Un joven del barrio Lamadrid fue a bailar a un boliche de la costanera el jueves 9 de enero y al salir se encontró con la ingrata sorpresa de que le habían llevado la moto. “Primero pensé que la habían robado, pero el hombre que cuida el lugar me dijo que se la llevaron los de Tránsito”, relató.
No lo podía creer porque tiene “todo al día y la moto está en condiciones”, así que el viernes a la mañana, fue al Juzgado de Faltas a preguntar qué había pasado.
Para su sorpresa, en el despacho administrativo le dijeron que no tenían ninguna infracción labrada con ese vehículo que el joven describía y que tampoco había noticias de que la hubieran secuestrado.
Ante eso, fue a la Dirección de Tránsito y allí se encontró con su moto. “Cuando pregunté por qué la habían llevado, me dijeron que era porque el caño de escape no es el original. Aclaro que no tiene un escape ‘tuneado’ para provocar más ruido, sino simplemente que se me rompió el original y lo arreglé con el de otra moto mía, más vieja”, indicó. Tampoco tenía los espejos.
“Yo aclaro que manejo bien, tengo la documentación al día y no entiendo por qué los inspectores en lugar de controlar a los que viajan a toda velocidad, sin casco o sin papeles, se ocupan de llevarse las motos cuando no están sus ocupantes”, indicó.
El “procedimiento” le costó a este joven empleado de un taller mecánico unos 2.000 pesos, dado que, cuando por fin le llegó la multa al Juzgado de Faltas, le dijeron que de contado el costo de la “infracción” era de 1.100 pesos (si lo hacía en cuotas era de 1.600) a lo que hubo que sumarle los días de estadía en Tránsito y otros trámites.
Estadística
Ante la multiplicación de accidentes en moto que, tal como se detalló en los suplementos especiales que publicamos sobre la siniestralidad vial en EL DIARIO, representan el 50% de los choques en la ciudad; desde el área municipal que tiene a su cargo el control informan periódicamente sobre las estadísticas de su trabajo.
Es menester señalar que en el último informe, Carlos de Falco, secretario de Prevención Comunitaria y Derechos Humanos, indicó que en cuatro días se habían secuestrado 120 motos, es decir, a razón de 30 por jornada (si se pudiera fraccionar, es 1,25 por hora).
El funcionario señaló en esa oportunidad que “la mayoría de los secuestros se produjo por falta del casco protector y porque el rodado no se encontraba en condiciones de circular, es decir sin algunos elementos vitales de seguridad como luces o espejos. En menor número se debió a la falta de documentación”. Como bien argumenta De Falco, la falta de espejos hace que una moto no esté en condiciones de circular. Pero lo llamativo de este procedimiento es que se procede al secuestro de motos estacionadas, es decir, que al no estar circulando, no está en infracción. Pero los razonamientos se diluyen cuando un joven empleado de un taller mecánico, debe reunir 2.000 pesos en unos pocos días, para que le devuelvan su medio de transporte.