A raíz de las restricciones a las importaciones, los negocios dedicados a la venta de artículos para el hogar se ven altamente afectados.
Según relatan, desde diferentes perspectivas, no pueden sostener los precios ya que dependen de las grandes empresas de Buenos Aires dedicadas al reparto de los productos que ingresan al país donde todos recurren para comprar lo que luego ofrecen en la ciudad, esto también significa una recarga en el valor final.
Cabe hacer una distinción entre aquellos bazares que venden productos con precios más accesibles y de materiales como plástico, vidrio y acero económico, de aquellos que se dedican a la cristalería, cerámica, acero.
Estos últimos, además, ofrecen objetos de decoración exclusivos con asesoramiento profesional.
En “Ramonda” dieron a conocer que la falta más notable es en toda la línea “Tramontina” que lideraba el mercado, pero que “desde hace dos años y medio es muy difícil que ingrese por lo que nos hemos quedado con pocos productos discontinuos. Es más, nos pasa que vienen clientes a completar juegos de cubiertos y no podemos satisfacerlos”.
Respecto a ello relatan que las alternativas se han vuelto muy costosas también, “un juego de 101 piezas cuesta hoy 5 mil pesos”.
Otro de los faltantes son los platos de cerámica, que “últimamente optamos por los nacionales para poder darle continuidad al producto”.
Además, suma la idea de que tanto en acero como en cerámica es complejo sostener los precios, más aún si son importados porque varían hasta en las listas que les otorgan primero a los mismos comercios.
En estos focos de atención explicaron que “nosotros tenemos una lista que siempre se desactualiza, porque últimamente cada 15 días nos aumentan un cinco por ciento o a veces pasan meses sostenidos y después se disparan. Es muy inestable el rubro”.
En “Silvina C” explicaron que “buscamos alternativas porque si no tendríamos que cerrar directamente”.
Agregan a los productos sin stock los juegos de jardín y sillones, que si bien no son de bazar, son de los objetos que más venden allí.
Sus propietarios dieron a conocer que “hay deco exclusiva que es imposible que ingrese al país, sobre todo lo proveniente de Indonesia e India, que se caracteriza por las telas”.
Es así que ya no toman pedidos porque “llegan a demorar hasta tres o cuatro meses y perdemos a los clientes”.
Por último, adujeron que “cuando vamos a Buenos Aires a las ferias que se realizan dos veces al año, en marzo y agosto, exponen todos los productos, pero luego al llegar a Villa María y encargarlos no pueden conseguirlos o los precios son disparatados”.
Uno de los casos paradigmáticos es el de “Celestino shop”, un bazar ubicado en calle Buenos Aires que es una sucursal de una cadena cuya casa central se encuentra en Santa Fe.
Es justamente desde allí donde se hacen las compras y se distribuyen entre las distintas sucursales del país, pero “llega un momento en que no hay más stock y uno ya tomó el compromiso”.
Así su encargado comentó detalles sobre cada artículo que venden desde aquellos empleados para armar una mesa hasta decoración.
En primer lugar entiende que el mercado se ha vuelto complejo por la falta de ofertas. “Tuvimos que recurrir a objetos de producción nacional”.
De los que directamente se hallan en falta como se mencionaba con anterioridad, la marca brasileña “Tramontina” de cubiertos, pavas, ollas y cacerolas es lo que más demandan los clientes. “Nosotros buscamos alternativas, que no la remplazan, en marcas nacionales como “Carol”, pero ellos mismos admiten que no llegan a abastecer todo el mercado”.
Además, no sería la misma calidad de acero y teflón por lo que los consumidores notan la diferencia que, vale aclarar, también se nota en los precios, es una línea mucho más económica.
Otro de los faltantes es en copas y todo lo que representa cristalería que ingresa desde Colombia o en el caso de “Nadir” y “Cristal”, desde Brasil.
“Esto ingresa con cuentagotas y nosotros tenemos clientes de servicios gastronómicos y restaurantes. Si tenemos en cuenta que estos son objetos que se rompen fácilmente, necesitan reponerlo y no podemos dar respuestas”.
Allí, el suplente será la marca “Rigoló”, argentina también, pero que aún no lanzó su línea de copas y ya se sabe que será en pocas cantidades.
Si bien el encargado explica que “no se manejan los precios acá porque ya vienen todos marcados de la casa central, pero hay rubros como el plástico donde se nota un aumento del treinta por ciento”.
De hecho comentó que “hace más de tres meses que tengo pedidas trescientas sillas para un servicio gastronómico y llamo a Santa Fe y no pueden darme respuestas.
La fábrica proveedora es de acá, pero como vienen diciendo que va a haber un aumento no las entregan, están especulando”.
En cuanto a los termos y jarras térmicas son todos de aquí, pero “por ejemplo, ‘Lumilagro’ se despachó con un aumento de casi el treinta por ciento”.
A pesar de este panorama que se ve muy desalentador de cara a este 2014 “con la inseguridad de no saber qué va a pasar con el dólar”, reconoce que el bazar logró pasar la crisis del año 2001.
Allí “todos los días veníamos media hora antes de abrir para cambiar todos los carteles porque los precios variaban en cuestión de horas y eso que nosotros tenemos los valores codificados para facilitar la tarea”.
Por último explica que hay momentos claves de consumo como Navidad, donde “en diciembre de 2013 corté 1.500 tickets menos que en 2012, con eso me di cuenta de que la crisis se venía madurando y estalló a fines de año”.
Destacó que este fenómeno de consumo fue aún más notable en las fiestas, donde la disminución “hasta en el funcionamiento de las cajas registradoras fue notable, no tuve necesidad de abrir más de una”.
Respecto a este dato dijo que “en enero nos estamos normalizando en las ventas, pero la realidad es que disminuyeron mucho sobre todo las compras al por mayor y no es la misma facturación que un cliente que viene y se lleva un solo producto”.
