locales mejoraron la oferta y “afinaron” los paladares
El dictado de clases se inició en abril del año 2000 y este año egresará la Promoción número 13 de chefs. “Cada año se reciben entre 35 y 40 alumnos; algunos inician emprendimientos propios por el lado de las viandas, las fábricas de pastas o de productos dulces, otros son contratados para cocinar en casas de familia y en estancias de distintos puntos del país, pero también tenemos muchos profesionales nuestros en cocinas de primer orden en la ciudad, en Córdoba, en Buenos Aires, tres que están en España, otro en Dubai”, expresó Wilma a EL DIARIO.
Ese medio millar de ciudadanos que en los últimos 13 años recibieron “una formación de excelencia”, que saben de platos elaborados, que no se permitirían reemplazar el azafrán por cúrcuma, elevó el nivel culinario en la ciudad, sea porque el egresado se encuentra al frente de una cocina o porque educó a su entorno en el buen comer.
La gastronomía es un arte y es un negocio. En la ciudad comulgan ambas características. Y otra de las vertientes “numéricas” es la referida a las fiestas, los eventos en locales, salones y hasta galpones cada vez con mayor capacidad. Empezaron construyéndose en las afueras rumbo a Bell Ville y en la vecina Villa Nueva, siguieron en dirección a Tío Pujio y Villa Fiusa. El último de los “monstruos” en la materia está en la zona céntrica villamariense, junto a las vías. Al comienzo estaban pensados para recibir a unas 200 personas, luego para 500… ahora, ya pueden albergar a 1.500 comensales aproximadamente. Las tarjetas para estar invitado comienzan a situarse en torno a los 200 pesos. Por supuesto que estos mega eventos suman (y multiplican) los números que transitan cada fin de semana por la ruta de los cubiertos.
Además, tanto las salidas familiares o con grupos de amigos a cenar, como la asistencia a esos megaeventos, son seguidas por los tragos, la música, las luces, posiblemente por el amor... Saquen la cuenta.
Fotografías: El fenómeno pasó poco a poco a incluir algunos datos curiosos como la existencia de seis parrilladas ubicadas a lo largo de una misma arteria, un comedor temático para los hinchas de Boca y otro dedicado exclusivamente al sushi, tres que se hacen fuerte con la comida “casera”...
“Es complicado establecer lo que uno pretende sacar de un cubierto, porque está el que te pide un Rutini sin mirar la carta y el que no pide postre para no salirse del presupuesto, por lo general a fin de mes, pero si le calculás 130/150 pesos por persona, está bien”
...La música, las luces, posiblemente por el amor…