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Carla, las niñas, la madre y la suegra, muestran el interior de la casa que ocuparon para poder dormir bajo techo. La joven madre asegura que no dejará la casa si no le ofrecen un techo bajo el cual vivir |
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“¿Es mucho pedir un techo para no tener que vivir en el río?”, se pregunta Carla Sánchez, una joven de 24 años que parece haber vivido 100.
Junto a sus dos preciosas hijas, Lara y Candela, de 3 y 5 años, más un embarazo de siete meses, ella decidió anoche buscar un techo. Quería que las nenas durmieran en una cama como hacía mucho que no lo hacían.
Vio que las casas del Plan Eva Perón que está en construcción en el barrio Los Olmos, sobre la calle Incahuasi, ofrecían un techo para albergarse de la lluvia. Y entró.
“Ahí enfrente hay una que tiene puertas y ventanas y no me quise meter porque no quiero romper nada”, dijo, señalando una de las viviendas más avanzadas del plan. Así fue que eligió una que está menos terminada con una pieza y un espacio para baño con paredes que tienen sólo el revoque grueso y dos grandes espacios abiertos en lugar de ventanas más el lugar donde debería ir una puerta.
A esa obra, Carla quiere convertirla en hogar. Trajo una cama, un colchón y algunas sillas.
Al fin una cama
“Nosotras dormimos sentadas y las nenas en la cama”, dijo, feliz de haber podido darle algo bueno esa noche a las dos pequeñas, que aprovecharon que su madre y sus abuelas hablaban con EL DIARIO, para hacer un cumpleaños improvisado con un velita de cera que pusieron sobre una piedra.
“Es que Candela se olvida que ya tiene tres. Por eso le canto el cumpleaños”, dice Lara.
El compañero de la mujer y padre de sus hijas trabaja en changas como albañil. Eso no les garantiza un ingreso para pagar un alquiler.
“Yo me anoté en la Municipalidad en el año 2005. Desde esa época que pido una casa y como me dicen acá en el barrio, se la dan a todos los acomodados”.
La madre de Carla agrega: “Yo no entiendo mucho, pero creo que la Municipalidad tiene que dar un techo cuando la situación es difícil, pero hacen al revés, te mandan a la Justicia de Menores para que le quiten los chicos en lugar de ayudarla para que puedan estar bien con ella bajo techo.”
De esa manera explican cómo el Estado actúa de manera represiva, quitando la patria potestad de niños sin techo, en lugar de ofrecer alternativas preventivas, para mejorar las condiciones de vida de las familias más necesitadas.
Un pasado adverso
Carla Sánchez piensa seguir adelante. Su madre y su suegra la acompañan. Las chicas le dan fuerzas y el pasado -tan corto y tan difícil- la golpea.
“Yo andaba la vida, la noche...¿Me entiende?”, dice, para contar lo que hizo en sus primeros años de juventud.
“Por esa razón, me quitaron a mi primer hijo, que tiene ocho años.” Ese niño hoy está con el primer marido y ella sabe que no puede tenerlo, pero al menos, le gustaría tener una casa para que su primogénito la visite.
Hoy está “usurpando” un techo sin terminar. Se pregunta si eso es un delito o un derecho. Pero, por ahora, sabe que es lo mejor que puede darle a sus hijas y decidió que no va a renunciar.
“Vino hoy -por ayer- el hombre que está a cargo de la obra diciéndome que me tengo que ir, pero yo no me voy si no tengo un techo”, afirmó.
Sabe que el único que puede pedir un desalojo es el dueño de la vivienda, es decir, el Estado local. “Me amenazan con la Policía pero no creo que me saquen. Yo me voy sólo si tengo adonde ir con las nenas”, concluyó.
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