No es nuevo para los médicos saber que el calor o el frío influye en la tensión arterial, sin embargo, la forma en que la exposición al sol puede tener un papel en la hipertensión no estaba tan clara. Un estudio muestra ahora que los rayos solares pueden, por sí mismos, reducir las cifras de tensión arterial y que, por este motivo, no hay que huir de la exposición a las radiaciones. No obstante, y como siempre en salud, el consejo es una dosis en su justa medida, sin pasarse.
El estudio, realizado por investigadores del departamento de Medicina Experimental y Biología Integrativa, además de demostrar el efecto de la radiación solar sobre la tensión arterial trata de conocer el mecanismo biológico que está detrás de ese efecto.
La piel contiene grandes almacenajes de óxidos de nitrógeno, particularmente nitratos, según este trabajo, cuyos datos se publican en la revista Journal of Investigate Dermatology, parece que la radiación solar podría movilizar estos compuestos desde su lugar de almacenaje a la circulación y lograr disminuir la tensión arterial.
A esta conclusión se ha llegado después de exponer los antebrazos de 24 voluntarios a lámparas solares durante dos sesiones de 20 minutos cada una. En una de ellas, los participantes recibieron rayos UVA y el calor de las lámparas y en la otra, los rayos fueron bloqueados y la piel sólo fue expuesta al calor de las lámparas.
Lo que comprobaron es que la exposición a los rayos UVA dilata los vasos sanguíneos, reduce la tensión arterial, y altera los niveles de metabolitos del nitrógeno en la circulación, sin modificar los niveles de vitamina D, que se había vinculado en estudios previos con la tensión arterial pero que otras investigaciones han comprobado que la administración de suplementos de esta vitamina no ejerce ningún beneficio sobre la tensión.
"Estos resultados son significativos en el debate sobre los beneficios potenciales de la luz del sol y el papel de la vitamina D en este proceso. Puede ser un momento oportuno para volver a evaluar los riesgos y beneficios de las radiaciones sobre la salud humana y actualizar los consejos de salud pública. Evitar el exceso de luz solar es fundamental para prevenir el cáncer de piel, pero no exponerse a ella en absoluto, dejarla fuera de nuestro estilo de vida, podría aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Por otro lado, y quizás con la excepción de su efecto sobre la salud ósea, los suplementos de vitamina D se desaconsejan", afirma Martin Feelisch, principal autor de este trabajo.
Por su parte, Enrique Galve, presidente de la sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardíaca de la Sociedad Española de Cardiología, señala que aunque la cantidad de radiación solar no explica por sí sola la incidencia de hipertensión, por ejemplo, España no es un país muy frío y sin embargo un tercio de la población adulta es hipertensa y a partir de los 65 años lo son dos tercios de los ciudadanos, sí que es un concepto que podría ser útil para la sociedad. "En invierno, por el frío y por una menor exposición al sol, es normal que la tensión arterial aumente y que tengamos que ajustar, en algunas ocasiones, la medicación. Saber que esto ocurre, podría reducir el miedo de los pacientes cuando ven que su tensión se eleva y lo mismo cuando, en verano, baja más de lo habitual. A veces sólo con esperar a que pasen los días más fríos (o más calurosos), el problema se soluciona. En otras, hay que hacer pequeños ajustes de la medicación".
Por último, Galve insiste en señalar que la radiación solar desde el punto de vista circulatorio es buena, pero que un exceso da lugar a efectos adversos sobre la propia piel, como puede ser el cáncer o el envejecimiento prematuro. Además, "el efecto sobre la tensión arterial es transitorio, por lo que no hay que recomendar una exposición de forma permanente".
Fuente: elMundo.es/Salud