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El modelo internacional de Viña del Mar ha cobrado verdadera entidad en esta edición y ha sido aprobado por el público, que ha respondido con creces: tres noches con entradas agotadas más una cuarta (el domingo) con una ocupación al 95%. Asimismo, el evento impone un perfil propio desmarcándose de los festivales de verano.
LA ELECCION de Cacho Buenaventura como co-conductor ha sido unánimemente aprobado por el público y la prensa. Su carisma, profesionalismo y extrema comicidad sirvió para “tapar baches”, estirar y aplacar los pedidos de bises cuando terminaba un artista. Además cantó y concientizó sobre la vida cotidiana.
EL PUBLICO -que ha arribado de los puntos más distantes de Argentina- ha sabido responder con respetuoso silencio, aplausos y ovaciones en las ocasiones que lo ameritaban. A la par se ha comportado civilizadamente el sábado pasado al ingresar al “Anfi”, cuando la tormenta arreciaba e inundaba la ciudad.
Lo menos
DADO QUE las localidades estaban prácticamente vendidas para las primeras noches, la prohibición de música en vivo dentro de las peñas -como se implementara al igual que el año pasado- no tenía propósito. De esa manera se podría inferir que el flujo de asistentes a los espacios peñeros no afectaría el acceso al Festival.
MAS ALLA de sus disculpas y lágrimas públicas, Catherine Fulop no ha dado “pie con bola” en el Festival. Haber llegado dos horas antes de la primera velada, no interiorizarse de aspectos básicos del evento y haber incurrido en numerosos “bloopers” como conductora han mellado en la puntuación de su performance.
EN LA PRIMERA velada, cuando le tocó el turno de cerrar a Maná, comenzaron las quejas de varios asistentes que no podían apreciar el show porque los de adelante se paraban o saltaban. Incluso, llegaron a arrojarse botellas y vasos en medio de gritos y pedidos a personal de seguridad para que se ubicaran en sus butacas.