La historia de Gisela, de la que EL DIARIO fue casual testigo, exhibe la falta absoluta de contención social de muchas familias. Ella, sin hogar propio y sin trabajo, en la odisea de buscar un techo para sus hijos. Teniendo que volver a vivir con su ex, del que está separada. Todos, con una gran predisposición a la violencia ante la mínima provocación. Y los niños, erigiéndose en las grandes víctimas, creciendo en el peor de los ambientes: el de las carencias y los golpes.
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