Sólo queremos advertir que todo lo que escribimos está basado en informes previos que hemos realizado desde la Junta de Historia, desde el proyecto institucional de la extensión áulica Cencar e informes correspondiente a noviembre de 2013 y a principios de febrero de 2014.
Destacamos la heroica actuación de Bomberos, empleados municipales, Defensa Civil y organismos solidarios.
La historia nos anticipa lo que puede suceder, pero los seres humanos no dimensionamos y subestimamos la fuerza de la Naturaleza. Una vez más en la Historia, el río nos dio una cachetada a todos los villanovenses, como en 1878, 1891 o en 1906.
Dos ciudades que nacieron, murieron y resucitaron por el vital elemento no pueden vivir de espaldas al río y mucho menos considerarlo solamente como paseo público. Villa Nueva nació posta en sus orillas, se refundó alrededor de 1826 alejándose de sus aguas, fue sepultada en 1891, la sola fuerza de sus hombres y mujeres le dieron vida nuevamente. Villa María debe su origen al trazado de las vías del ferrocarril cuyos terraplenes escapaban de las aguas del Tercero y su poblamiento original a familias que buscaban seguridad en la costa más alta.
El Siglo XX trajo los diques a la cuenca alta del Tercero, mermando la impetuosidad de las crecidas. Con el paso de los años los gobiernos de turno y la población en general fueron olvidando y subestimando las crecidas que apenas esbozaban un derramamiento. El año 1984 fue un aviso importante. Hace 30 años.
Pero la corrupción, los negocios personales, la desidia, el abandono, la irresponsabilidad, la falta de educación, la falta de información, los silencios cómplices hicieron que el derrame natural del río se descuidara, la zona del puente de hierro se convirtiera en un basural a cielo abierto, que el terraplén se extirpara, que habilitaran el surgimiento de emprendimientos inmobiliarios en zonas de paleo, cauces o zonas rellenadas. Un cóctel que tuvo su explosión en febrero de 2014 cuando las aguas llegaron nuevamente. Sumado al grueso error de querer encauzar la crecida por la calle Modesto Moreno para llegar a los desagües sobre avenida Carranza, que cruzan el barrio Sarmiento y van cerca del Golf Club, obteniendo como resultado la aceleración de la inundación y el agravamiento de los daños. Resultado: más de la mitad del radio urbano inundado.
Sólo se podría decir a favor de los que toman las decisiones, que si no estuvieran los diques no habría defensa alguna.
Pero esta última desgracia se podría haber evitado, dejando de lado la soberbia, la altanería, los intereses personales, la ignorancia, estudiando y conociendo el territorio donde viven. Muchos funcionarios deberán responder ante el pueblo y reconocer los errores que se cometieron.
Proponemos la profundización del cauce de la Cañada de los Castañones, desde la zona previa al barrio Villa Oeste, pasando por un necesario puente en la ruta provincial 2 hasta los campos del sur donde existe una depresión natural, que luego de derramarse llevaría las aguas hacia el arroyo San José.
Con la tierra que se vaya extrayendo construir nuevamente un terraplén o albardón de tierra compactada, evitando la erosión con gramíneas. Desde el barrio Villa Oeste hasta la ruta 2 que funciona como un dique artificial impidiendo el escurrimiento de las aguas.
Proponemos también la construcción de puentes: en el ingreso del barrio Villa Oeste, sobre la ruta 2, y sobre el arroyo San José en la ruta 4, entre Sanabria y Ausonia, que es el recorrido natural de las aguas.
Luciano Pereyra y Laura Guerrero