El motivo de este comentario es porque mi paciencia tiene un límite... y a él he llegado. Desde niña me han enseñado a respetar, a tolerar, a tratar de ponerme siempre en el lugar del otro antes de juzgar, pero la verdad es que cuando se te ríen en la cara, no pensás en otra cosa que no sea lo contrario a tus principios.
El 12 de febrero de 2014 se cumplirán cinco meses del día en que sufrí mi primer accidente automovilístico. Iba a trabajar como todas las mañanas y en la intersección del bulevar España y Catamarca fui embestida, en mi lado izquierdo, por un automóvil. La culpabilidad es 100% de quien me embistió y prueba de ello consta en las declaraciones de ambas partes, en los croquis y en la crónica de los hechos. Los representantes de la compañía aseguradora de quien me embistió (La Caja de Ahorro y Seguro) se presentaron en el acto, tomaron fotos de mi automóvil, me estrecharon la mano diciéndome que "estaba todo más que claro y que ahora era cuestión de trámites administrativos". Y, evidentemente así es, como todo en este país, lo burocrático te termina colmando la paciencia.
Desde aquel día hasta la fecha, nadie, absolutamente nadie de la compañía se ha comunicado conmigo. Personalmente fui a reclamar dos veces a la oficina ubicada en Corrientes 1257, y el encargado del departamento de reclamos de siniestros de allí no hizo más que charlarme, como suelen hacer las compañías de seguros. Me dijo que debía esperar, que la documentación tenía que ser evaluada por la compañía desde Córdoba capital, luego me informó que el reclamo estaba procesado, incluso que el presupuesto que había presentado estaba aceptado y que era cuestión de que desde Córdoba mandaran la orden de pago.
En fin, esperar... Al cabo de tres meses, y en vistas de que no recibía contacto alguno, se presenta mi abogado a la citada compañía, el cual me vi en la obligación de contratar y aunque parezca mentira le recitan el mismo discurso que me dijeron a mí tiempo atrás.
Ante el silencio, el destrato y el incumplimiento del plazo de indemnización que fija la Ley de Seguros, se iniciaron las acciones legales correspondientes.
Sorpresa e indignación me llevé cuando recibí como respuesta a mi demanda la absoluta negación del hecho por parte del representante legal de La Caja de Ahorro y Seguro. En palabras sencillas: me tratan de mentirosa y afirman que dicho accidente nunca ocurrió.
Si eso no es reírse en mi cara, qué es entonces. ¿Tan bajo puede caer una compañía de seguro tan autopromocionada como lo es La Caja de Ahorro y Seguro en desmentir un hecho? ¿Tan cínicos pueden llegar a ser sus representantes como para afirmar que algo que realmente ocurrió, según ellos nunca sucedió?
Impotencia es lo que me invade en estos momentos...
Un párrafo especial para "mi" compañía de seguros Cooperación Seguros. Nunca me atendieron con el profesionalismo que deberían haberlo hecho. Siempre tuve que presionar para que "movieran" los papeles, las denuncias, etcétera. Nunca me ofrecieron asistencia legal y tuve que contratar a un profesional por mi cuenta. En fin...
Se preguntarán a qué se debe el título que escogí para esta carta. Sí, señores, además de ser la damnificada de un siniestro en el cual no tengo absolutamente nada de culpabilidad, tuve que gastar todos mis ahorros en el arreglo de mi vehículo porque debido a los daños que presentaba me encontraba imposibilitada de utilizarlo.
Mi indignación ya llegó a su límite, ya hice todo lo que estaba a mi alcance, incluso escribir esta carta. Espero encontrar al menos algo de consuelo con ella.
Sabrina Reano
DNI 31.795.971