La 47° edición del Festival de Peñas definitivamente no será una más.
En primer lugar, porque fue propulsada como nunca dentro de un formato que se orienta radicalmente hacia el modelo de Viña del Mar y se desmarca de otros eventos "hermanos" de la provincia, como Cosquín y Jesús María.
En segundo, la previa fue revestida por una polémica de carácter político que apuntaba a conocer el origen de los fondos con que el municipio local contaba para abonar a artistas de semejante talla internacional.
Y en tercero, porque reporta una significativa plataforma para la ciudad de Villa María hacia el país y, de paso, para su intendente que no ha escondido sus aspiraciones de gobernar Córdoba.
La primera velada, coronada por la presencia estelar del grupo mexicano Maná, inició más de 15 minutos después de las 22 cuando el ballet Flor de Ceibo irrumpió con colorido vestuario y un set de ritmos caribeños que arrancó los primeros aplausos. Acto seguido, el histórico animador Miguel Borsatto salió a escena para ilustrar con florida verba la anhelada apertura. Haciendo alusión a las bondades villamarienses (como "los 16 km de costanera", que también fueron reforzadas por imágenes institucionales en las pantallas), el "Gringo" subrayó que "en el corazón de la Patria hay fiesta". La edición "épica y ecléctica", según sus palabras, fue inaugurada formalmente por los acordes de la Orquesta Estable -que estrenara un sector jerarquizado a la derecha del escenario- y el lanzamiento de pirotecnia fría (dentro del Anfi) y con fuegos artificiales en el cielo.
León y Fabricio
Mientras todavía ingresaban espectadores al "coloso de cemento", León Gieco ocupó el escenario central junto a los "ya no tan pibes" de Infierno 18 (banda de punk rock ligada al hijo del mánager de León, Gustavo Taranto). Inició su set despachando buena parte de sus obras más populares como "Pensar en nada", "En el país de la libertad", "Sólo le pido a Dios" y "El fantasma de Canterville", todos con una pátina rockera.
Antes de repasar su último disco de estudio, "El desembarco", León regaló las pocas palabras que mencionó en escena: "Gracias a la organización por acordarse de nosotros". Luego de recobrar temas como "Hoy bailaré" y "El argentinito", volvió a repasar viejas joyas como "El ángel de la bicicleta", que fuera uno de los más coreados, para cerrar casi una hora de show.
Su despedida coincidió con la primera intervención de Cacho Buenaventura en su debut como animador, quien se ganó al público de entrada con una seguidilla de chistes alusivos a los festivales pueblerinos de antaño. En un momento, Cacho llamó a escena a la diva de la noche: Catherine Fulop, pero en su lugar apareció Borsatto. "Pedí Catherine y me trajeron sándwich", bromeó el humorista. Luego se concretó la entrada de la actriz venezolana, quien lució un plateado vestido de gala. Con un poco de voz tomada, la mujer de Ova Sabatini ofreció su saludo característico ("mi gente bella" con acento caribeño) y luego intentó leer algunos carteles del público. En un pasaje muy improvisado, Fulop habló de las veleidades del Festival y fue la encargada de dar lugar al talento villamariense Fabricio Rodríguez, con el "speech" un tanto errado: "Ha cantado en todas las peñas", obviando que ha sido Consagración en Jesús María, sólo para mencionar como ejemplo.
El crédito local emergió en escena con su instrumento predilecto, la armónica, y una banda ampliada (con destacados coreutas como Dora Chávez y Lilian Zárate y vientos invitados), como condimentos necesarios para captar la atención del público. Tras recrear su obra de chamamé-rock "Si lo tuviera todo" que grabara con León Gieco, llamó al mismísimo cantautor de Cañada Rosquín para interpretar a dúo "La rata Laly", no sin antes declarar abiertamente su fascinación por su ídolo, que mantiene desde su adolescencia, allí en persona. León, reiterando una calificación que ya le había mentado, le regaló el mote de "mejor armoniquista del mundo".
Su cierre comprendió un homenaje a otro de sus referentes, Hugo Díaz, con piezas infaltables como "Kilómetro 11", junto a sus personalísimas versiones de "Por qué te vas" y "Quién se ha tomado todo el vino", ganándose la total aprobación de la audiencia. Lástima que el cortinado se cerró antes de que los músicos terminaran de actuar.
Revolución de Maná
Faltaban diez minutos para la 1 de la madrugada cuando Maná hizo finalmente su ingreso. Tras una dilatada previa a cargo de Cacho (quien también se animó a cantar), Borsatto y Fulop, se apagaron las luces y en el gran telón delantero comenzaron a exhibirse imágenes de tormenta mientras "Revolution" de Los Beatles sonaban de fondo.
Con 15 mil almas paradas en sus asientos, los conducidos por el vocalista Fher Olvera iniciaron con "Oye mi amor", "De pies a cabeza", "Lluvia al corazón" (con efectos de gotas incluidos) y "Déjame entrar", con un poderoso impacto sonoro, lumínico y visual. Luego, regalaron el tema "Bendita la luz" (dedicada a un joven que había tenido un accidente), "Mariposa traicionera" y "Manda una señal" para la primera gran explosión de la platea femenina. Quedaban todavía una serie de éxitos y una "sorpresa" con el público, como habían adelantado en la conferencia previa.
Breves
Presencias. Dentro del Anfiteatro se encontraban entre los espectadores el empresario cordobés Euclides Bugliotti (de Dinosaurio), el animador Juan Alberto "Muñeco" Mateyko, el conductor Mario Pereyra de Cadena 3, el funcionario sciolista Santiago Montoya, distintos intendentes de la provincia de Santa Fe y el gobernador de San Luis Claudio Poggi, quien promocionó el Carnaval de Río que se hará en la provincia puntana.
Casi agotadas. "Tenemos las tres primeras noches prácticamente vendidas", dijo el intendente Accastello.
Reconocimiento a Quaglia. En conferencia de prensa, reconoció la labor de Juan Carlos Quaglia, el empresario local que había producido el Festival durante más de una década desde Musicalísimo.
Público. Arribaron asistentes de Chaco, Mendoza, Puerto Madryn, San Luis, La Rioja, Salta y Río Negro, más los clubes de fans de Maná que vinieron desde puntos tan distantes como Chile.