En el marco del 110º aniversario fundacional de la Biblioteca Bernardino Rivadavia (BBR) y a 43 años del fallecimiento del doctor Antonio Sobral, directivos y docentes de la entidad cultural y educativa hicieron un reconocimiento a la figura del insigne educador villamariense.
Referentes de los distintos niveles educativos de la BBR presidida actualmente por el contador Sergio Gilabert, rindieron homenaje a través de un acto conmemorativo que se concretó al pie del mausoleo que se erige en el Cementerio “La Piedad”.
Tras la colocación de ofrendas florales en el monumento que se levanta en memoria del recordado pedagogo y político local, la vicepresidenta de la Biblioteca Rivadavia y titular del Instituto Secundario Bernardino Rivadavia (ISBR), licenciada María Cecilia Bazzanella, se expresó ante los presentes en el evento conmemorativo.
“Hablar del doctor Antonio Sobral es hablar de educación”, manifestó Bazzanella que calificó al educador homenajeado como “un pedagogo excepcional que se interrogó y reflexionó con espíritu crítico y veraz acerca de una actividad trascendente como es la educativa”.
La directora del ISBR remarcó que Sobral “sostuvo que la cuestión educativa debía estar abierta a la participación de todos los sectores de la comunidad, porque la transformación de la educación no podía ni debía ser de un solo actor sino que pertenecía al conjunto de la sociedad que era su destinataria”.
Durante su alocución, la vicepresidenta de la BBR remarcó que el también líder político y destacado profesor “impulsó experiencias auténticas para el ejercicio de la libertad como incentivo para la creatividad. De ese impulso nos valemos hoy para continuar”.
“El proyecto continúa, toma fuerza, envergadura en todos los niveles. Con señas propias de un nuevo tiempo y fiel a los principios fundacionales, los institutos crecen, se potencian, siempre enraizados en la comunidad”, puntualizó la autora del discurso.
“Doctor Sobral, hemos tomado su herencia, hemos hecho de ella un relato nuevo, un acto de inscripción, una filiación que no se reduce a la repetición. Un relato que presupone una interpretación activa y permanente de lo heredado”, agregó Bazzanella antes de concluir: “Partiendo del texto inaugural, hemos introducido las variables que permitirán reconocer en lo recibido de herencia una melodía propia”.