Se trata de la escritora oriunda de Arroyo Cabral, Nélida Cañas, quien en noviembre de 2013 sacó este libro, donde se pregunta, “¿Preparaba entonces, sin saberlo, mi cuerpo y mi espíritu para la escritura?” La respuesta se abre al “cielo de la llanura, […] donde se conjugan todas las formas y todos los colores, donde el infinito pesa hasta hacernos sentir la verdadera dimensión de lo humano: su fragilidad”. Donde, al rememorar, la mujer y la niña se abrazan en una simbiosis creadora. “Así vivimos, acomodadas la una a la otra”.
Esta creación podría considerarse una autobiografía contada desde las sensaciones y emociones vivenciadas por la poeta-niña en la “casa natal” que albergó su infancia, al sur de la provincia de Córdoba, donde pudo “experimentar todos los juegos de la imaginación”.
Lo vívido de las remembranzas, la “naturaleza pródiga: garzas, gorriones, tordos, caranchos, lechuzas, palomas, calandrias… sauces, fresnos, eucaliptus, tamarindos…”, sus habitantes y la inmensidad de la llanura abren en el lector sentimientos de comunión e identificación. Especialmente quienes han habitado estas tierras y se ven representados en los seres que “secretamente aguardaban para ser contados” describiendo el paisaje de esta zona cercana y real.
Nélida habla desde el “sigilo”, el “silencio”, el “secreto” del que nace toda escritura. Desde una realidad irreductible, más allá de esa “tierra inagotable” de la llanura con sus patios, sus techos y sus cielos. Nace de lo inaprehensible del amor, del dolor y de la felicidad de una infancia eternizada “en la fragilidad de los días”.