Escribe:Juan José Coronell
(especial para EL DIARIO del centro del país)
La gente amuchada en los colectivos. La ruta congestionada. Los vehículos a paso de hombre. Algún que otro impaciente se baja y se va caminando. Por más que se mojan, las ganas de llegar le ganan a la lluvia. La lluvia, gran protagonista de Córdoba en este febrero-marzo, era la que marcaba el ritmo del festival. La segunda jornada recién empezaba, la música comenzaba a asomar
Entre el barro que lentifica los pasos y las gotas que molestan, la lluvia no es buena aliada en un predio tan grande. Pero a la vez, ayuda para magnificar ciertos momentos. Ya habían pasado Infierno 18 y el show siempre necesario de Jauría, cuando lluvia, al igual que el poshomenaje a Spinetta, en el primer día, ayudó para que la actuación de Eruca Sativa, además de potente fuera inolvidable. El motivo es que la lluvia comenzó a caer con más fuerza cuando tocaron Amor ausente. Titi Rivarola, el genial guitarrista quien se fue el año pasado pero sigue aquí, se veía en las pantallas. “Siempre vivirás en mí”, se escuchaba, ideal para el homenaje. Le siguieron Fuera o más allá, Magoo, Paraíso en Retro, Queloquepasa. Bajo la lluvia, en un show que ya pide pista para ir más tarde en la grilla y más alto en la importancia.
Los que tomaron la posta fueron los Carajo, quienes saben cómo manejar al público y siempre estar a la altura de las circunstancias. Sacate la mierda, fue ese grito de resistencia, fue esa fuerza con la que toda la jornada se iba a vivir.
Catupecu Machu ya tiene su nombre asegurado siempre en el festival. No solamente por su show, sino por las invitaciones que siempre le hacen otros artistas para que suban y compartan. Ellos agradecieron el parate del agua, en la voz de su líder Fernando Ruiz Díaz, quien además afirmó: “Si Dios existe, hizo Córdoba para venir de vacaciones”, y en su show no faltó nada. Mucho menos el pogo.
Y lo que quiero es que pises sin el suelo, Plan B, Origen Extremo, Perfectos Cromosomas, mezclado con Es todo lo que tengo y es todo lo que hay, de Lisandro Aristimuño, que con los arreglos de la banda quedó excelente, fue la lista que continuó entre otros hits. Dale! Junto a Hey Ho Let’s Go y la ayuda de Eruca, fue el mejor cierre de un show que siempre es pura adrenalina.
El pogo, presente
En la noche más poguera del Cosquín, el pop no faltó. Indios lo nuevo en la escena nacional fueron los encargados de cerrar el Domo Naranja. En la otra punta del predio, mientras que algunos se dejaban llevar por los movimientos de los chicos de Fuerza Bruta, otros conformaban la marea negra. Camperas de cuero y para los menos indefensos, musculosas, que se disponían a ver el escenario más heavy. Lethal, Hellion, Rowek, los brasileños de Angra, demostrando que el festival cada vez llega a más países, se juntaron con las bandas más pesadas de la escena nacional. El metal tuvo su meca, llegando a 15 mil personas que vieron a Almafuerte pasada la medianoche. La fidelidad que le tributan a Ricardo Iorio y que él devuelve volviendo siempre al aeródromo, donde es difícil que no esté.
Horas antes Horcas y Viticus se encargaron de que la noche no se la llevara solamente la última banda. Ellos, y Pappo en la memoria de Ruedas de Metal, homenajeado por Viticus se posicionaron entre los mejores números de esta edición.
Calma pueblo
Eran las 21.25 cuando René, de Calle 13, empezó a cantar Fiesta de locos. La presencia de la banda que era vista de reojo hace dos años y que en esta edición fue una de las más esperadas, fue festejada por miles que ya a esa hora necesitaban un poco de calor para hacerle frente a las bajas temperaturas. No hay nadie como tú, El baile de los pobres, Los aburridos, La vuelta al mundo, fueron muy festejados por la gente y por este cantante “mitad boricua mitad argentino”.
Digo lo que pienso, Calma pueblo, El aguante -tema nuevo-, Multi_Viral y Latinoamérica, fue la parte de protesta del show. Ahí se redescubrió que no solamente tiene que sonar rockera una banda para poder decir lo que pasa y lo que siente. Calle 13 es la indicada para poner voz a los que no la tienen y poner ritmo para “Portarnos mal”.
Plaza Próspero Montaña
Las bandas más convocantes estaban al final de la noche. Las Pastillas del Abuelo se encargaron de demostrar que la masividad no los perjudica. Apoyando el acampe en contra de Monsanto, cuando cantaron Gobiernos procaces, y festejando con Tantas escaleras, Perdido, Qué es Dios, Chacarera III, Oportunistas, fueron repasando varios de sus temas. La gente agradecida y ellos devolviendo gentilezas se fueron regalando Locura y realidad.
El cierre fue para ellos, lo que ellos fueron para la gente: lo mejor. No queremos cargar de adjetivaciones la nota, pero son necesarias cuando una banda como Las Pelotas se encarga que su regularidad se mantenga siempre arriba. En lo musical, en la lírica, en lo que genera, con la memoria de Luca Prodan y la del Bocha Sokol.
“Que linda la plaza Próspero Montaña”, gritó Germán Daffunchio, para que la magia se apoderara de las sierras. Y el rock de quienes estaban abajo. Supieron equilibrar con temas que iban desde Cuantas cosas, a los más revolucionados. Desaparecido, Ya no estás, Personalmente, Cerca de las nubes, Será, Corderos en la noche, Si supieras, Capitán América. Luego, el invitado fue el líder de Catupecu, Fernando Ruiz Díaz, para cantar Si quisiste ver. Después, al final, el “Negro” García López subió para El ojo blindado. Ese era el final merecido, luego de Shine, Uva uva y Bombachitas rosas.
Ese era el final de la noche. Mientras resonaba en la mente, con el recuerdo, “hoy es un día bueno, no sé cómo decirlo bien...”.
Fotografías: 1) Además de las bandas, en el festival actuó Fuerza Bruta (foto gentileza María Laura Ovieda)
2) René, de Calle 13, descargó para El Aguante (último tema de su producción) de toda la multitud (foto gentileza María Laura Ovieda)