Se celebró ayer en Argentina el Día del Lustrabotas, una antigua profesión que con el paso del tiempo se ha ido desgastando considerablemente, pero que todavía tiene a algunos exponentes dentro del territorio de nuestro país.
Tal es así que Julio Pringles es la única persona que practica dicho oficio en la ciudad de Villa María, quien mostró su emoción y agradecimiento al ser entrevistado por EL DIARIO para que relate cómo es vivir de este trabajo.
En primer término, comenzó contando que “tengo 62 años y hace desde los 26 años que me dedico a esto. Comencé a hacerlo en un tiempo en el cual no había trabajo y como soy una persona sola empecé a hacerlo para mantenerme, para poder vivir”.
“El oficio lo aprendí por intermedio de un tío mío que sabía hacerlo. El fue quien me dijo que podía dedicarme a esto”, contó.
Seguidamente confesó que “en los primeros días se me hizo un poco difícil porque tenía un poco de vergüenza, pero después a través del tiempo me hice conocido y aceptado por la gente, pasando malos y buenos momentos”.
“Las claves para perdurar en el tiempo, como en todo trabajo, son el buen trato con la gente y ser solidario dentro de lo posible, lo que me llevó a ser muy conocido y aceptado, que es lo que a mí más me gusta”, remarcó.
En cuanto a la técnica utilizada para trabajar, don Julio marcó que “hay pequeños secretos, como limpiar bien la superficie del calzado y distribuir bien la pomada, que son pequeñas cosas que hacen a un buen trabajo”.
“Por suerte tengo muchos clientes fijos, porque soy el único lustrador que ha quedado en la ciudad. La mayoría de los que me conocen así me lo hacen saber. Hay una tendencia a no practicar más esta profesión”, afirmó.
En cuanto a lo que más disfruta de su trabajo, Pringles señaló que “lo que más me gusta de mi oficio es el trato con la gente. Por ese lado soy un agradecido porque la gente me ayuda muy mucho. Tenemos buenas conversaciones y me tratan bien”.
“Desde que salgo de mi casa hasta que llego al centro voy saludando gente que muchas veces no la conozco, pero ellos si me conocen a mí.
En los últimos años se instaló la costumbre de que la gente me invite un café después de lustrarle su calzado”, indicó.
Con respecto a esa última situación, concluyó el reportaje diciendo que, “por ejemplo, desde hace un tiempo ya largo, con el ‘Poroto’ Alessio (a quien Julio está lustrándole los zapatos en la fotografía superior) empezamos una amistad linda, porque el me trata bien y yo obro como me corresponde, con respeto, practico mi trabajo con él y nos llevamos muy bien”.