En esta nota voy a seguir describiendo algunas de las complicaciones que se pueden presentar en el embarazo. Recuerda que si estás embarazada tienes que estar atenta a cualquier anormalidad. Debes vivir el embarazo como un momento bueno, lindo, lleno de placer y comodidad. El estar atenta a cómo se desarrolla la gestación no quiere decir que tienes que estar buscando cosas raras o temiendo que algo malo pase. La mayoría de los embarazos se desarrollan en forma normal, llegan a término y llenan a las puérperas de recuerdos hermosos.
Cuando la placenta se desprende antes de la expulsión del bebé las cosas se complican. El desprendimiento placentario ocurre con mayor frecuencia en el tercer trimestre o en el trabajo de parto. Aunque a veces sucede sin razón aparente, las mujeres que corren mayor peligro son las que sufren presión arterial alta, junto con las mamás fumadoras y las que beben alcohol. Los síntomas pueden ser: contínuo dolor abdominal, fragilidad y rigidez del útero y sangrado vaginal. Los síntomas se pueden dar todos juntos o sólo puedes padecer algunos.
Además del peligro de hemorragia para la embarazada, la separación de la placenta del útero priva al bebé del oxígeno que necesita. El tratamiento para esta complicación dependerá de la cantidad de placenta separada, y de cuánto haya progresado el parto. Si la frecuencia cardíaca del bebé es normal y el trabajo de parto avanza puede que tu obstetra permita que el trabajo de parto continúe. En la mayoría de los casos el bebé nace por medio de una operación cesárea.
Trabajo de parto prematuro es la denominación que recibe la dinámica de contracciones que comienza antes de la semana 38 de gestación. Las mujeres que tienen algún problema en el útero o tienen algún tipo de infección tienen predisposición a comenzar con el trabajo de parto antes de tiempo. Pero no sólo esas son las causas que predisponen a que el bebé nazca antes de término, y es por eso que debes estar atenta y avisar a tu médico si tienes los siguientes síntomas:
-Contracciones uterinas frecuentes y regulares: estas contracciones pueden o no estar acompañadas de dolor. Si tienes cuatro o más contracciones en una hora debes comunicarte con tu obstetra y hacer una consulta para que te revise.
-Calambres de tipo menstrual que causan molestia intermitente o contínua en la parte baja del abdomen.
-Presión en la pelvis, el periné o en los muslos que puede aparecer y desaparecer.
-Calambres intestinales con diarrea o sin ella.
-Aumento de la descarga vaginal que se presenta en forma repentina con cambios en su aspecto, más mucosa, acuosa o sanguinolenta.
-Sensación de que algo no está bien o que algo está por suceder.
Si las contracciones cesan, tal vez te dejen ir a tu casa. El médico te indicará reposo en cama, te dará medicación y te prohibirá toda actividad sexual. Una vez que el embarazo haya alcanzado las semanas convenientes para que el bebé pueda nacer sin riesgos o con los menores riesgos posibles (semana 36 en adelante) el tratamiento será interrumpido y se dejará que el embarazo siga su curso normal.
Algunas veces el tratamiento que el obstetra puede indicar a la embarazada no da resultado y resulta inútil a la hora de detener las contracciones o impedir la dilatación del cuello del útero. En ese caso el parto se desencadenará y lo más acertado es internarse en una clínica u hospital en donde el bebé pueda recibir los primeros cuidados y ser internado si así se requiere. Si la mamá frente a esta situación se encuentra internada, es el médico obstetra quien tramitará el traslado de la parturienta y decidirá cuál es la clínica más acertada para recibirla según sea el grado de prematurez que tenga su bebé y los cuidados que éste necesite una vez nacido.
Cuando se nombran las enfermedades infecciosas que pueden complicar el embarazo, dañar al bebé o ponerlo en peligro, se refieren a las enfermedades de transmisión sexual y a otras que pueden ser muy comunes o no. Según sea el tiempo de embarazo que tenga la mujer, si la embarazada tiene o no anticuerpos contra esa enfermedad y si la enfermedad puede o no tratarse, son factores que se convierten en determinantes a la hora de decir si el bebé va a infectarse o si serán graves las consecuencias de tal contagio.
La rubéola, listeriosis, toxoplasmosis, varicela o citomegalovirus contraídos por la embarazada en el primer trimestre pasa al bebé y lo contagian. La placenta es atravesada por el organismo infeccioso y causa problemas congénitos. A veces la infección puede causar abortos espontáneos. Si estás embarazada deberías tratar de mantenerte alejada de estas enfermedades.
La enfermedad de Lyme, el HIV y la sífilis también pueden dañar al bebé en el primer trimestre y a lo largo del embarazo. La enfermedad de Lyme y la sífilis pueden ser tratados con antibióticos. Aproximadamente la mitad de los bebés nacidos de mamás con HIV serán infectados, para tal enfermedad hasta el momento no hay cura.
Si has tenido múltiples parejas sexuales, o si tienes o has tenido síntomas de una enfermedad de transmisión sexual, tales como ardor genital, descarga genital anormal, molestias o dificultad al orinar, informa a tu médico para que pueda hacerte un análisis y tratamientos lo antes posible.
La gonorrea y la chlamydia pueden causar un daño grave en la vista de tu hijo, pero es posible prevenirlo con un tratamiento adecuado.
Los bebés con posibilidades de contagio con el virus de la hepatitis B reciben un tratamiento de inmunoglobulina y la vacuna contra la hepatitis B.
Si la embarazada tiene una llaga herpes o tiene lesiones en el momento del parto el bebé nacerá por medio de una operación cesárea y de esta forma se evita el contagio. Pero si la mamá tuvo herpes que no está activo en el momento del nacimiento se evaluarán las posibilidades.
Cuando la infección es de levaduras (candidiasis o moniliasis) el bebé puede ser infectado y desarrollar aftas en la boca. Aunque ésta no es una enfermedad seria ni para la madre ni para el bebé, puede causar complicaciones a la hora del amamantamiento. A las mamás generalmente se las trata al final del embarazo con óvulos y medicación acorde al cuadro.
La diabetes mellitus y la diabetes gestacional, son otras complicaciones que afectan al embarazo. Las mamás que ya eran diabéticas antes de embarazarse deberán tener un control más riguroso ya que en el embarazo es más difícil controlar los niveles de glucosa. Ahora, cuando la mamá desencadena la enfermedad inducida por el embarazo son otros de los recaudos a tomar. Seguramente a esta mamá se le dará una dieta adecuada y se le harán los controles para ver cómo va evolucionando. Son pocos los casos en que estas mamás tienen que ponerse insulina y el desorden desaparece a los días de que el bebé nace.
Viviana de los Ríos
Preparadora de Partos
Taller Gestación
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