Pedido a la UTN

 

En la ciudad de Villa Nueva, el 18 de mayo del año 2012, me encontré con total desorden cuando volví a mi casa cerca del mediodía. Todas las cosas estaban revueltas, tiradas en el piso y en las habitaciones reinaba un caos total. Los vecinos me comentaron que fui simplemente una víctima más de la inseguridad que cada vez con mayor frecuencia golpea nuestras puertas.

Desaparecieron muchas cosas, algunas valuadas en dinero, como la cámara de fotos, pero también aquellas que no se miden en dinero y, por ende, tienen un valor muchísimo más grande. Las fotos de nuestra familia cuando yo era chico, el casamiento de mis padres, los pasaportes de la Unión Soviética, estas cosas no las vi más y ahora ya el mismo recuerdo de que ellos existieron con cada madrugada se vuelve efímero más y más, como la niebla del amanecer...

También me robaron el título de técnico superior en Negociación de Bienes a nombre de Kursov Dmytro, DNI 18.901.572, que me otorga la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), por lo que me dirijo cordialmente a ustedes para que hagan una publicación correspondiente en El Diario con el fin de que la facultad me otorgue el duplicado del mismo.

Kursov Dmytro - DNI 18.901.572

 

 Sobre Fulop en el Festival

 

Tuvimos un muy buen Festival, de eso no caben dudas. Pero no podemos obviar el pésimo desempeño de la animadora Catherine Fulop, que de entrada, nomás, comenzó con gestos y palabras ridículas. Cómo será de pobre su desempeño que no sabía nombrar las localidades y como broche de oro pide que suba al escenario el fallecido Hernán Figueroa Reyes. Más de uno no podía creer lo que ocurría.

Recordemos el dicho “no tiene la culpa el chancho”, sino quien la fue a buscar, cuando aquí en la ciudad teníamos la locutora ideal, con una voz que acaricia y una conducción perfecta, como muchas veces lo demostró. Me refiero a la señora Carina Bonoris. 

Señores, con todo respeto, se la pasan hablando de lo linda que está Villa María, y es cierto, pero se olvidan por completo que tenemos buenos valores, que no todo lo lindo y bueno se tiene que traer de afuera.

DNI 8.11.634

 

Tres casos para la reflexión y la acción: un oso polar, un chimpancé y un tigre de Bengala

 

En los últimos días se hicieron públicos tres casos que involucran a especímenes de fauna salvaje en peligro de extinción. El primero de ellos afecta a “Arturo”, un oso polar habitante del zoológico de Mendoza que está en grave peligro de muerte debido a las altas temperaturas que ya habían chamuscado su blanco pelaje. Fueron necesarias miles de firmas dirigidas al gobernador de aquella provincia para que se considere la posibilidad de enviarlo a un zoológico de Canadá, que le ofrece un hábitat más acorde con sus necesidades y naturaleza. 

El segundo lo constituye “Toti”, un chimpancé macho que moraba en el zoológico de Córdoba y que el pasado mes de diciembre fue trasladado hacia la Patagonia, más precisamente al zoo de Río Negro, a cambio de un tigre de Bengala para el zoológico cordobés. Ambientalistas denuncian que “Toti” no se adapta a su nuevo lugar, el cual carece de las instalaciones necesarias para contenerlo y tener sombra con la cual paliar el intenso calor de verano. 

Más allá de estas carencias, ¿qué pasa con las carencias afectivas que está sufriendo “Toti”, quien en Córdoba -donde vivía desde 2008- estaba con otros animales de su especie, con quienes había forjado amistades y establecido lazos afectivos? 

Sabemos que los chimpancés son los animales más parecidos al hombre, como lo expresa la revista Nature, que publica “el primer borrador de ADN de este tipo de primates nos revela que comparten con el humano el 96% del material genético”. Por otra parte, estudios científicos dieron como resultado que los primates tienen emociones similares a las del hombre. Entonces, ¿por qué no agregar al aislamiento y la pérdida de sus “amigos” a las causas de la tristeza de Toti?

Por último, el terrible episodio ocurrido el 19 del corriente en Paso Viejo, una localidad a 190 kilómetros al norte de Córdoba capital, en el que una tigresa de Bengala fue sacrificada a tiros. La fiscal María Alejandra Hillman, que tuvo a su cargo el caso, relata que “hacía varias semanas que este animal andaba rondando por los campos sin que se hubiera puesto en conocimiento a las autoridades”. 

De esto es fácil deducir que el animal no era agresivo y no constituía un peligro inmediato para los seres humanos. Sin embargo, después de un frustrado intento de enlazar a la tigresa, que demostró ser “bravía” -como era de esperar, no dejó que un lazo de cuero (sí, de cuero) le limitara los movimientos-, enviaron a un exagente de la Policía que le dio muerte. 

La fiscal describe al bello animal como “una hembra, tenía buen pelaje, aparentemente se encontraba en buen estado y podría estar en cautiverio domesticado”. O sea que algún desubicado, siguiendo la actual tendencia de tener mascotas exóticas sin pensar en las consecuencias, causó toda esta conmoción presuntamente por no haber tomado las precauciones necesarias para que su irresponsable accionar no terminara como lo hizo.

Es, por supuesto, correcto priorizar la seguridad de las personas, pero también se debería haber tratado de preservar la vida de un ejemplar de una especie seriamente amenazada, que hubiera podido contribuir a preservarla. Hubieran hecho falta recursos humanos entrenados para lidiar con estas situaciones y algún experto que, en lugar de emprenderla a tiros con la tigresa, la hubiera dormido con un dardo para así llevarla sin peligro para nadie a un lugar adecuado. Este tipo de elemento debería ser inmediatamente accesible en todas las localidades, ya que se ha vuelto cada vez más común encontrarse con esta clase de situaciones derivadas no de los animales, quienes son los que sufren las consecuencias. 

Esto no es una utopía y, si lo fuera, en palabras de Galeano: “¿Para qué sirven las utopías? Sirven para eso... para seguir andando...”. Para seguir andando hacia un futuro donde la vida animal se trate con el mismo respeto que se le presta a la vida humana por una cuestión de justicia básica, si nos ponemos a pensar en todo lo que ellos hacen por nosotros.

Mgter. María T. Maggi - DNI 6.351.518