Señor director:
En la mañana de hoy martes 10, en un programa de radio, un reconocido periodista comentó que, en la vecina Villa Nueva, a un ciudadano no quisieron tomarle la denuncia policial por no vestir de manera adecuada.
Imagino el estupor del vecino que, luego de sufrir el robo de una máquina en su casa, se encontró con la “Policía de la moda” que no lo consideraba apto para denunciar, derecho de todo ciudadano, por llevar bermudas y no pantalones. Es más, el mismo periodista dijo haber charlado con un jefe policial que en lugar de censurar el hecho señaló que “había que estudiar cada caso”. Pareciera que la Policía piensa que algunos ciudadanos tienen derecho a hacer denuncias y otros no, discriminándolo según la ropa.
Pero no es ésta la única incursión que la fuerza del orden hace en la moda. No son pocos pibes de aquí que comentan que agentes de la Policía les han dicho que no deben usar gorritas con viseras grandes. Más o menos lo mismo que hacían las fuerzas en tiempo de la dictadura que no nos dejaban usar el pelo largo.
La intervención de estos agentes, clasificando a la gente según la ropa que utiliza, desnuda los prejuicios con los cuales actúa la Policía...
Ahora bien, si en una comisaría la aceptación de una denuncia depende de la “presentación” del denunciante, es difícil no creer que cuando un agente se encuentra en la calle con alguien que no está “bien vestido” -según sus preceptos- lo considera sospechoso.
El hecho que comentó el periodista Cavagliato es muy grave, incluso por desnudar el consentimiento de altos cuadros policiales y más allá del caso en particular deja en claro una manera de accionar que debe ser erradicado de la Policía. Allí están las denuncias de la VACAP acerca de la arbitrariedad de ciertos policías.
En estos prejuicios se basan las detenciones “por portación de rostro”, que no es más que la aplicación de conceptos estéticos a las características físicas.
Los ciudadanos debemos debatir cómo reformulamos estos conceptos que maneja la Policía, qué modelo de seguridad queremos para nuestras ciudades. Por su parte el poder político debe tomar carta en el asunto y hacer lo necesario.
No alcanza con planteos internos de la fuerza, los actos discriminatorios realizados desde el Estado son doblemente repudiables y son los que más aportan a la inseguridad.
Jesús Chirino
CTA Villa María
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