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Dolor. Los pequeños con sus padres, regresando todos al hogar de él, luego del escándalo. A la izquierda, el joven retirando las pertenencias de su ex y sus hijos de la habitación que le prestaron |
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“No tengo trabajo y mañana (por hoy) quedaré en la calle, porque ya no podré estar en la piecita que me prestan. Tengo dos hijos, estoy separada, mi suegra y el papá de la nena me ayudan pero no me alcanza. Necesito ayuda”. Gisela Carrion (22) llamó a EL DIARIO para contar públicamente su situación, en un pedido de ayuda a la comunidad. Dejó su drama en el teléfono de este matutino, y su dirección: Incahuasi sin número, al final del barrio Los Olmos.
Cuando este matutino arribó a ese lugar, ella llegaba a la casa junto a sus dos pequeños niños, de 1 y 4 años. En pocos segundos, se desató la violencia.
La dueña de la vivienda -que prestó a Gisela una habitación para vivir en estos tiempos de carencias para su familia- apuntó hacia la joven reprochándole por recibir a “gente desconocida y después me desaparecen cosas”. Cuando la señora se enteró de que los visitantes eran el periodista y el fotógrafo de EL DIARIO, se irritó: “Mi casa no tiene por qué salir” públicamente.
Nos retiramos a la vereda para hacer la nota pero los ánimos ya estaban caldeados. Y en pocos segundos se desencadenaron escenas impensadas. Gisela comenzó un ida y vuelta de pirotecnia verbal con la mujer que le prestaba la habitación y se fue involucrando el grupo de jóvenes -varones y mujeres- que había en la vereda, algunos de los cuales estaban trabajando de albañil.
Insultos de todo tipo y amenazas recíprocas llevaron a la señora a llamar por teléfono a la Policía, y pedir que algún móvil acudiera a la zona. Y dijo, además, para que todos escuchen: “Ya viene el -dio un nombre- con el revólver-”.
Desde el interior de la vivienda una joven inició una extensa rencilla a viva voz con Gisela, que en contados minutos ganó el barro: se trenzaron a los golpes ante la mirada de todos, se cayeron al agua y permanecieron agarradas de los cabellos durante largo tiempo.
Fue ese el momento más estremecedor: los dos hijos rompieron en llanto a ver el duelo protagonizado por su progenitora y otra chica, y se desesperaron por meterse en esa guerra para defender a la mamá. La niña de 4 años lo logró en un instante, cuando se escapó de unos brazos que la contenían y corrió a tirarle el cabello a quien seguramente habrá considerado su gran enemiga, la que le estaba haciendo daño a su madre.
La historia, que duele y es espejo de muchos hogares que conforman una sociedad con un cada vez mayor déficit en contención, fue calmándose cuando llegó el ex de Gisela, papá de los niños: primero llevó a sus hijos a su hogar -para “preservarlos”- y luego regresó con ella y un carro, para trasladar todo lo que había en la habitación prestada, hacia su casa.
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