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2 de Marzo de 2014
EL CUARTO IDIOMA más hablado de la ciudad
Chino para principiantes “made in” Taiwán
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Yu Ming Ju y Yan Hsu Chih, o Antonio y Carlos - Ming Ju y Hsu Chih les dan la bienvenida a todos los que quieren aprender chino, tal es la traducción

 

Yan Hsu Chih (Carlos) y Yu Ming Ju (Antonio) son taiwaneses de nacimiento y argentinos por adopción. Llegaron a Villa María en 1995 con 8 y 5 años, respectivamente, junto con sus familias, pioneras en la inmigración asiática en la Pampa Gringa. Los primeros profesores de chino de la UNVM hablaron de su lengua de más de cinco mil años, esa que hunde sus raíces en los mitos y la religión oriental y en la que se escribió el fabuloso “Tao Te King”

"Conocer a los otros es sabiduría, conocerse a sí mismo es iluminación. Dominar a los demás es tener fuerza, dominarse a sí mismo es ser fuerte”. Hace más de 2.500 años, un viejo escribía estos versos en la más remota frontera de la Dinastía Zhou. El nombre de su autor era Lao-Tsé (“viejo maestro”) y el idioma utilizado era el chino mandarín; la lengua materna del taiwanés-villamariense Yu Ming Ju, quien la empezó a enseñar en 2013 en el Programa Universitario de Idiomas Clásicos y Modernos (Puicym) de la UNVM. 

Si bien es cierto que la mayoría de sus alumnos se acercó al chino por razones empresariales, también es cierto que asomarse a esa lengua es asomarse a su misterio; a todas sus posibilidades poéticas, religiosas y filosóficas. Y quizás no haya un mejor ejemplo que el Tao Te King (el libro que escribiera aquel “viejo maestro”) para sintetizar todas estas posibilidades. Por algo será que el Tao Te King es el libro de cabecera de Ming Ju. Y mientras se apronta a empezar las clases de segundo año, acaba de pasarle la posta de los principiantes a su primo, Hsu Chih. Pero mejor será que desde ahora los llamemos por sus nombres criollos: Antonio y Carlos. Acaso para conocer un poco de su historia, su pensamiento y sus anhelos; desde la lengua y la cultura del Martín Fierro que también es su segunda lengua y su segunda cultura.
 
Villa María: un alto en el camino que se terminó convirtiendo en “casa”
 
-¿Por qué eligieron Argentina?
Antonio: -Empiezo por decirte que Taiwán es un país muy chiquito, una isla un poco más grande que Tucumán, pero con la mitad de habitantes que Argentina (23 millones), en donde ya no hay más lugar. Es por eso que el Gobierno fomenta el intercambio de cultura y la migración. La mayoría de los taiwaneses elige Estados Unidos o Nueva Zelandia, pero como nuestra familia tenía conocidos en Buenos Aires, nos vinimos acá. Nuestros parientes no sabían a dónde quedaba Argentina en el mapa.
-¿Y cómo llegan a Villa María?
Antonio: -Inicialmente, mis padres querían vivir en Carlos Paz. Así que se tomaron el colectivo para ir a ver casas allá. Pero cuando pasaron por Villa María decidieron bajarse y dar una vuelta. Y les encantó. Al poco tiempo, a la casa la compraron acá.
Carlos: -Ellos eligieron esta ciudad no sólo para ellos, sino también para nosotros. Para que creciéramos con tranquilidad y seguridad, para que pudiéramos seguir estudiando. Acá pudimos tener una casa con patio, lo que en Taiwán es un lujo para los ricos. Allá, la enorme mayoría de la gente vive en departamentos. 
-¿Extrañan la vida de Taiwán?
Antonio: -Nosotros no, porque vinimos de chiquitos. Yo viví sólo hasta los 5 años en mi país y Carlos hasta los 8. Los que sí extrañan son nuestros padres. Extrañan a sus parientes y amigos. Pero ellos se vinieron a los 40 años. O sea que vivieron allá la mayoría de sus vidas. 
Carlos: -Yo no extraño nada en particular. Quizás anhelo comer algunos platos, pero sólo por placer, no por necesidad. Nosotros crecimos acá y nos adaptamos a todas las costumbres. 
-Y finalmente pudieron estudiar, como querían sus padres…
Antonio: -Sí, yo estudié Administración de Empresas, Ciencias Económicas y Asesor de Imagen en la Universidad Nacional de Córdoba. Y mi primo estudia el Profesorado de Inglés en la UNVM.
Carlos: -Muchos nos preguntan si no es mejor estudiar en Taiwán. Yo digo que no, porque acá hay todas las carreras que hay allá y el nivel es muy bueno también.
 
Una lengua y una cultura para dos naciones
-Muchos al leer esta nota se preguntarán cómo es que dos taiwaneses son profesores de chino. ¿Cuál es, entonces, la diferencia entre China y Taiwán?
Antonio: -Para que sea más fácil de explicar, te diría que la diferencia es la misma que entre Corea del Sur y Corea del Norte: eran un mismo país, pero por diferencias políticas se dividieron en dos. China podría llamarse China del sur y China del norte. Pero se llama China y Taiwán, que son lo mismo.
-¿Y el chino que se habla en Taipéi es el mismo que se habla en Pekín?
Antonio: -Son dialectos distintos que se pueden entender perfectamente. Pero el “chino mandarín”, que significa “chino común”, se habla en los dos países y se aprende en todas las escuelas de China y Taiwán. Algunos taiwaneses son orgullosos de su país y no quieren que les digan “chino”. Pero si a mí me dicen “chino”, no me molesta.
Carlos: -Con China tenemos la misma raza, la misma sangre y la misma historia. Nuestros abuelos hablan un dialecto, como dice Antonio, porque la mayoría de los taiwaneses son inmigrantes chinos llegados de una zona determinada. De ahí nos viene la “tonada”. Pero acá en Argentina tenemos otra tonada, la “cordobesa” (risas).
-¿Todo lo que aprendieron del chino lo aprendieron con sus padres y familiares?
Antonio: -No todo. Cuando éramos chiquitos, teníamos clases de marzo a diciembre en la escuela pública, pero en enero y febrero nuestros padres nos mandaban al colegio chino en Buenos Aires. Allá estudiábamos mucho ¡Casi no teníamos vacaciones!
-¿Cuántos chinos y taiwaneses hay en Villa María hoy por hoy?
Antonio: -Taiwaneses sólo somos nosotros, es decir, unas seis familias. Después de nosotros no vinieron más. Lo que sí, chinos hay muchos. Son los de los restaurantes y los supermercados. 
-¿Sus familias no tienen supermercado?
Carlos: -No. Yo trabajo con mi familia, que tiene una rotisería vegetariana a media cuadra de la plaza; y el señor Ming Lu es todo un profesional de la docencia y de las traducciones (risas).
-Muchos asocian a chinos y taiwaneses con el budismo. ¿Es la religión de ustedes?
Carlos: -Nuestros padres no nos han inculcado una religión, sino una creencia hacia lo que enseñan los diferentes seres iluminados. Por eso creemos en Dios como un Ser Creador, pero también en todos los maestros iluminados que Dios ha mandado a este mundo para enseñarnos el camino; los santos de las diferentes religiones. 
-¿Cómo es esto?
Carlos: -Seguimos las enseñanzas de Jesucristo, por cierto; tanto su amor como su filosofía, pero también las enseñanzas de Sakyiamuni (Buda). Confucio es fundamental para nosotros, tanto como Lao-Tsé que es el padre del taoísmo. Pero también Mahoma. Estos cinco santos vienen a ayudar al mundo a través de las virtudes que nos enseñan y nosotros creemos en ellos.
-O sea que no van a la iglesia ni a templo alguno…
Carlos: -No, no vamos, pero lo respetamos mucho. Es muy importante venerar a Dios desde el ritual para demostrarle sinceridad. Pero lo más importante es llevar el templo en el corazón. Decía Confucio que si uno no va a venerar a Dios como si estuviera al frente tuyo, mejor sería que no veneres.
-Para quienes lean esta nota, ¿qué razones les darían para estudiar chino?
Carlos: -Yo creo que los idiomas son más que idiomas, son hombres a través de sus lenguas. Y dependiendo del nivel de conocimiento que vos tengas de esas lenguas va a ser la profundidad de tu relación con esos hombres. Conocer un idioma es conocer un grupo étnico y sus costumbres, su religión y su filosofía. Y el idioma chino es todo eso, porque transmite profundamente el espíritu y las virtudes. 
-Sin embargo, muchos se interesan por el chino como idioma comercial…
Carlos: -Sí, la gente de hoy en día busca estudiar un idioma por trabajo o por negocios. Pero yo sigo pensando que la finalidad de un idioma es la cultura y la comunicación profunda. El idioma chino es el tesoro que nos han dejado nuestros ancestros, nuestros antiguos sabios. Y ahora, felizmente, a ese tesoro lo podemos enseñar y compartir.
“Las palabras verdaderas no son bellas, las palabras bellas no son verdaderas. Los hombres buenos no discuten, los que discuten no son buenos. Los que saben no son eruditos, los eruditos nada saben. El sabio no acumula cosas; mientras más hace por los otros, más tiene; mientras más da a los otros, mayor es su abundancia. Lo propio del Tao del Cielo es dar sin causar daño; lo propio del Tao del sabio es actuar sin luchar”.
Así termina el Tao Te King y esta nota. Con estas enseñanzas que fueron escritas en la lengua de Carlos y Antonio hace ya 2.500 años. Quienes se acerquen a esta lengua se acercarán también a su misterio; a esta fabulosa herencia de oro en polvo hecho de pensamientos, ideogramas y una fabulosa concepción de la trascendencia.
Iván Wielikosielek
 
Yu Ming Ju: primer profesor oficial de chino en la ciudad 
 
-¿Cuál fue la principal motivación de tus alumnos del Puicym para cursar chino?
-Te diría que el 50% vino por trabajo, porque están en una empresa que tiene contacto con China. Pero el otro 50% vino por interés de aprender otra cultura.
-¿Cómo fue el nivel de tu curso?
-Bastante bueno. En un año, mis alumnos aprendieron bien toda la fonética y ya pueden tener conversaciones simples, como preguntar qué hora es, a dónde queda tal lugar, cómo te llamás, quiero comer tal cosa …
-¿Cómo va a ser tu curso de segundo año?
-Todos los idiomas constan de cuatro partes: escuchar, hablar, leer y escribir. Y en chino, lo más difícil es escribir. Es lo que vamos a intentar hacer este año. Y profundizar cada vez más los temas de la conversación.
-Ibas a enseñar chino simplificado, pero optaste por chino tradicional, ¿por qué?
-En Puicym me dieron la opción de enseñar cualquiera de los dos. El “chino simplificado” es una variante que se inventó en los años 50 para facilitar el aprendizaje en el mundo occidental. Pero para mí no es un buen invento. Porque cuando tenés que leer textos profundos de filosofía, religión o poesía, con esa variante no te alcanza. 
-¿Es difícil estudiar chino?
-Para saber si es difícil o no, hay que tener en cuenta que el año pasado empezaron 33 alumnos y terminaron 17. O sea que es difícil para un 50% (risas). Quizás es un poco difícil el primer mes. Pero una vez que manejaste la fonética, das un salto muy grande.
Las inscripciones de chino estarán abiertas desde el miércoles 5 de marzo en la Secretaría de Investigación y Extensión del Campus. Las clases son una vez por semana en la escuela José Ingenieros (José Ingenieros esquina Santa Fe) y su duración es de tres horas. Para mayor información se puede consultar al teléfono (0353) 453-9134. 

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