Por el Peregrino Impertinente
Córdoba está repleta de tesoros ocultos, joyas desconocidas por el grueso popular que deambulan por las profundidades de las sierras. Una de ellas es la “Playa de los hippies”.
Se trata de un balneario ubicado en las proximidades de Cuesta Blanca, al oeste de Villa Carlos Paz. Pero a no dejarse engañar por el nombre: en la playa en cuestión ya no se ven muchos hippies, como ocurriera en los 70. La mayoría escaparon cuando se dieron cuenta de que no podían vencer al sistema y se convirtieron en CEO y gerentes de Marketing de Chevron, la Coca-Cola Company y el Vaticano.
Con o sin rastas y pantalones a rayitas, el lugar hace caer las babas del viajero. “No se limpia el muy, porque además de ser un gañán”, ha perdido los hábitos más básicos del comportamiento en público. En fin, que la playa es un espectáculo natural. Río San Antonio que se menea ancho y próspero, con arena a los costados y laderas de verde pálido abriéndose al cielo. No hay nada más que naturaleza y las carpas de los que se instalan en el camping público y agreste. Sí, aquí alguno todavía dice estar ajeno al posmodernismo y a la invasión tecnológica perpetrada por las grandes corporaciones. Hasta que después de cantarte alguna de Sui Generis, te pide el celular para mandarle un mensajito al amigo porque él se quedó sin crédito.
Para llegar a este rincón privilegiado del Valle de Punilla, primero hay que dirigirse a El Diquecito, que reposa a un par de kilómetros de Cuesta Blanca. Desde allí, hay dos opciones: una, cruzar el cerro y tras 15 minutos de caminata desembocar en destino, obteniendo alucinantes postales durante la marcha. La otra es utilizar los servicios del tipo que con una canoa transporta pasajeros desde El Diquecito hasta la playa. Cobra $15 el viaje y le va muy bien. Consultado sobre si aquello no se contradice con el supuesto espíritu “Imagin ol de pipol” del balneario, contesta que él será hippie, pero no bol...