Por: NET
Al joven Axel Kicillof le tocó en suerte (buena o mala se verá) ser el protagonista de una de las escenas más duras de los últimos años: ser el ministro de una devaluación del dólar repentina y sin preaviso.
La jugada fuerte y riesgosa no deja de ser un golpe al corazón de un modelo que ha basado su prédica en la protección de los más débiles y que se negó sistemáticamente a las presiones devaluatorias. Una fisura en la costilla “izquierda” por decirlo de alguna manera.
Correr detrás del barrilete del dólar, no parece ser el traje más cómodo para un economista con una visión contraria a las teorías y prácticas del neoliberalismo.
La devaluación es una herramienta últil para muchos países a la hora de generar mayor competitividad en sus productos exportales o de cosechar divisas a través del turismo internacional, pero Argentina siempre ha desafinado en el concierto de un dólar alto.
Tenemos demasiada historia en nuestras espaldas para saber a ciencia cierta que nosotros hemos tenido generalmente “la gallina de los huevos verdes”.
Sube el dólar y por ósmosis aumentan los precios hasta de las hortalizas que se siembran en los patios de las casas.
“En la Argentina hay un problema cultural en relación con el dólar. No se trata únicamente de que los grandes especuladores o sectores más pudientes están jugando con la divisa, sino que culturalmente en la mentalidad argentina está insertado el deseo de la tenencia de dólares.”
Los dijo el propio Kicillof en un reportaje publicado por el diario “Página 12”.
Precisamente, ese problema cultural hace que la medida genere preocupación en los trabajadores y en los pequeños y medianos empresarios que no desean volver a vivir en el clima de incertidumbre que genera una inestabilidad económica.
El Gobierno tomó una medida política para contrarrestar las movidas del poder financiero e intentar bajar el vuelo del “blue”.
Al jefe de Gabinete Jorge Capitanich, conocedor en asuntos económicos, le correspondió “poner el pecho” y aguantar el sogazo de las repercusiones.
Conocer la sintonía fina
Poco se sabe hasta el momento, hoy se anunciarían los detalles, de lo que anda flotando en las profundidades del “nuevo” plan económico.
“El mecanismo tendrá un sesgo hacia los que menos tienen. Por sus objetivos y las circunstancias en las que se toma, la medida va a impedir que los dólares se los lleven quienes más tienen. El criterio pretende beneficiar a los de abajo”, dijo Kicillof.
Habrá que esperar para conocer la sintonía fina de sus palabras, ya que a simple vista una devaluación siempre termina favoreciendo a los más privilegiados.
Pero, la medida tiene una connotación política de peso.
“Los grandes sectores financieros y concentrados tienen mucha experiencia en la desestabilización. Pero tenemos las herramientas para hacerles frente”, aseguró Kicillof.
Y en este punto está el gran desafío para la administración nacional. Si al control del hilo “verde” lo sostiene la política habrá cierta tranquilidad, si se corta los problemas se multiplicarán.
Porque la mayoría de los argentinos, ¿otro problema cultural?, tienen el ánimo atado a los vaivenes de la economía.
Si la economía va bien, lo demás no importa. Si la economía va mal, los logros pasarán al olvido.
“Decisiones heroicas”
“Si algo caracterizó a los gobiernos de Néstor y Cristina es que las medidas se toman en función de las circunstancias. Algunas fueron decisiones heroicas e inesperadas.”
Otro de los conceptos de Kicillof considerando que los fenómenos económicos “tienen cierta magia”.
Sin duda y en este terreno algunos gobernadores tendrán que probarse el traje de magos.
Porque la discusión por los salarios está golpeando la puerta de los despachos oficiales.
Las paritarias
En medio de este fuego estival, están las paritarias. ¿Qué porcentaje tomarán ahora los sindicalistas para acordar los salarios?.
“Hay que tener la mira puesta en el reclamo de los docentes de la provincia de Buenos Aires. Ese será un termómetro”, afirmó un hombre de la política local estudioso de los fenómenos de la actualidad.
La discusión en materia de sueldos va a complicar la vida de los gobernadores que se han visto con muchas dificultades para afrontar el gasto de sus administraciones en los últimos años.
El mandatario bonaerense Daniel Scioli, con aspiraciones presidenciales, deberá orar cada mañana para que las conversaciones con los trabajadores estatales lleguen a buen puerto y no agreguen más leña al ardiente verano.
Los mismos inconvenientes tendrá el cordobés José Manuel de la Sota, otro de los interesados en llegar al Sillón de Rivadavia.
Hoy, la responsabilidad de la gestión es un karma para la mayoría de los mandatarios provinciales.
Los conflictos del pasado mes de diciembre, están con “paños fríos” pero no olvidados y los dirigentes sindicales tendrán que adaptarse a las circunstancias.
El precio del dólar, mal que nos pese, será una variable a la hora del reclamo salarial y de la actualización de las jubilaciones a valores más dignos.
El otro punto complementario en materia de sueldos, es la inflación. Seguramente, es de esperar, que el nuevo plan del equipo econónico tenga mecanismos para controlar uno de las principales causas del deterioro de los ingresos.
La inflación gira en torno a la emisión monetaria y su respaldo en divisas.
Frente a esta circunstancia, está la posibilidad de ciertas variables de ajuste que vienen siendo analizadas por el Gobierno central.
“Cuando dicen que no tenemos plan económico, en realidad piden un ajuste del gasto público, contracción monetaria y megadevaluación. Nosotros hacemos lo contrario”, resaltó Kicillof.
De esta manera, el ministro desestima la factibilidad de un recorte en el gasto público.
Sí, podría implementarse una quita de los subsidios a las tarifas en los sectores de mayores recursos.
¿Es el momento más conveniente para esta medida?. Posiblemente no. Sin embargo, tomando las expresiones de Kicillof en cuanto a “beneficiar a los que menos tienen”, el traspaso de recursos de las capas más favorecidas a las menos favorecidas es una necesidad para que el “modelo nacional y popular” no se convierta en una simple frase sin contenido tras diez años de luchas con distintos actores del poder detrás de bambalinas.
En este contexto de pujas de sectores se está despidiendo enero. No fue el mes más relajado del año ni para los ciudadanos ni para los políticos.
La oposición
Apenas conocida la medida económica del Gobierno con respecto al dólar , la oposición salió al ruedo con sus opiniones.
El diputado nacional del Frente Renovador Sergio Massa fue bastante medido en sus palabras y apuntó que la devaluación afectará principalmente a la "clase media, los jubilados y los trabajadores” y consideró que el “aumento de las tasas de interés favorecerá la especulación”.
En cambio, el radical Oscar Aguad puso todas sus fichas en centralizar los problemas en la inflación y decir que el gobierno con la apertura de la venta de dólares “ataca una enfermedad terminal con aspirina”.
Lo extraño de ciertas declaraciones de los referentes de fuerzas opositoras al kirchnerismo, es que venían reclamando el levantamiento del cepo cambiario y hoy le encuentran fallas.
Como sostuvo una escritora americana: “Si un partido político se atribuye el mérito de la lluvia, no debe extrañarse que sus adversarios le hagan culpable de la sequía.”