Hay obras de arte colocadas en el espacio público que hace tiempo pertenecen al patrimonio de la ciudad. Como el mural de José Seia en el Paseo de la Villa hecho de cerámicos cocidos o el látex de Raúl Olcelli en homenaje a los Desaparecidos recientemente trasladado de avenida Hipólito Yrigoyen a un barrio de la ciudad.

Inaugurado hace apenas cuatro meses, el “Guernica” de Omar Alvez parece destinado a correr la misma suerte que sus compañeros de paredón.

Instalado en un lugar más escondido de la ciudad (el hall del Centro Vasco) el “cover” en bronce del artista villamariense basado en el célebre cuadro de Picasso ya cuenta con su incipiente club de admiradores.

-¿Cómo nace tu proyecto de versionar el Guernica en relieve?

-Muy simple. Como soy vecino del Centro Vasco, un día escuché hablar en la vereda a miembros de la comisión. Estaban organizando la Semana Nacional Vasco-Argentina que tuvo sede en Villa María en noviembre del año pasado. Entonces se me ocurrió donarles una escultura. Así que les tiré dos ideas que tenía. Una era idea mía y la otra, la propuesta del Guernika. Y sin pensarlo dos veces me aceptaron la segunda.

-¿Fuiste “subsidiado” por el centro Euskal-Herría?

-El presidente del Centro Vasco, Ismael Alegría me pagó los materiales y me dio toda la libertad creativa. A la mano de obra la puse gratis.

-¿Cuánto tiempo te llevó la obra?

-Unos 45 días en total, descontando que durante todos esos días asistí a mi trabajo cotidiano en mi vivero. Si me hubiera dedicado sólo al mural, capaz que le ponía menos. O más (risas).

-¿Cuáles fueron tus dificultades a la hora de trabajar con materiales tan duros?

-No fue nada fácil pasar un dibujo de lo plano y darle volumen, por más que lo mío no haya sido una escultura en tres dimensiones sino un bajo relieve. Tuve que imaginarme cómo adaptar todas las figuras del cuadro y lo más difícil, te confieso, fue el caballo. Esa figura no daba muchas pistas para pasarlo al relieve. Gracias a Dios, lo pude resolver.

-¿Qué usaste a modo de “lápices”?

-Mis lápices fueron tijeras, martillos, buriles, moladoras y otras herramientas que tuve que ir inventando sobre la marcha. También usé pinturas, ácidos y pátinas para marcar las diferentes tonalidades del trazo.

-¿Estás conforme con el resultado final?

-Estoy conforme pero siempre hay cosas que hubieras querido hacer de otra manera. Por ejemplo me hubiera gustado hacerlo más grande y con el fondo completamente de bronce. Pero no nos dio el tiempo ni el presupuesto.

-¿Cómo fue tu experiencia de reproducir a Picasso?

-Fabulosa. Yo quise hacer una obra lo más respetuosa posible del original, pero aquel Guernica del 37 se me fue metiendo adentro.

-¿Y el público? ¿Cómo reaccionó ante tu homenaje?

-A la gente le gustó mucho y el día de su inauguración la obra tuvo mucha aceptación. La gente del Centro Vasco me cuenta que la cosa no quedó ahí, que los que vienen a comer al restaurante se quedan mirándolo. En buena hora porque para eso está puesto ahí.

Un Guernica en bronce fue dado a luz en Villa María 76 años después de un bombardeo atroz. Hoy resplandece dorado para la contemplación estética y el brillo sagrado de la memoria.

 

Iván Wielikosielek

(especial para EL DIARIO del centro del país)