“Fuimos abandonados por Mercantil Andina”
Sr. Director:
Antes que nada, agradezco el espacio y a modo de aviso escribo estas líneas para que no le suceda esto a otras familias que piensan que por tener seguro “están seguros”. Doy motivos:
El 5 de enero de 2014 nos embarcamos en un viaje a Brasil que “jamás olvidaremos” y no precisamente por los hermosos momentos vividos en familia, sino por la historia de abandono que comenzó en el instante que se nos rompió el vehículo en Porto Alegre (Brasil) y solicitamos a la CIA de Seguro Mercantil Andina, cuyo productor es el señor Carlos Airaldi, que nos enviara el servicio de asistencia mecánica.
A partir de ese momento comenzaron los incesantes pedidos telefónicos de auxilio, con el costo y la complicación que implica comunicarse con una operadora a Córdoba, cuya atención es a través de líneas rotativas y que en 24 horas no pudo resolver nuestro reclamo.
Varados al costado de la autopista, desprotegidos, abandonados, a 15 kilómetros de la ciudad más próxima, con 42º de temperatura ambiente, tres niños a bordo, sin agua y a la espera de una solución o, por lo menos, de un llamado de nuestro productor, que nunca llegó.
Ante esta situación, que parecía no encontrar solución, decidimos enviar a un familiar a hablar personalmente a la CIA de Seguro, pero dieron con un señor Airaldi arrogante, altanero y muy poco preocupado por nuestro siniestro, alegando que “ya estaba al tanto de lo ocurrido y que tenía cuatro casos más por resolver, que el nuestro no era el único y que ni bien tuviera novedades se comunicaría con ellos”. Lo que finalmente nunca sucedió.
A la espera de un llamado de este señor con una respuesta concreta, que -insisto- nunca llegó, esa misma noche nuestros familiares deciden viajar a auxiliarnos desde nuestra ciudad en su vehículo particular, arribando a nuestro encuentro al día siguiente por la tarde. Desde ese momento emprendimos el regreso para llegar a Villa María 30 horas más tarde, siendo traídos remolcados con una lanza por otro vehículo.
Detalles que podrían resultar menores para la compañía de seguros aludida así como para su agente, como el hecho de haber atravesado una tremenda tormenta de viento y lluvia a medio camino, gastroenteritis y prurito generalizado por picadura de insectos, deshidratación moderada de nuestro grupo familiar; multa de la Policía Caminera de Entre Ríos, entre otros, que podrá relatar mejor el doctor Antonio M. Alarcos, quien en su época interpondrá las acciones legales respectivas. Todo lo cual coronará esta triste historia que gracias a Dios hoy podemos contar, pero jamás olvidar. De eso estamos “seguros”.
Ivana Torres