Villa María y Villa Nueva, desde antes de fines del Siglo XX y pese a la crisis de entonces, se sumaron a una transformación y crecimiento que modificaron en gran medida las formas y los modos de interrelacionarse socialmente.
Lo nuevo vino, como expresa un estudio realizado en Chile sobre la problemática del tránsito vehicular y peatonal, de la mano “del hombre contemporáneo”. Este es protagonista de “un cambio de vida y costumbres, porque súbitamente ha aparecido en el escenario de campos y ciudades una máquina con alta incidencia en la mutación social: el automóvil”, a lo que nosotros añadimos, la moto y otros rodados como las pick ups y utilitarios.
Esta expresión, es indudable, se ajusta a lo que ha ocurrido en las dos “Villas”, sin dejar de reconocer que aún mantenemos vestigios idiosincráticos que nos llegan del pasado.
Esta sexta parte del informe de investigación, que EL DIARIO comparte con los lectores, apunta a conocer una de las consecuencias resultantes del uso de esa “máquina” que tanto nos ha cambiado: los daños físicos que provocaron durante el año pasado los siniestros viales, entre lo que sobresale que más del 60% de los transeúntes accidentados se contabilizaron entre más de un millar de lesionados leves, 223 heridos graves y 49 muertos.
A estas cifras se agregan los 832 viajeros involucrados que, pese a no sufrir daños físicos, resultaron afectados en otros aspectos, entre otros, el psicológico; al mismo tiempo que no dejó de sorprender el elevado índice de protagonistas de colisiones que se dieron a la fuga.
Será suficiente, para empezar a tomar conciencia, saber que, de acuerdo al estudio, 15 de cada 100 transeúntes fue partícipe, cada semana, de un siniestro vial en las calles de las dos “Villas”.