Rhiana, la schnauzer gigante que fue donada por Roberto Castelari al bombero Oscar Tepli, participó con su entrenador de la búsqueda de Mariela Bortot. “El pedido lo hicieron desde la Federación Provincial de Bomberos. Así fue que partimos el miércoles después del mediodía a rastrear una zona cercana a un puente, en el río Carcarañá, junto a Paulo Pautasso y su perro Máximo”, dijo Tepli a EL DIARIO.
Recordó que la iniciativa de entrenar perros para buscar personas partió de dos cuarteles: el de Villa María y el de Santa Rosa de Calamuchita.
“Hoy, hay más de 25 cuarteles que cuentan con canes adiestrados. Rhiana tiene la particularidad de ser la única entrenada para la búsqueda de cadáveres en toda la provincia. El resto está operativo para la búsqueda de personas vivas”, señaló.
Es por eso que lo llaman para participar del rastreo de zonas en Santiago del Estero buscando a un niño perdido, en Entre Ríos para la misma función y lo “más duro que me tocó vivir” en Catamarca, tras el desastre que provocó el alud.
Sobre la tarea de rastreo en Inriville señaló que era poco lo que podía informar, “dado que está todo en investigación”.
Cabe recordar que Mariela Bortot desapareció de su pueblo el 25 de enero y, hasta el momento, hay un detenido por el hecho. Sin embargo, no se encontraron aún datos que permitan ubicar su paradero.
Es por eso que la buscan unas 300 personas a las que sumaron los perros entrenados como Rhiana y Máximo, de Villa María.
El entrenamiento
Tepli explicó que cuando le donaron la perra ya tenía dos años y tres meses. “Normalmente el entrenamiento se comienza cuando es cachorra, pero ella respondió bien”, dijo.
El sistema de adiestramiento no se basa en castigos, sino en premios. Son canes a los que les gusta jugar y el reconocimiento es entregar la pelotita con la que se divierten cada vez que consiguen encontrar el objetivo y ladrar para anoticiar a su entrenador. “No importa la raza que sea, lo importante es que tenga actitud”, dijo. Y dio como ejemplo un can de Carlos Paz “que anda muy bien y fue encontrado en la calle, o sea, es puro perro”.
Para entrenarla con el fin de hallar cadáveres el proceso es más complejo. Utilizan, siguiendo procesos legales, muestras pequeñas de órganos necrosados (por ejemplo, de amputaciones) las que esconden convenientemente para que el perro la olfatee. “Tiene que aprender a ladrar cada vez que se produce el hallazgo”, puntualizó Tepli.
Hoy Rhiana tiene unos cinco años y, si bien muchos a su edad ya dejan de ser operativos, a ella “le quedan dos o tres años más” al servicio de la gente.
(Sobre el hecho, información sección Policiales y Judiciales)