Yo nunca me metí en política; siempre fui contrera. Por eso critico lo que está bien, para que esté mejor; y critico lo que está mal, para que lo corrijan. Le saco el cuero a lo que me gusta para no reconocerlo públicamente y quedar pegado con algo porque siempre es mejor -a la hora de las especulaciones- que nadie sepa qué es lo que me gusta; y le pego a lo que no debería gustarme, aunque me guste. Me opongo a todo porque alguien tiene que oponerse y estoy en contra de esto y de aquello, de lo de más acá y de lo de más allá. Porque antes que nada y por sobre todas las cosas, lo mejor es quedar bien con Dios y con el Diablo. Así, que gane el mejor, que, para mí, no hay mejor que el ganador.
Y cual ave de pico encorvado que soy, en vuelo rasante por las lunas festivaleras de Villa María y mientras se sucedían los números artísticos en el escenario Hernán Figueroa Reyes, vi que debajo, en la zona VIP, también había ballet. Una curiosa coreografía que no era ni zamba ni chacarera, sino más bien una danza con lobos. Pero que si uno se pone a mirar políticamente el Festival, tal vez llegue a vislumbrar lo rara que es la trama del poncho electoral y lo complejo que es el mecanismo del telar donde se tejen los destinos de la Patria.
Hilos de distinta rueca componen la urdimbre que más tarde será poncho (aunque ya se puede ir descartando el típico poncho que los viejos caudillos radicales se ponían sobre un hombro porque de ese hilo no se vio ni una hebra, che). Por lo demás, variado ha sido el muestrario de las fibras con las que se puede llegar a tejer el futuro.
Vamos a suponer y a dar por cierto que Eduardo Accastello se va a tirar para gobernador en el 2015 (cosa que él niega y uno, desconfiado por naturaleza, tiende a creer que cuánto más lo niega, más cierto es). Y, por si fuera poco, vino a darle una mano Julián Domínguez, presidente de la Cámara de Diputados de la Nación y hombre del proyecto nacional y popular K en el que se supone que está alineado el palestino con ciudadanía local. Y Domínguez no titubeó en manifestar que si el actual intendente de Villa María va por la otrora “Casa de las Tejas” de “La Docta”, él lo va a apoyar.
Y como si esto fuera poco, también vino a decir presente el gobernador de San Luis, Claudio Poggi, otro K, con toda la energía de los Karnavales de las tierras puntanas. Con lo que viento a favor no le va a faltar a don Eduardo. Y, hasta ahí, nada suena raro en este pericón. Se supone que son pelos del mismo ovillo.
Pero después uno ve que a la publicidad y a la prensa del Festival (algún malintencionado diría de la Campaña) la lleva y la comanda Cadena 3 y el mismísimo Mario Pereyra, confeso amigo de Luciano Benjamín Menéndez y ferviente defensor (en su momento) de la dictadura militar. Y para más detalles, un hombre que hasta hace poco cantaba algunas glorias y callaba otras (o sea, le hacía campaña) del todavía gobernador José Manuel de la Sota. Es que ahora parece que los grandes medios porteños se han decidido definitivamente por Massa o Macri -basta ver la nota que sacaron hace algunos días dando espacio a Darío Capitani para criticar al Festival. ¡A Capitani, que nunca jamás hubiera soñado con salir ni en los clasificados de Clarín! Disculpen la disgresión, ya retomo el hilo, que no es fácil porque a medida que avanzo se me van confundiendo las cerdas. Decía que ahora que los grandes medios han hecho su opción y De la Sota quedó fuera del tejido, fue a pedir la pelela al Gobierno nacional y prometió, a cambio de algunas soluciones, no meter más palos en la rueda. Entonces, la autopista Buenos Aires-Córdoba, con única parada a subir pasajero en Villa María, le queda ni que un billar a don Eduardo.
A otro que se lo vio en la milonga, teje que te teje, fue al “pirata sciolista” Santiago Montoya, que quiere meterse en el telar, aunque no se sabe bien cuál es su pelaje. Quiere ser presidente de Belgrano de Córdoba. Pero... ¿quiere darle una mano a Accastello o quiere rasgarle el poncho? ¿O estará pensando que si no se queda con Belgrano, Alumni sería un buen plan B?
Y para completar el cuadro, también se lo vio al empresario Euclides Bugliotti, que ha dado muestras de ser afín al Gobierno Nacional.
Y después estuvieron la Fulop, antichavista y recomendada por Capriles; los mexicanos Maná y Marco Antonio Solís; Julieta Venegas, la norteamericana radicada en tierras aztecas que, como todos saben, México pertenece a la Alianza del Pacífico, que es anti-Mercosur y Unasur; los uruguayos de El Cuartero de Nos, que ahí van, con “el Pepe”, que a veces es amigo y otras no del proyecto K al que pertenece Accastello (parafraseando al oriental Jaime Ross: “¿En qué quedamos, uruguayos?”) y los españoles que desde que lo tienen a Mariano Rajoy no hacen otra cosa que rajar de allá y se quieren venir a hacer la América otra vez.
Tal vez nadie se lo crea, pero para mí, ésta es una conspiración del Pentágono, Alfiz Producciones y el mismísimo Quaglia contra Eduardo Accastello para que el intendente lance su candidatura a gobernador y gane y no vuelva a hacerse cargo del “Festival de Festivales” porque no se aguantan el éxito que ha tenido esta edición 47º. Y como todo quinielero sabe, el 47 es “el muerto”, por eso la inefable Catherine convocó al escenario al finado autor de la Zamba para Villa María.
Todo eso, no es un invento mío. Me lo dijo, posta, posta, Edward Snowden.
Por eso yo dejé el poncho y me compré una campera con cierre relámpago.
