Vecinos del barrio San Antonio de Villa Nueva y de Los Olmos de la misma ciudad tuvieron que alojarse en el IPEM 322, donde reciben asistencia de organizaciones sociales y voluntarios.
Jésica Herrera, una joven de 24 años, madre de cuatro hijos “y de uno en camino”, es una de las afectadas por la situación.
“Mi casa es de barro con techos de chapa. Ahora, fue mi marido y me dice que adentro el agua da a la rodilla. Perdimos todo”, dice, desesperada.
Sabe que al volver tendrá que empezar de cero. “Salvamos heladera y cocina, porque la alcanzamos a subir. Del resto, no nos quedó nada”.
Recuerda que le habían prometido desde la Municipalidad hace casi un año materiales para mejorar su vivienda que consiste en dos piecitas. “Pero todavía no vino nadie”, indicó. Es una de las 48 personas que debieron alojarse en el IPEM 322 como consecuencia de la crecida.
La trabajadora social Danae Conti colabora con las organizaciones acomodando ropa y alimentos. “Recibimos mucha donación. Nos harían falta pañales, porque hay una gran cantidad de chicos, elementos de higiene personal y agua”, indicó.