Medio siglo después, un grupo de ciudadanos encabezados por Carlota Molina de Moreno salió en su búsqueda. Dieron con ella en una quinta residencial cuyo dueño la donó a la comunidad. Hoy, gracias a un subsidio provincial, los escultores Sebastián Sanz y Gabriela Manfredi trabajan en su restauración junto a la arquitecta Susana Accastello. Esperan volver a emplazarla para el 25 de Mayo
Un día de 1958, unos obreros empezaron a sacarla de la plaza. No les importó a los nuevos funcionarios del frondizismo que esa fuente algo anticuada llevara casi medio siglo plantada ahí. Les parecía fea o acaso pasada de moda. Y luego de tres años de gobierno militar la nueva Intendencia decidió “renovarse”. Así que mandaron una cuadrilla con martillos y tornos y la fueron sacando como se saca una muela. Sólo que ésta no estaba cariada en absoluto. Eso sí, la fueron rajando a los golpes, arruinándola a puro mazazo hasta romperle la raíz y voltearle la corona, hasta hacerle saltar el esmalte. Y una vez roto el nervio (la columna que unía sus dos platos) la arrumbaron en el Corralón como un trasto inservible. Y así, en vez de la vieja fuente traída de Francia hubo una ruina muda y en medio de la plaza gritó una ausencia.
Tampoco pareció importarle demasiado a los vecinos la desaparición de su monumento porque en esos días nadie reclamó. Pero no hay que culpar al pueblo. Es muy difícil salir a pedir por los derechos cuando se viene de una larga noche. Y aquella había durado más de mil días; desde aquel aciago 16 de septiembre de 1955 con el derrocamiento del presidente constitucional Juan Domingo Perón. Cuando pasan estas cosas todo se cae a pedazos como la fuente y se terminan los derechos. Entonces los hombres pierden la costumbre del reclamo como un estómago acostumbrado al vacío. Y así de vacía quedó la plaza, como un estómago sin hambre. Pero si las ideas no se matan, también habría que decirle a los “bárbaros” que la memoria no se tapa con paladas de tierra o cemento ni con ventas infames y negocios privados. Y eso es algo que los argentinos hemos aprendido de sobra en los últimos tiempos. Acaso por todo esto es que las niñas de los años ´40 que usaban capelina y se fotografiaban bajo la copa en forma de ostra salieron a buscarla medio siglo después. Verdaderas “damas templarias” en busca de la copa sagrada, ese santo grial de la memoria. Y esas “damas templarias” fueron las mujeres del Ateneo “La Posta”, quienes tras algunas “investigaciones privadas” por quintas de gente pudiente, dieron con la fuente una tarde de 2008. “Sólo nosotras sabemos lo que se siente al recuperar algo perdido durante medio siglo”, dijo Carlota. Y hay que creerle. Porque aquellas chicas de capelina que se habían quedado sin su pequeño Versalles, aquellas muchachas en flor del camino de Swan y de la calle Deán Funes, volvieron a sentirse transportadas a los años de su adolescencia. Y aunque el monumento se encontraba en mal estado, no dudaron en aceptar la donación y hacerlo remolcar hasta la Casa de la Cultura, donde a fines de 2013 dos escultores villamarienses empezaron a curarla contra el olvido. Y una vez finalizada la entrevista con Gabriela y Sebastián, los artistas posan para la foto bajo su copa, esa enorme capelina de piedra que alguna vez le dio sombra a las muchachas en flor. Esa fuente que hoy, más que manar agua tira chorros de primitiva memoria como fuego; ésa que no se puede tapar con tierra ni con cemento porque es pura identidad incandescente y volverá a ser luz.
Ensayo sobre la desestimación de lo propio y otras mutilaciones
Hace 15 años que Gabriela Manfredi es profesora de escultura en la escuela de Bellas Artes “Emiliano Gómez Clara”. Pero también es verdad que además de la docencia se ha consagrado en cuerpo y alma a la creación y restauración. Es autora, además, del complejo de pequeñas esculturas que “juegan a la piedra libre” frente al Cristo. Y de hecho, “Mientras el lobo no está”, es una obra que habla de la primitva inocencia, del precario estado de gracia de quienes aún no avizoran el terror de ninguna larga noche; como le pasó al monumento villanovense un día antes de ser levantado. Gabriela es la restauradora oficial de la fuente de Villa Nueva, y de este modo habla de su actual desafío.
“Cuando encontraron la fuente, la gente del Ateneo ‘La Posta’ se contactó con nuestra escuela buscando un escultor que la restaure. Y el director de Bellas Artes, Trífolo Flores, me recomendó a mí. Así que me puse en contacto con Carlota y ella me encantó el proyecto. Por mi parte lo hablé a mi amigo Seba y desde fines del año pasado empezamos con los trabajos”.
-¿Cómo describirías la fuente y cuál es su valor artístico?
-La fuente es una pieza de molde de origen francés y su estilo es neo rococó, algo muy utilizado a principios del siglo pasado. Y aunque no es una pieza única, tiene mucho valor simbólico para los habitantes de la ciudad. No hay que olvidar que estuvo medio siglo en el centro de la plaza, donde ahora se levanta la escultura de San Martín y eso quiere decir mucho.
-¿Cuál es la remodelación puntual que deben hacer?
-Básicamente reconstruir el remate y la barra del medio, es decir, la que une los dos platos. Esa barra se perdió o se rompió en el traslado, porque en su lugar habían puesto otra mucho más tosca. Pero estamos haciendo una nueva y a escala de la original en el atelier de Sebastián. También hay que sellar grietas y agregar los faltantes de algunas piezas.
-¿Cuánto tiempo va a llevar la restauración?
-Lo nuestro, unos tres meses. Pero el hecho de emplazarla va a depender del municipio, porque el plato de cemento que sirve de base hay que hacerlo de nuevo y conectarle el agua. Nosotros sólo trabajamos en el objeto escultórico. Le estamos dedicando cuatro horas diarias.
-Hace dos años, la comisión pro-aborigen “19 de Abril” llamó a la escuela de bellas artes por la creación de un monumento a los Pueblos Originarios ¿Es frecuente este tipo de pedidos?
-Constantemente estamos recibiendo pedidos para que hagamos intervenciones y arreglemos monumentos públicos. Y todos los años nos estamos desdoblando para atender a las demandas. Aunque a decir verdad, nos gustaría que hubiese muchas más todavía. Y es que el espacio público de las dos villas lo necesita. Además, querríamos que el arte estuviese más presente en las calles.
-¿Querés decir que falta más arte en la calle o que los monumentos están descuidados?
-Las dos cosas. Hace falta mantenimiento de obras pero también más arte. Es fundamental que el espacio público lo posea. Nosotros no concebimos la escultura como algo decorativo, el arte en el espacio público tiene una función comunicativa fundamental. Y queremos que se lo tenga en cuenta como cualquier otra acción artística de raíz. Yo llego a esta posición después de haber leído y estudiado mucho acerca del rol de la escultura en occidente.
-¿Pensás que esa carencia de mantenimiento es responsabilidad de los funcionarios?
-Hay un gran desconocimiento de parte de los funcionarios respecto al arte, pero no lo digo como una crítica. Todo lo contrario. Lo veo más como una responsabilidad nuestra, de los artistas, a la hora de concientizar a la población. También hay que hablar más con la gente y ver por qué las estatuas desaparecen o las mutilan.
-La “estatua del oso” de Córdoba fue robada y vuelta a recobrar, al monumento de Colón lo sacaron de la Casa Rosada por decreto ¿Por qué hay tanto saqueo y brutalidad con el patrimonio escultórico argentino?
-Porque hay un discurso que tiene que ver con el progreso, con el “renovar” y el “adaptarse”. Fue precisamente lo que pasó cuando sacaron la fuente de Villa Nueva. Pero nosotros nos preguntamos a qué costo se hacen esas “renovaciones”. Y también decimos que no es incompatible el progreso con la memoria.
-Y eso no depende del valor estilístico de la obra ¿no?
-¡Claro que no! Aunque se trata de estatuas pequeñas, de monolitos o de piezas abstractas, lo más importante no es el material sino la memoria colectiva del pueblo alrededor de esa obra. Eso es lo que hay que recobrar y transmitir a la gente joven para que se apropie de ese patrimonio.
-Vos hablabas de estatuas mutiladas. En Villa María podríamos hacer una buena lista…
-Lamentablemente sí. Está “el Güemes sin cara” frente al colegio Mármol, los “caballitos de ajedrez” rayados frente a los Trinitarios y la estatua que saquearon y rompieron en bulevar España y Entre Ríos. También había una estatua de Sobral frente al Rivadavia. La sacaron para restaurarla porque estaba sin nariz, y nunca más volvió. Parece que la moda es esa, sacarle las narices a los bustos. Eso indica la gran desestimación que hay por lo propio.
-¿A qué se debe esa desestimación?
-No sé, pero sí sé que esa misma gente cuando va a Europa dice “qué maravilla”. Y allá cuidan todo, como si fueran europeos ¿Por qué acá no hacemos lo mismo? Yo escuché una vez, por ejemplo, a un comunicador decir que la Placita Ocampo era un mamotreto, seguramente porque estaba a favor de su venta ¡Y no se puede decir una cosa así con ligereza! En Europa hay un montón de fuentes de molde como la de Villa Nueva y no obstante nadie dice que es un mamotreto. ¡Al contrario! ¡Todos las cuidan como si fuera la Fontana de Trevi!
Iván Wielikosielek
Buscando la fuente de la eterna juventud
Carlota Molina de Moreno vive en una casa de 140 años de antigüedad. La casa está en calle Deán Funes, a mitad de camino entre la plaza de Villa Nueva y la Casa de la Cultura. Y es entre esas dos locaciones donde transcurre su vida. Esto equivale a decir que cada día, al cerrar la puerta de calle, Carlota camina de su casa al pasado que es lo mismo que caminar hacia el fondo mismo de la memoria. Por eso es que no se pudo resignar en el último medio siglo al hueco que había dejado aquella ausencia en la plaza. Por más que hoy se levante la bella y original estatua de San Martín esculpida por su amigo Armando Fabre, no se siente del todo aliviada. El fantasma de la fuente alrededor de la cual jugó de niña o presumió de adolescente parecía pedirle por favor que saliera a buscarla. Y eso fue lo que hizo una tarde de 2008.
“La fuente habría llegado de Francia en el mismo barco que la que pusieron en la Estancia de Cárcano -comenta Carlota, que desde entonces no hará una sola pausa-. A esto me lo contó Armando Fabre, que era mi amigo. También me dijo que hubo una fiebre por traer arte de Europa para festejar el Centenario en el país. Y a él yo le creía todo. No sólo porque era una autoridad sino porque yo misma pude ver la fuente de los Cárcano hace un tiempo y comprobar el parecido. En cuanto a la fuente nuestra, cuando entró el Gobierno de Frondizi en el ´58 la sacaron. Eso fue durante la intendencia de Aníbal Olmedo. Se les dio por renovar la plaza y barrieron con todo, con la fuente y las cuatro estatuas que la rodeaban y que eran preciosas. Después la arrumbaron en el Corralón y la vendieron. Pero nosotras no sabíamos a quién. Armando Fabre me dijo antes de morir “a ustedes les encargo que recuperen la fuente”. Y por eso fue que salimos a buscarla. Con la gente del Ateneo pensábamos que estaría en Villa Nueva y fuimos al barrio Ctalamochita por todas las quintas. Pero nadie había visto una fuente así. Hasta que alguien nos mandó del otro lado del río, a la quinta del doctor Luis Seggiaro. Y ahí estaba. Fue en 2008, cincuenta años después del día en que la sacaron. El doctor, muy amable, nos permitió verla y fotografiarla. Estaba más petisa, desteñida, con un plato demasiado pequeño para el que tenía, pero fue algo tan emocionante verla ahí, que sólo nosotras sabemos lo que se siente. A los pocos días mandé una nota a EL DIARIO con la foto y hubo un revuelo bárbaro. Fue la piedra del escándalo. Y entonces el doctor Seggiaro, en un gran gesto, nos la donó para la comunidad. Luego vino la parte más difícil de todas, que fue conseguir el dinero para la restauración. Así que viajamos a Córdoba y fuimos a Patrimonio. Al poco tiempo vino a verla el arquitecto José Espinosa y nos ofrecieron un subsidio, con el que actualmente la estamos arreglando. Espero que la podamos emplazar de nuevo para el 25 de Mayo. Eso va a depender de los tiempos de la Municipalidad. El intendente Guillermo Cavagnero nos prometió que apenas comiencen unas refacciones que planea hacer en la plaza, se ocupa de la fuente. Por lo pronto ya tenemos el lugar marcado, estará sobre calle Deán Funes, justo enfrente de la farmacia. No va a estar en el medio, pero me imagino que dentro de poco habrá un montón de chicas corriendo a su alrededor, jugando, sacándose fotos como en aquellos domingos tan hermosos y lejanos”.