Compartir la cama es mucho más que repartirse las responsabilidades de una casa.
Según una nueva investigación, tener pareja con diabetes incrementa las probabilidades de desarrollar esta enfermedad (del tipo 2) en un 26%. Por primera vez, un grupo de expertos plantea la diabetes conyugal como un factor de riesgo independiente.
No es que se contagie, aclaran los autores del estudio, lo que ocurre es que se transmite un estilo de vida, dietas poco saludables y ausencia de ejercicio físico. "Hay más de 60 variantes genéticas implicadas en esta enfermedad, sin embargo, éstas sólo pueden explicar el 10% de las diabetes de tipo 2", relata el artículo, publicado en la revista BMC Medicine.
Aunque los factores hereditarios son importantes, los desencadenantes "son principalmente ambientales", confirma Manuel Aguilar, jefe de servicio de Endocrinología del Hospital del Mar de Cádiz y director del Plan Andaluz de Diabetes. El mayor riesgo para desarrollar diabetes tipo 2, explica, "son los hábitos: una dieta rica en alimentos con alta densidad energética (fundamentalmente grasas), la ganancia de peso y el sedentarismo".
La epidemia de la diabetes supone un riesgo mundial, recuerdan los investigadores. En los últimos 28 años, la incidencia se ha duplicado. Un estudio que publicó la revista The Lancet en 2011 aseguraba que había 347 millones de personas afectadas. En España, "el 13,8% (unos cinco millones de españoles) de la población mayor de 18 años es diabética y de éstos, el 30% lo desconocen. Está encubierta o no ha sido diagnosticada", indica el especialista español.
Para la detección precoz
Como postulan los responsables del estudio del BMC Medicine (basado en los resultados de seis estudios desarrollados en distintas partes del mundo con 75.498 parejas), el hecho de tener pareja con diabetes podría ser una buena herramienta precisamente para diagnosticar algunos de los casos encubiertos y sobre todo para identificar a las personas de riesgo, de forma que se adelante el protocolo de prevención y se eviten complicaciones derivadas. Los hallazgos de este metaanálisis tienen importantes implicaciones clínicas, "ya que pueden ayudar a mejorar la detección de diabetes y motivar a las parejas a trabajar juntos para reducir el riesgo de desarrollar esta condición".
En la actualidad, argumenta el doctor Aguilar, "identificamos a las personas de riesgo" por varios condicionantes. "Si tienen más de 40 años, antecedentes familiares de diabetes, antecedentes personales (diabetes gestacional -durante el embarazo) obesidad, dislipemia o hipertensión se debe realizar un análisis para descartar la enfermedad". En caso de que los resultados sean normales, "se les repite cada tres años", apostilla.
Añadiendo esta nueva herramienta se podrían detectar más casos. Por ejemplo, apuntan los autores del estudio, entre los hombres, que "son menos proclives a las evaluaciones médicas regulares que las mujeres y esto puede retrasar el diagnóstico. Por lo tanto, aquellos cuyas mujeres tengan diabetes podrían beneficiarse de esta medida de prevención".
En cuanto a los antecedentes familiares, se sabe que cuando uno de los padres es diabético, el hijo tiene doble riesgo de desarrollar la enfermedad y si tanto el padre como la madre están afectados, las probabilidades se multiplican por cinco. Lo que no se había planteado hasta la fecha, comentan los investigadores, era la influencia de la pareja que, aunque desde el punto de vista genético, es nula, sí parece que favorece la adopción de determinados hábitos de vida.
Historial del cónyuge
"Cuando nos fijamos en la historia del paciente, a menudo nos preguntamos acerca de su historial familiar, pero nuestros resultados sugieren que la historia conyugal puede ser otro factor que debemos tener en cuenta", señala Kaberi Dasgupta, uno de los autores del artículo, realizado en la Universidad McGill (Montreal, Quebec, Canadá).
"Puede ser interesante e innovador el hecho de que no sean los antecedentes familiares los que aumenten el riesgo de diabetes sino el historial del cónyuge", opina Aguilar al comentar este estudio canadiense.
Dadas las conclusiones, el artículo pretende ayudar a los médicos a diseñar de estrategias de prevención para actuar no sobre el individuo sino sobre el afectado o afectada y su pareja. Con esta intervención dirigida a ambos se podrán motivar mutuamente para cambiar algunos de sus hábitos de vida (ejercicio y una dieta saludable), uno para evitar complicaciones de su diabetes (enfermedad cardiovascular) y el otro para prevenir la enfermedad.
"Cambiar el comportamiento para la salud es un reto, pero si tiene la colaboración de su pareja, es probable que sea más fácil", subraya Dasgupta.
Fuente: elMundo.es/Salud