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12 de Febrero de 2014
Salud mental - Dicen que hay múltiples causas
Estar angustiado es el principal motivo de consulta en los CAPS
La directora de Salud Mental del municipio considera que es positivo que la gente acuda a un profesional para abordar lo que le pasa
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Pons evaluó que una persona debe acudir a la ayuda de un profesional antes de sentirse “muy angustiada”. Cree que a veces, con pocas intervenciones, retoma su vida normal

La an­gus­tia es el prin­ci­pal mo­ti­vo de con­sul­ta en la ór­bi­ta de sa­lud men­tal de la Mu­ni­ci­pa­li­dad de Vi­lla Ma­ría. Así lo re­ve­ló la di­rec­to­ra de esa área perteneciente al Con­se­jo Mu­ni­ci­pal de la Sa­lud, Sil­va­na Pons, en­tre­vis­ta­da ayer por EL DIA­RIO.
La pro­fe­sio­nal in­di­có que hay mu­chas con­sul­tas y va­lo­ró que así sea, "por­que im­pli­ca un tra­ba­jo de co­no­ci­mien­to y ad­mi­sión de que la gen­te en­tien­da que los pro­ble­mas de sa­lud men­tal no lo tie­nen las per­so­nas lo­cas, si­no ab­so­lu­ta­men­te to­dos".
Apun­tó que la de­man­da "au­men­ta per­ma­nen­te­men­te", pe­ro acla­ró que "eso no sig­ni­fi­ca ma­yo­res pro­ble­mas en la población": "Nues­tro aná­li­sis es que se de­man­da más por­que es­ta­mos ha­cién­do­lo vi­si­ble, pu­dien­do ha­blar de lo que nos pa­sa. An­tes una per­so­na an­gus­tia­da se que­da­ba en su ca­sa, lo que re­per­cu­tía en el am­bien­te fa­mi­liar, en la crian­za de sus hi­jos y de­más cuestiones".
Pons re­sal­tó ade­más que se ob­ser­va un "cam­bio muy po­si­ti­vo, ya que no só­lo se con­sul­ta pi­dien­do un tur­no al psi­có­lo­go, si­no que hay aper­tu­ra pa­ra ha­blar con los mé­di­cos de otras especialidades, se tra­ba­ja in­ter­dis­ci­pli­na­ria­men­te y se en­tien­de que ha­blar de cier­tos pro­ble­mas es par­te de es­tar sa­no".
La li­cen­cia­da aco­tó, an­te una con­sul­ta de es­te dia­rio, que "la an­gus­tia es un pa­rá­me­tro co­mún a to­das las ciu­da­des y jun­to a la vio­len­cia son las problemáticas que más atraviesan hoy a la sociedad repercutiendo en la con­duc­ta de los se­res hu­ma­nos".
Res­pec­to a las cau­sas, hay múl­ti­ples, "pe­ro pue­de sur­gir por la in­ca­pa­ci­dad de ma­ne­jar al­go que tie­ne que ver con la familia, con lo eco­nó­mi­co o con cues­tio­nes de ho­ra­rio".
Y dijo que no hay que subestimar los por qué del drama de cada persona, ya que es personal: lo que para uno puede no ser doloroso, para el otro quizás sí.
“Hoy por hoy lo so­cial es­tá atra­ve­sa­do por no al­can­zar el tiem­po pa­ra na­da y eso ge­ne­ra an­gus­tia, de­pre­sión y con­flic­tos por esa in­ca­pa­ci­dad de ma­ne­jar­se", abun­dó.
Las mu­je­res son las que más lle­gan a las de­pen­den­cias del mu­ni­ci­pio a bus­car ayu­da. "Siem­pre en sa­lud men­tal son ma­yo­res las con­sul­tas de mu­je­res, por­que nosotras te­ne­mos ma­yor po­si­bi­li­dad de de­cir lo que nos pa­sa", ad­vir­tió, por lo que se es­tá tra­ba­jan­do en pre­ven­ción y pro­mo­ción en ám­bi­tos pre­pon­de­ran­te­men­te mas­cu­li­nos "pa­ra que sal­gan es­tas cues­tio­nes a la luz".
Aña­dió que la mu­jer "tie­ne más ad­he­ren­cia al tra­ta­mien­to, el hom­bre tal vez con­sul­ta, pe­ro ha­ce tra­ta­mien­tos cor­tos". "No se per­mi­ten, qui­zás, fle­xi­bi­li­zar su per­so­na­li­dad pa­ra pe­dir ayu­da, pre­fie­ren de­cir la tí­pi­ca fra­se de que lo que no cuen­ta a los ami­gos no se lo di­rá al psi­có­lo­go, lo que no es real", ase­gu­ró.

Los signos de alerta

Con­sul­ta­da so­bre qué se­ña­les de an­gus­tia se deben aten­der pa­ra acu­dir a un pro­fe­sio­nal, res­pon­dió que "lo ideal se­ría ha­cer­lo sin lle­gar a sen­tir­se tan an­gus­tia­do. No soy de las que cree que to­do el mun­do tie­ne que ir al psi­có­lo­go, pe­ro sí ca­si to­do el mun­do, por­que nos ayu­da a en­ten­der al­gún ti­po de si­tua­ción o re­sol­ver al­gún con­flic­to".
Pre­ci­só que es­te es­ta­do "al prin­ci­pio da po­cas se­ña­les, co­mo can­san­cio y di­fi­cul­tad de or­ga­ni­zar­se y lue­go sín­to­mas más vi­si­bles co­mo ras­gos de de­pre­sión o vio­len­cia, ve­mos que hay per­so­nas que se po­nen muy ner­vio­sas por al­go que es mí­ni­mo pa­ra los de­más, lo que tie­ne que ver con un en­la­ce an­gus­tian­te, con al­go que no es­tá fun­cio­nan­do bien".
"An­te cual­quier si­tua­ción que preo­cu­pa po­de­mos ha­cer una con­sul­ta, qui­zás con dos o tres in­ter­ven­cio­nes ya se pue­de vol­ver a una vi­da nor­mal", apun­tó.
El no po­der dor­mir es un sig­no de alar­ma.
"Al dor­mir es cuan­do el cuer­po y la men­te tie­nen que re­la­jar­se, no po­der ha­cer­lo es no po­der ter­mi­nar con al­go. Cuan­do se ha­ce una gran pe­lo­ta, al no po­der de­jar de re­vi­sar el te­lé­fo­no, se­guir ha­cien­do co­sas del tra­ba­jo, la men­te si­gue tra­ba­jan­do. Un mé­di­co en Cór­do­ba me di­jo que pa­ra dor­mir hay que pre­pa­rar­se de la mi­tad del día pa­ra ade­lan­te, de­jan­do de es­ti­mu­lar­nos con pe­lí­cu­las car­ga­das de vio­len­cia y de­más", se­ña­ló.

“Cuando un niño habla, habla de un problema familiar”
Sil­va­na Pons de­ve­ló que hay un 25% de con­sul­ta de ni­ños, pe­ro hi­zo ad­ver­ten­cias.
"Cuan­do un ni­ño ma­ni­fies­ta al­go es sín­to­ma de un pro­ble­ma fa­mi­liar, en­ton­ces se abor­da a la fa­mi­lia. Cuan­do los chi­cos ha­blan, ha­blan de un pro­ble­ma fa­mi­liar, los pro­ble­mas de los ni­ños son pro­ble­mas de adul­tos, en­ton­ces hay que te­ner cui­da­do con có­mo pre­sen­tar es­tas es­ta­dís­ti­cas", re­cal­có la pro­fe­sio­nal.
En cuan­to a ca­sos de dis­cri­mi­na­ción, sos­tu­vo que en Vi­lla Ma­ría no han existido atenciones por esa cau­sa; sí hu­bo por aco­so o mal­tra­to es­co­lar, pe­ro ha si­do "in­sig­ni­fi­can­te" en can­ti­dad. In­di­có que "de­be­mos de­ter­mi­nar si es que ocurren pero no llegan al consultorio, porque puede estar presentándose esto".
Res­pec­to a la me­di­ca­li­za­ción de la in­fan­cia, di­jo que es un pro­ble­ma no­to­rio en to­do el país, pe­ro no se ha vivenciado ge­ne­ral­men­te en es­ta ciu­dad. "Es ab­so­lu­ta­men­te pe­li­gro­so que se les den pas­ti­llas a los chi­cos pa­ra tran­qui­li­zar­los y de­más. Afor­tu­na­da­men­te, en es­ta lo­ca­li­dad la ma­yo­ría de los pro­fe­sio­na­les es­tá in­vo­lu­cra­do en no ha­cer­lo", ma­ni­fes­tó.

La au­to­me­di­ca­ción
Por otro lado, se le preguntó sobre la au­to­me­di­ca­ción. “Se vi­si­bi­li­za en la ciudad y tra­ba­ja­mos fuer­te­men­te con el psi­quia­tra pa­ra que de­je de ser así", di­jo Pons.
"Mu­chas ve­ces la gen­te cree que to­mar las rien­das del pro­ble­ma im­pli­ca to­mar una pas­ti­lla y de in­ge­rir al­go pa­ra des­can­sar me­jor. Cuan­do el cuer­po ha­bla es por­que hay an­gus­tia de­trás. Si no po­de­mos dor­mir, te­ne­mos que ver por qué, ver si es un pro­ble­ma fi­sio­ló­gi­co o neu­ro­ló­gi­co o si es psi­co­ló­gi­co", es­pe­ci­fi­có la especialista.

Las adicciones, en el cuarto lugar
De acuer­do a las es­ta­dís­ti­cas que ma­ne­jan en el área de Sa­lud Men­tal del Con­se­jo Mu­ni­ci­pal de la Sa­lud (coordinado por la médica Mildren del Sueldo), la an­gus­tia es el mo­ti­vo prin­ci­pal de con­sul­ta en los dis­tin­tos cen­tros que po­see la co­mu­na.
En se­gun­do lu­gar apa­re­cen los pro­ble­mas de con­duc­ta en ni­ños, li­ga­dos a la vio­len­cia, a de­sap­ta­ción a ni­vel es­co­lar y otras ra­zo­nes.
Lue­go le si­guen los pro­ble­mas con­yu­ga­les.
En el cuar­to pel­da­ño se en­cuen­tran las adic­cio­nes y en el quin­to, la vio­len­cia.
Pons es­qui­vó dar nú­me­ros. "Te­ne­mos re­cur­sos co­mo pa­ra me­dir las es­ta­dís­ti­cas en ba­se a la his­to­ria clí­ni­ca y de­más, pe­ro uno es cui­da­do­so en dar­los, no por­que no sean rea­les, si­no por­que son in­ter­pre­ta­dos de di­ver­sos mo­dos: una per­so­na qui­zás con­sul­ta por un mo­ti­vo apa­ren­te, pe­ro cuan­do ini­cia el tra­ta­mien­to se evidencia que ha­bía otras ra­zo­nes por de­ba­jo", ar­gu­men­tó.
Res­pec­to al fla­ge­lo de las adic­cio­nes a dis­tin­tas sus­tan­cias, di­jo que la pro­ble­má­ti­ca es de­ri­va­da a la Ca­sa de Me­dio Ca­mi­no, que de­pen­de de Hel­ga Ca­mi­nos, "la que se abre to­dos los días de la se­ma­na y en la que se es­tá tra­ba­jan­do muy bien".
An­te una pre­gun­ta, afir­mó que en los cen­tros de aten­ción pri­ma­ria los psi­có­lo­gos atien­den el fla­ge­lo "cuan­do se re­quie­re aten­ción in­di­vi­dual". Más allá de eso, "la Ca­sa tie­ne uno to­dos los días y un p­si­quia­tra".

Adónde hay que acudir y cuánto demoran en atender
Sa­lud Men­tal del mu­ni­ci­pio cuen­ta con nueve psi­có­lo­gos y un psi­quia­tra, Gui­ller­mo Gau­na, se­gún pre­ci­só Sil­va­na Pons. Di­jo que "to­das las per­so­nas en los ba­rrios tie­nen aten­ción si lo de­sean", a tra­vés de los Cen­tro de Aten­ción Pri­ma­ria de la Sa­lud (CAPS), nucleados en la ca­sa cen­tral que es­tá en Mar­tí­nez Men­do­za 255.
An­te pre­gun­tas de es­te cro­nis­ta, afir­mó que la aten­ción es ab­so­lu­ta­men­te gra­tui­ta y sin nin­gún tiem­po de de­mo­ra (aun­que aho­ra es­tán de va­ca­cio­nes). "Es­ta­ble­ce­mos el cro­no­gra­ma pa­ra que no ha­ya de­mo­ra, la que exis­te só­lo en el mar­co del pro­ce­so de ad­mi­sión", ase­gu­ró.
Pa­ra re­que­rir aten­ción se pue­de lla­mar al (0353) 4531131 o a los CAPS ba­rria­les, se ha­ce la ad­mi­sión y lue­go se de­ri­va al pro­fe­sio­nal, otor­gán­do­le un tur­no al ciu­da­da­no.
Se­ña­ló an­te el plan­teo pe­rio­dís­ti­co que el abor­da­je te­ra­péu­ti­co es ge­ne­ral­men­te exi­to­so, ya que den­tro de los pro­fe­sio­na­les "hay mu­chas orien­ta­cio­nes teó­ri­cas, por lo que te­ne­mos una am­plia ga­ma de ser­vi­cios por ofre­cer y, si a la per­so­na no le va bien con uno, pue­de pe­dir el cam­bio".
Con­sig­nó la pá­gi­na de In­ter­net www­.sa­lud­vi­lla­ma­ria­.co­m.ar, la que cuen­ta con una pes­ta­ña en don­de la gen­te se ano­ta y pi­de qué ti­po de in­for­ma­ción re­ci­bir. "No va­mos a lle­nar­le la ca­si­lla de correo con datos que no les interese y to­dos los con­te­ni­dos es­tán su­per­vi­sa­dos por to­dos los pro­fe­sio­na­les, lo que es muy im­por­tan­te, ya que en la web hay mu­cha in­for­ma­ción fal­sa y pe­li­gro­sa", re­sal­tó la fun­cio­na­ria.


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